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Daniel Blanco

El Barcelona no puede disfrutar

Gana tiempo Koeman para que estén todos. Un día lo estarán. Y ese día, quizá, el equipo dé un giro, mostrando otra versión, más fiable.

Gana tiempo Koeman para que estén todos. Un día lo estarán. Y ese día, quizá, el equipo dé un giro, mostrando otra versión, más fiable.
Cordon Press

En una época donde las alegrías son escasas, donde el tiempo para la felicidad tiene su tope, los resultados positivos del Barcelona se tienen que tomar con calma, con cierta perspectiva. Es un tiempo duro para el culé. Las alegrías son pocas y no se pueden celebrar en exceso. Las decepciones son más y se tienen que asumir como lo lógico en este tiempo tan convulso.

Quizá por eso ganar es vivir para el Barça pero no es casi nada. Así de cruel es todo. Porque buenos minutos ante el Valencia este pasado domingo no son nada, se toma como espejismo a la espera de otra debacle. En el horizonte el Dinamo de Kiev y el Real Madrid el domingo. Más carnaza, más gente a la que salta, a la espera de un tropiezo para volverte a decir que estás mal.

Y lo cierto es que este equipo está regular tirando a mal. No tanto en puntos en la tabla (a dos del Madrid y del Atlético) pero sí en sensaciones hasta cuando gana. Jugó una parte del partido a merced del Valencia y otra pensando en qué hacer para conservar la renta. Le salió bien ayer, le sale mal otro día y la mezcla de todo es un cúmulo de sensaciones más negativas en el seno culé.

Porque en tiempos perros, Ansu Fati es Dios. La perla azulgrana es como el agua en el desierto. Otro gol y una hora buena de fútbol, lo que le dio su entrenador, pactado para que esa rodilla no se resiente. De esa articulación vive hoy el barcelonismo. Y eso es mucho drama. En cualquier momento todo salta por los aires. Ayer Koeman acertó en volver a situar un 4-2-3-1 en el campo. Sorprendió con Dest de extremo, pero tanto el norteamericano como Fati estaban en los extremos, dejando a Gavi de media punta y a Memphis, espléndido, de único delantero.

Y ese sistema tiene otra bondad con este Barcelona. Que Busquets juega acompañado la mayor parte del partido. El de Badía es un tipo que va para adelante bien, seguro, con cierto aire de rotundidad. Pero vuelve cada vez más lento atrás y ha de jugar en compañía porque su físico no le da ya para tanto. De Jong es el escudero perfecto, incluso cuando entró Nico y el canterano se quedó con Busi, el neerlándés se metió de enganche. Son buenas cosas que se ven a cuentagotas pero con paso firme.

Gana tiempo Koeman para que estén todos. Un día lo estarán. Un día Araujo podrá jugar con Eric o con Piqué. Un día estará Pedri, volverá Dembele y Agüero tendrá más minutos porque tendrá más físico. Y ese día, quizá, este equipo dé un giro. No de forma brutal y viendo títulos desde muy lejos pero dará otra versión, más fiable.

Ahora vienen cinco partidos clave en dos semanas. Dinamo de Kiev en dos ocasiones, en el último tren para octavos de Champions y deseando que el Benfica pierda los dos ante el Bayern. Viene el clásico el domingo, Vallecas el día 27 y el Alavés en casa el día 31. No son un Everest precisamente pero se complicarán porque este equipo, tan cogido con alfileres, puede despeñarse en cualquier escenario.

Mientras, la gente sale del Camp Nou pensando en las vueltas de jugadores, pensando en otra cosa en varias semanas. Siendo optimistas, no queda otra. Solo hace falta que el equipo le demuestre que lo pueden ser. Y de eso la gente no está tan segura.

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