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EDITORIAL

Boko Haram y la ceguera voluntaria de Occidente

Los terroristas de organizaciones como Boko Haram citan con profusión el Corán y la sharía para justificar sus crímenes.

Según el Fondo de Población de Naciones Unidas, al menos 214 niñas liberadas por el Ejército nigeriano de las manos de Boko Haram están embarazadas, fruto de las violaciones a las que han sido sometidas durante meses por los miembros del grupo terrorista islamista.

Las organizaciones humanitarias cifran en más de 2.000 las mujeres que todavía permanecen en poder de los criminales: su destino es la esclavitud sexual o el matrimonio forzoso. Boko Haram, que significa "la educación occidental es pecado", actúa como los demás grupos terroristas de inspiración islámica, como queda de manifiesto en el trato que otorgan a las mujeres de otras religiones.

Esta última es precisamente una cuestión básica que la clase política occidental intenta disfrazar en sus condenas, que suelen hacer referencia a hechos espantosos cometidos por extremistas ajenos a las verdaderas enseñanzas del islam. Para los políticos de Occidente, la religión islámica y las acciones de estos grupos terroristas no están vinculados, a pesar de que los terroristas musulmanes y los que los apoyan insistan en que sólo cumplen los mandatos de su religión.

De hecho, si por algo se distinguen el Estado Islámico, Boko Haram, etcétera es por refrendar en el plano teológico todas sus acciones, por sanguinarias que puedan parecer a los infieles occidentales. Los terroristas de Boko Haram en Nigeria, como los del Estado Islámico en Irak y Siria, violan a las niñas de otras religiones, toman a sus mujeres como esclavas sexuales y las ponen en venta aduciendo razones religiosas. Los hombres del Estado Islámico, la organización islamista más poderosa en este momento, a cuyo máximo dirigente –el califa Abubaker al Bagdadi– Boko Haram ha jurado obediencia, citan con profusión el Corán y la sharía para justificar sus atrocidades. Negar esa evidencia es cerrar los ojos a una realidad que tarde o temprano acabará por estallar también en suelo europeo.

Una adecuada respuesta de los poderes occidentales a esta política de limpieza étnica y religiosa emprendida por los grupos terroristas islamistas no puede reducirse al terreno militar. Es necesario que haya una disposición firme a denunciar a los Estados teocráticos que financian y difunden en suelo occidental estas interpretaciones radicales del Corán y a reconocer el peligro que la difusión irrestricta del islamismo está representando en nuestras sociedades.

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