Menú
EDITORIAL

Barcelona y la pinza nacional-comunista

El éxodo es continuo, un gota a gota diario que está descapitalizando Cataluña ante los excesos identitarios y lingüísticos del nacionalismo y la deriva del colauismo.

Todavía queda quien sostiene la especie de que Barcelona es una ciudad cosmopolita ajena al devenir nacionalista del resto de Cataluña, una suerte de zona libre de independentismo en medio de la espesura separatista, una ciudad propicia a la cultura, el ocio y los negocios. Están muy equivocados, y hechos como la partida de la familia de Sean Scully lo demuestran.

Scully es un pintor estadounidense de origen irlandés y de reconocida fama internacional, artista que trabajaba a caballo entre Nueva York y Barcelona pero que estaba afincado en la ciudad mediterránea. Emparejado con la también artista suiza Liliane Tomasko, habían escolarizado a su hijo en una escuela de Barcelona y creían que la ciudad respondía a sus intereses tanto culturales como vitales. Craso error.

La mudanza de los Scully-Tomasko ha sido noticia en el Financial Times. "Fue una decisión impulsada por el crecimiento del nacionalismo en la ciudad que amaban", apunta el diario británico. "En Barcelona, ibas a las reuniones y hablaban completamente en catalán, como diciendo: "Que te jodan'", ha declarado Scully. Tomasko añade que en el colegio le dijeron que su hijo pequeño debía hablar en catalán también en el recreo. "Al final, no pudimos soportar Barcelona por esa mierda": es el contundente resumen del pintor.

No son los únicos que se han tenido que ir de Barcelona. Ni los últimos. El deterioro cultural va parejo al declive económico. La capital catalana es ya una mera extensión de la Cataluña separatista, un lugar sometido a la tensión de dos fuerzas con una impresionante capacidad destructiva: el nacionalismo y la extrema izquierda. Ambas corrientes se complementan y coinciden en un objetivo, acabar con los signos distintivos de esa Barcelona cada vez más lejana en la memoria que era la capital de la edición de libros en español y atraía a toda clase de artistas, intelectuales y profesionales tanto del resto de España como del resto del mundo.

No queda nada de eso, nada de esa vitalidad. Décadas de Gobiernos nacionalistas en la Generalidad sumados a alcaldías de personajes como el separatista Xavier Trias y la comunista Ada Colau han sido letales para la ciudad, insoportables, desalentadores y desde luego disuasorios para quienes no sean nacionalistas o de extrema izquierda, ya fuera para instalarse o para permanecer en Barcelona.

La reacción de nacionalistas y comunistas a la salida de intelectuales, profesores, artistas o empresarios es la misma, la alegría por haber expulsado a un enemigo y el desdén ante la pérdida de talento. Ocurre lo mismo con la salida de las empresas. El éxodo es continuo, un gota a gota diario que está descapitalizando Cataluña ante los excesos identitarios y lingüísticos del nacionalismo y la deriva del colauismo, sustanciada en tres ejes: inseguridad, suciedad e incivismo.

Temas

En España

    0
    comentarios