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Daniel Blanco

Diego Martínez y un Granada increíble

El entrenador del Granada, equipo líder de LaLiga, cogió una llamada en 2009 que le cambiaría la vida.

El entrenador del Granada, equipo líder de LaLiga, cogió una llamada en 2009 que le cambiaría la vida.
El técnico del Granada, Diego Martínez, durante el partido contra el Betis. | EFE

Sonó el teléfono una tarde veraniega de 2009. Diego Martínez (Vigo, 1980) lo cogió en su casa de Armilla, una localidad granadina donde hoy el técnico del líder increíble de Primera, el Granada, entrenaba al Arenas. El interlocutor, al otro lado de la línea, era Monchi, director deportivo del Sevilla. Quería reclutarle para el organigrama técnico del club hispalense, y Martínez no se lo pensó.

Es entonces donde empieza la labor meteórica del técnico gallego por tierras andaluzas, con un parón (de mal recuerdo) por Pamplona. Empezó a entrenar al Sevilla C, al División de honor juvenil, que hizo campeón de la Copa de Campeones en 2012. Estuvo codo con codo con Marcelino, con Michel y con Emery trabajando en la sombra en los diversos cuerpos técnicos. Hasta que llegó al filial en 2014. En tres temporadas, salvación en Segunda B, ascenso a Segunda A y temporada de consolidación en la división de plata. Después, la llamada de Osasuna donde todo fue mal. "Empezamos muy bien pero todo se torció. Éramos un equipazo, pero la Segunda es así", dijo Martínez de aquella experiencia en tierras rojillas.

El verano de 2018 el Granada le llamó para volver un poco a los orígenes, para encauzar el camino de un equipo que había fracasado en la temporada de vuelta a la Segunda División, ni siquiera clasificándose al play off. El técnico aceptó, sabía que era algo suicida pero le puso empeño, trabajo y el equipo nazarí ascendió a Primera nueve meses después.

Es ahora, en la jornada 10 de Liga, cuando a Diego Martínez se le empiezan a rifar los medios, las cámaras. Quieren entrevistar a los jugadores, pero no quieren perder de vista al ideólogo. El técnico, con buen gusto por el fútbol, siempre ha mantenido una máxima. "Si igualas en intensidad a un equipo mejor, todo se equilibra". Y es cierto. El Granada ha perdido un sólo partido en Los Cármenes, donde ha caído el Barcelona, y fuera de casa sólo ha claudicado en el Bernabeu. Números para soñar.

Juega este Granada a ser el equipo revelación, estilo Eibar algún año, Levante, o el Girona de Machín que en el año de debut en Primera acabó noveno. Andan por Granada muy ilusionados con este equipo. Me dijo el otro día mi amigo y compañero José Manuel Puertas que lo que se está viviendo en la ciudad es ilusionante. A este Granada, como me decía siempre un técnico, estos puntos nadie se los quita y tener veinte a estas alturas es poseer ya, a 27 de octubre, la mitad de la salvación.

Está contento Diego Martínez y lo está la ciudad de la Alhambra, más vital que nunca en Primera División. El mister, que tuvo que dejar el fútbol porque un día descubrió que para esto no servía si seguía dando patadas a una pelota, se recicló en la banda, vio que podía ser su futuro. Lo hizo con veinte años y mal no le ha ido la cosa. Le puede ir mejor, sin duda. Tanto que se lo rifen en junio. Tiempo al tiempo.

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