A la espera de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anuncie –o no– sus prometidos y previsiblemente cosméticos cambios en el Gobierno y el PP nacional, Esperanza Aguirre ha solicitado la celebración de un "congreso extraordinario y de refundación" del PP madrileño, al que no se presentará como candidata y en el que quiere implantar el sistema "un militante, un voto" para elegir al nuevo líder.
Bien está que Aguirre asuma todos los "errores" que quiera, algunos tan ciertos como el de "no haber sido capaces de identificar a los componentes de Podemos, donde hay personajes con historia y actividades anteriores que teníamos que haber dado a conocer a los madrileños para que conocieran a quién votaban". Pero hay que ser conscientes de que el desalojo del PP de tantísimos ayuntamientos y comunidades autónomas no se debe tanto a los errores de campaña de sus candidatos como al decisivo lastre que ha supuesto para todos ellos la figura de Mariano Rajoy y el bagaje de su desastroso Gobierno.
Aguirre fue objeto, además, de una sucia y demagógica campaña gracias a la filtración, en vísperas de la votación, de su declaración de renta de 2013, que le supuso una caída de 12 puntos entre los pensionistas consultados ese mismo jueves en el tracking diario que el PP hacía para pulsar el estado de la opinión.
Por todo ello, y por muy encomiables que sean la "humildad y generosidad" a las que ha apelado Aguirre, parece un tanto excesiva su decisión de no presentarse a la reelección a la Presidencia del PP madrileño en unas elecciones abiertas en las que sean los votos de los militantes, y no el dedo divino de nadie, los que elijan al nuevo líder regional del partido.
Hay que tener en cuenta, además, que ni siquiera la renuncia de Aguirre va a permitir la celebración de ese congreso abierto y de refundación, pues, como Genova ya le ha respondido, no se va a celebrar congreso regional alguno antes que el nacional, que Rajoy no piensa convocar hasta después de las elecciones generales.
Así las cosas, y mientras Rajoy siga al frente, hay que olvidarse de la refundación del PP nacional, sin la cual de poco serviría la de cualquiera de sus delegaciones.