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EDITORIAL

Grotesco final de Ciudadanos

El partido todavía presidido por Inés Arrimadas se ha convertido en un cadáver político andante.

El pasado miércoles parecía que Ciudadanos iba a conseguir, por primera vez en su historia, la presidencia de una comunidad autónoma; pero en lugar de eso el proceso que se abrió con el radical giro del partido naranja en Murcia ha desatado una serie de acontecimientos políticos de gran calado a nivel nacional. Unos acontecimientos que si dejan una conclusión clara es, paradójicamente, que el partido todavía presidido por Inés Arrimadas se ha convertido en un cadáver político andante.

Este jueves dos noticias coincidieron para certificar ese estado de cosas. Por un lado, la moción de censura de Murcia se saldó con un rotundo fiasco para quienes la urdieron: el PP seguirá presidiendo la región, Cs ha quedado partido en dos y la sangría de abandonos y renuncias en la formación de Arrimadas es ya una hemorragia incontrolable.

El resultado no puede ser más dramático para los de Arrimadas: después de dinamitar la política nacional, ni siquiera consiguen un premio tan magro como presidir Murcia durante dos años, en un Gobierno que en realidad sería del PSOE, con lo que traicionarían la voluntad de los murcianos expresada en las urnas.

La segunda noticia fue el anuncio de la candidatura de Edmundo Bal a presidir la Comunidad de Madrid. Menos de 24 horas después de haberse anunciado la continuidad de Ignacio Aguado al frente de Cs en la referida región, fue el propio Aguado el que presentó a Bal como "el mejor candidato posible". Cuesta hasta encontrar las palabras ante la hiperactividad suicida de los naranjas.

Aguado, ciertamente, era un candidato desastroso, pero no parece que la salvación ciudadana vaya a pasar por Bal. Bal, que llegó a la política con un merecido prestigio ganado como abogado del Estado, lo está perdiendo a gran velocidad y parece haber olvidado que su tarjeta de presentación fue su valerosa oposición a los turbios manejos judiciales de Pedo Sánchez y su banda, por lo que resulta especialmente patético verle ahora opositando a ser uno más de sus sostenedores.

En Murcia, en Madrid, en Valencia, Ciudadanos ha emprendido un proceso de descomposición acelerada con muy difícil vuelta atrás, que indefectiblemente pasaría por que Inés Arrimadas y la camarilla que ha pergeñado la disparatada rendición de CS ante el PSOE se marchasen a casa. 

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