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Amando de Miguel

Los dos lenguajes

No me refiero a la distinción entre el lenguaje culto y el popular, o entre el castellano y el catalán. Es más simple: el lenguaje hablado y el escrito.

No me refiero a la distinción entre el lenguaje culto y el popular, el castellano y el catalán, el español y el inglés. Es más simple: el lenguaje hablado y el escrito. Aunque pertenezcan a un mismo idioma, ambos mantienen reglas distintas de formación de palabras y frases. Bien es verdad que en español la distancia entre esos dos lenguajes es menor que en inglés. Pero, aun así, conviene tener en cuenta las dos modalidades en el uso del alfabeto.

El lenguaje oral emplea muchas menos voces que el escrito, pero en ambos casos se produce la aparente dificultad de la polisemia. Digo "aparente", porque resulta más bien una ventaja. Si todas las palabras de un idioma tuvieran un solo significado, necesitaríamos conocer millones de ellas, un trabajo que nos dejaría exhaustos. Lo más interesante es que la polisemia representa la gracia del idioma, permite que haya literatura, ironía y otros muchos juegos léxicos. Recordemos que un pianista puede emitir dos sonidos al tiempo. Sin esa cualidad, la música sería asaz primitiva. El chiste nos produce alegría porque descubrimos que una misma palabra presenta dos significados muy distintos.

En el mundo actual se ha producido un hecho novedosísimo. Por primera vez en la historia casi todos los adultos pueden escribir a través de los cachivaches telemáticos. Me pregunto cómo es que tanta gente necesita teclear continuos mensajitos. Pero como muchos de esos nuevos escribientes ignoran las reglas del lenguaje escrito, los textos producidos se desenvuelven con las normas del lenguaje oral. El resultado llega a ser sumamente confuso. Por otra parte, ya no está tan claro que los escritores dominen las reglas gramaticales. Más desconcierto. ¿Llegaremos a la unificación del lenguaje escrito y el oral? No me gusta la idea.

El habla ya no es solo para la conversación familiar o amical. En el siglo de la radio y la televisión son muchos los comunicadores que se dejan mecer por la comodidad del lenguaje hablado, pero dirigido al público. Se admite ahora un difícil equilibrio: se debe hablar en público como se escribe. No siempre se consigue. Se produce el extraño caso de periodistas que escriben admirablemente, pero que al hablar por la radio o la tele se comen sílabas y aun palabras enteras. Tal glotonería puede admitirse en la conversación familiar o amical, pero queda rara en la comunicación masiva. Me lo dicen algunos amigos extranjeros, que conocen bien el español, pero que no han logrado dominar esa versión del habla apocopada. Un solo ejemplo de una de las palabras más repetidas últimamente: ciudadanos. Realmente se oye "ciuaanos" o "cianos". Muchas veces se recurre a tales estrangulamientos para no tener que decir "españoles". Extraño país que aborrece su gentilicio.

En España

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