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Cristina Losada

La carta suiza de Pujol

Asombra que Convergencia no haya dado el paso que echaría por tierra las sospechas.

A instancias de un entrevistador, Artur Mas acaba de decir que dimitiría si se comprobara que está implicado en el caso de corrupción del Palau. Hasta se mostró dispuesto a prestar juramento a tal efecto. Así como lo dijo, la declaración fue a titulares, que es adonde van las afirmaciones fuertes. Habrá quien la vea como una demostración añadida de la honradez del president y candidato. Fíjense, un hombre que adelanta que dimitirá de ser ciertos los sucios asuntos de los que le acusan, es un hombre cabal y limpio. Pero lo primero que resalta de la declaración es la perogrullada. ¿Qué otra cosa que dimitir ha de hacer un cargo público en esas circunstancias? Lo llamativo del compromiso de Mas es que implica la existencia de alternativa: la de permanecer en el cargo aunque resultara que hay cuentas en Suiza.

A ese respecto, asombra que Convergència no haya dado el paso que echaría por tierra las sospechas. Pues esas cuentas o existen o no existen, y es bien fácil despejar la incertidumbre. Incluso hay quien se ha ofrecido a hacer la gestión, ahorrándoles viajes y papeleos a los presuntos implicados. Así, Josep C. Vergés, hijo del que fuera editor de la revista y la editorial Destino, ha propuesto en carta abierta a Jordi Pujol acudir personalmente a la banca privada Lombard Odier de Zurich. Allí pediría un certificado de que en la entidad no tienen cuenta alguna ni Pujol ni su esposa ni sus hijos:

Si me envía una carta con poderes a mi e-mail, que le dará el Diari de Girona [donde publicaba la misiva], hoy mismo voy a Zurich en autobús y tren desde media montaña del Zuri Oberland. No tengo coche oficial como usted.

Continuaba Vergés, que fue expulsado de Unió Democràtica por sus denuncias del caso Pallerols, que ese documento tendrá credibilidad porque

yo siempre he luchado contra la corrupción, como habrá leído en diversos libros y en centenares de artículos míos.

Y concluía:

Ésta será la manera inmediata de hacer callar a El Mundo y todas las acusaciones de corrupción.

Desde luego. ¿Por qué no lo hacen? En un proceso judicial, el acusado no ha de probar su inocencia, pero estamos en otro campo. Las querellas llevan su tiempo. Sin embargo, en unas pocas horas se puede acabar con la sombra de una duda, por usar un título de Hitchcock, mediante el simple procedimiento de pedir un certificado en un banco. No sé a qué espera Convergencia para desmontar de un solo golpe las calumnias, y dejar a los difamadores a la altura de las cloacas.

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