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Cristina Losada

A través del cristal del ático de Pepiño

Mientras los de Blanco preparan la magia política desde la habitación con vistas, los de Rajoy pedalean, gráfico en mano, con el piñón fijo de la economía.

Los datos son objetivos, pues de lo contrario no son datos, salvo en el País de las Maravillas. Zapatero reside y gobierna en ese lugar, que no es otro que éste. De ahí que el último dato del paro pueda ser "objetivamente malo", como afirmó, y subjetivamente otra cosa, que todo es según el color del cristal con que se mira en este mundo traidor. Si se mira a través de la acristalada terraza del ático que se ha mercado el número dos del PSOE en la isla de Arosa, el número de parados adquiere el tono característico de la flor socialista, o sea, rosa.

El feliz propietario de ese modesto refugio de 150 metros cuadrados, sito al borde de la costa, tiene razones para decir que los españoles "viven mejor que nunca", y que sólo "alguno tiene algún problema", que no es su caso. Ni, por cierto, el de los dirigentes socialistas gallegos y del exterior, que han adquirido chozas en la "Villa PSOE". Eso desde la subjetividad; la suya, me refiero. Pero tampoco objetivamente vislumbra el partido de Zapatero efectos políticos perniciosos de la inflación, el paro y otras pestes. Así viene a demostrarlo su determinación de no adelantar a este otoño las autonómicas gallegas.

Frente a quienes creen a pies juntillas que las meigas de las dificultades económicas los transportarán en volandas a la cima del poder perdido, los socialistas están convencidos de que la política sirve para enmascarar cualquier realidad, incluida ésa de la crisis. Aún a riesgo de que los datos "objetivos" empeoren con el tiempo, han preferido esperar en Galicia. Tampoco quiso adelantar las elecciones generales Zapatero en similar tesitura.

En la prensa regional y en parte de la "extranjera" se ha atribuido la decisión a un gesto de firmeza de Touriño ante las pretensiones de Ferraz. Al hombre que a duras penas logra frenar a sus socios del BNG, no se le ve dando un puñetazo en la mesa de la terraza de Pepiño. Pero la beligerancia con Madrid gusta mucho en los medios filonacionalistas, que en las autonomías son casi todos. Se ha descentralizado España para alimentar las pulsiones anti-centralistas, un fenómeno a estudiar en el capítulo de efectos imprevistos y destino habitual de las buenas intenciones.

Y mientras los de Blanco preparan la magia política desde la habitación con vistas, los de Rajoy pedalean, gráfico en mano, con el piñón fijo de la economía.

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