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Tontos seríamos si no plasmáramos en este artículo que la vida va a ser más compleja sin el astro del balón. Que la Liga sin Messi se le puede hacer larga al Barcelona. Que sin el argentino, muchas carencias saldrán a la luz. Pero no es menos cierto que la vida sigue, que son un equipazo aún así y no veo razón para que el equipo azulgrana se tenga que apocar y poco menos que esconder bajo la tierra porque Leo Messi se pierda cerca de dos meses de Liga y que, seguramente, tenga muy complicado llegar al clásico del 21 de noviembre en el Bernabeu.

Es cierto que la noticia congeló el Camp Nou el sábado sobre las cuatro y ocho minutos de la tarde, sobre el minuto siete del partido ante La Palmas. Rotura del ligamento lateral interno de la rodilla izquierda. Fea lesión, no gravísima, sí compleja. El estado de ánimo de los aficionados mermó como si la noticia calase en lo más hondo de unas almas afligidas ya esta semana por el baño recibido en Balaidos y por el juego regular del equipo en lo que va de año.

Se supo en el descanso pero la noticia ya corría como la pólvora. Por entonces el Barcelona ganaba ya 1-0, pronto 2-0 en la reanudación, luego algún susto, pero el partido no importaba. Los tres puntos eran importantes, pero quizá lo eran menos que otros días. La noticia estaba en Messi, en su salud, en su vuelta.

¿Y ahora qué? Le preguntaban a Luis Enrique en rueda de prensa si esto cambiará algo. Dijo el asturiano que no, sabemos que miente, conscientemente, pero a lo mejor es lo que querría él que fuera, lo que querría él que sucediese, que nada cambiara. Desgraciadamente para el entorno culé, cambia todo o casi todo.

Pero desde dentro, lo que tiene que intentar el equipo, es que todo se modifique muy poco o, si algo cambia, que no se note demasiado. Para empezar cambia el hombre guía, cambia que el tridente aparecerá poco, se necesitará más ayuda del centro del campo. Jugará el Barça con cuatro centrocampistas muchos días, el primero de ellos, ya lo verán, en Sevilla, el sábado. Jugará el equipo más conectado a Suárez y a Neymar y para eso se necesitan hombres que surtan de balón. Messi se podía fabricar más la jugada, a Neymar le puedes pedir eso algunas veces, no siempre y a Luis Suárez casi nunca. El uruguayo está para rematar.

Por eso serán importantes Iniesta y Rakitic. Y lo serán Mascherano y Busquets en el mediocampo. Empezarán a aparecer más los dos juntos, en el doble pivote. La consistencia, si se perdía, con Messi era un error menos grave porque el argentino solucionaba todo si algún detalle no funcionaba. Ahora, sin él, los dos pivotes parecen básicos.

Eso trastoca la defensa hasta que vuelva Vermaelen, tendrá que jugar Bartra (no hay mucha confianza que digamos en el central español por parte de Luis Enrique) o que juegue Masche atrás, con Busquets sólo en el medio, Iniesta y Rakitic por delante y Munir arriba al lado de Suárez y Neymar. Pero cuando el defensa belga retorne, será la pareja de Piqué en un 99% de los casos y Mascherano estará obligado a jugar con Busquets.

Son teorías que a uno se le vienen a la cabeza. Como no tenemos la verdad absoluta y ni lo pretendemos y, además, no somos técnicos, Luis Enrique tendrá la última palabra. Si será acertada o no lo marcarán los resultados hasta finales de noviembre. Lo que sí es cierto es que hay dos hombres marcados a fuego a partir de ahora. Luis Suarez y Neymar. Los dos tienen que echarse el equipo a sus espaldas. Para eso se les fichó y para eso son estrellas.

Equivocada o acertada, quien esto escribe expresa su opinión de una forma educada desde este espacio que me permiten escribir todos los lunes. Lo que no hago es dejarme llevar por la pasión desaforada e intento alejarme, en lo que me es posible, de la tertulia tabernaria en la que se ha convertido un programa de televisión conocido. En dicho espacio escuché el otro día a dos contertulios, con el que uno ha tenido la oportunidad de coincidir en los medios, decir cosas impropias de un profesional. Entonces, cuando coincidí con los dos, eran periodistas pero ahora se han convertido en otra cosa, a años luz de lo que pretende ser esta profesión. Uno decía que el Barcelona era un equipo de mitad de la tabla sin Messi. El otro, que el Madrid estará contento y entusiasmado por la lesión del argentino y que, si eres madridista, no podías esconder la satisfacción. Lo que no tengo claro es si la culpa es de estos personajes o del moderador que les reía las gracias en vez de afearles la conducta por la sarta de idioteces que dijeron en diez minutos. En otro país hubieran tenido imposible volver otra semana. Pero aquí… En fin, no sé de qué me sorprendo.

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