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Cristina Losada

¿Tiene que callar la oposición?

La necesaria evaluación crítica de lo que se está haciendo sólo se hará si hay oposición. No con ley del silencio.

La necesaria evaluación crítica de lo que se está haciendo sólo se hará si hay oposición. No con ley del silencio.
Pedro Sánchez, durante una de sus últimas comparecencias | EFE

Esto lo paramos unidos. Es el lema del Gobierno para afrontar la pandemia. El partido del presidente del Gobierno lo difunde con el hashtag #EsteVirusLoParamosUnidos. El PSOE añade un ingrediente: la empatía. Lo tiene en un tuit fijado del 21 de marzo, que dice: "La batalla contra el Covid-19 será larga, pero la ganaremos con empatía y unidad". La empatía por delante. La empatía, definición del DRAE, es la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Es notable cómo persiste el ayer –ese ayer de antes del coronavirus– en el lenguaje político. La insistencia en la unidad como santo remedio o algo parecido quedó patente en la comparecencia más larga que ha hecho hasta ahora el presidente del Gobierno. Unidad: como en los viejos tiempos, como se pidió –y quebró– en instantes críticos de distinta naturaleza a éste.

La expansión del virus no se detiene con la unidad hashtag. La expansión se detendrá aplicando las medidas de precaución, de distanciamiento social y de confinamiento. Y no se detendrá del todo ni con la rapidez deseable, entre otras cosas, por el retraso con que se empezó a tomar en serio la amenaza. Llamar a la unidad como fórmula para parar la epidemia sólo tiene sentido si se refiere a que todos hemos de poner en práctica de forma rigurosa aquel conjunto de medidas. Unidos en su aplicación. Alejado de ese significado, el mensaje de unidad suena a las palmaditas que se dan para infundir ánimo y optimismo. Cuando lo que se necesita no es optimismo, sino realismo. De hecho: información. No todo el mundo está bien informado de lo que hay que hacer y por qué. Nunca lo estará todo el mundo, pero ahora es urgente reducir ese segmento al máximo. Sobran asesores de comunicación política y faltan buenos expertos en hacer llegar, de forma clara y precisa, las normas y su soporte, la información.

¿Qué importa un lema más o menos vacuo? Importaría muy poco, nada, si no llevara carga política. Si fueran sólo las palmaditas de ‘ánimo que lo vamos a conseguir todos unidos’, con la empatía socialista por delante –la variante podemita del sentimiento a colectivizar es ‘arrimar el hombro’–, bueno, la cosa no iría más allá de una nueva tontada de la comunicación política. Pero el Gobierno está diciendo algo más, algo que políticamente tiene la mayor relevancia. Le está diciendo a la oposición que se calle. Más aún: dice a los Gobiernos autonómicos de partidos de la oposición –a los otros no hay que pedírselo– que dejen de difundir lo que les está pasando. Que no vuelvan a exponer en público lo que les hace falta y no tienen. Porque el estado de alarma ha establecido una autoridad única, como repiten los ministros. Sí, pero la gestión de la epidemia sobre el terreno han de hacerla las comunidades autónomas con los recursos, el personal y la organización de que disponen y conocen de primera mano. Si la coordinación falla, si el material no llega, si no tienen mascarillas, ¿deben callarse?

En nombre de la unidad hashtag, el Gobierno exige que se callen. Y atribuye a intereses políticos que vulneren la ley del silencio. "Las CCAA no deben hacer causa política de esta crisis", era el resumen que hacía el PSOE de unas declaraciones de la ministra de Defensa. Robles también dijo: "Aquí hay quien se cree más listo que nadie". Pues quizá y con razón, dado que algunas autonomías se anticiparon a tomar medidas de cierre antes de que el Gobierno las adoptara. Otra ministra, la de Exteriores: "No es el momento de la competencia, sino el de todos remando juntos". Pero sí es el momento de la competencia en el sentido de ser competentes. Y si la competencia del Gobierno falla, bueno será que se diga en voz alta. Es lo más eficaz para conseguir que se corrijan errores.

La unidad hashtag supone una ley del silencio selectiva. El Gobierno no está obligado a cumplirla. Puede acusar a los Gobiernos autonómicos de la oposición de obrar por intereses políticos o electorales. Como si Sánchez e Iglesias actuaran completamente al margen de consideraciones de ese orden. La prueba de lo contrario es que meten las demandas y críticas en el saco de las querellas políticas partidarias. Con lo que vienen a decir: no es que falten mascarillas en Madrid por un error nuestro, es que el Gobierno de PP y Ciudadanos quiere montarnos un pollo político aprovechando esta terrible emergencia. Claro que hay intereses políticos, y que no van a desaparecer en estas circunstancias. Sería ingenuo pensarlo. La cuestión es que las divergencias, los distintos criterios y propuestas, la exposición de fallos y errores son elementos necesarios para mejorar la respuesta. Y esa continua evaluación crítica de lo que se está haciendo sólo se hará si hay oposición. No con ley del silencio.

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