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EDITORIAL

La necesaria unidad de la oposición contra Sánchez

Hay razones de sobra para que la oposicion concatene mociones de censura y manifestaciones contra Sanchez de aquí al final de la legislatura

Nos ocuparía más de un editorial enumerar, aun de forma telegráfica, las numerosas promesas que Pedro Sánchez ha hecho a los españoles y que luego ha incumplido clamorosamente: Desde el compromiso de endurecer penalmente la convocatoria ilegal de referéndums, pasando por su promesa de no indultar a políticos condenados por sentencia judicial, siguiendo por su promesa de aplicar de nuevo el artículo 155 de la Constitución en Cataluña o no pactar con podemitas (o bilduetarras), o de sentar en el banquillo al golpista prófugo Carles Puigdemont, las promesas de Pedro Sánchez respecto de lo que va o no va a hacer en el futuro es una guía casi segura para saber que lo que este nihilista hará finalmente será justo lo contrario de lo que dice.

Desde esta perspectiva debemos analizar la promesa hecha por Sánchez este miércoles en el Congreso según la cual "el PSOE jamás aceptará un referéndum de autodeterminación en Cataluña". La escasa credibilidad de esta promesa por parte de Sánchez no sólo se debe al largo historial de incumplimientos por su parte, sino al hecho, no menos elocuente, de que Sánchez la ha pronunciado 24 horas después de haber aceptado reunirse con quien, como Pere Aragonés, públicamente anunció que el objetivo de esa entrevista no sería otro que negociar con el gobierno de España la total amnistía de los golpistas y la celebración en Cataluña de una tercera consulta secesionista pactada con el Gobierno. Eso, por no recordar que 48 horas antes, Sánchez había salido a la palestra para defender la constitucionalidad de un referéndum secesionista si fuese pactado en el gobierno. Teniendo presente que el Tribunal Constitucional ya se manifestó por unanimidad en febrero de 2017 respecto a la ilegalidad que tendría, sin una previa reforma de nuestra carta magna, un referéndum de autodeterminación aun cuando hubiese sido pactado por el gobierno de turno, ¿qué sentido tiene que Sánchez hace dos días mintiera al respecto en defensa de algo que 48 horas después asegura que jamás hará?

Es más. Sin necesidad de que este gobierno felón llegue a tan abyectos extremos -cosa que para sus rufianes socios separatistas de gobierno es sólo cuestión de tiempo-, el hecho de que Sánchez haya concedido injustos indultos a impenitentes golpistas o que ahora esté presionando al Tribunal de Cuentas para que todo el coste económico que hasta ahora ha acarreado el ilegal e inconcluso proceso secesionista corra a cargo del contribuyente, son razones más que suficientes para que una oposición constitucionalista digna de tal nombre concatene mociones de censura, peticiones de dimisión o de elecciones y manifestaciones contra Sánchez de aquí al final de la legislatura.

La estúpida -y sorprendentemente recurrente- objeción que algunos adversarios de este gobierno indigno hacen a la moción de censura contra Sánchez sobre la base cierta de que aritméticamente es imposible de que salga adelante, olvida, en una mezcla de irresponsabilidad y de cobarde comodidad, que en política es esencial que la oposición se aplique así misma aquella máxima de Julián Marías del "que por mí no quede". La moción de censura, por mucho que sea con toda seguridad infructuosa a corto plazo, es un instrumento que permite a la oposición lanzar bengalas y dar eco mediático a la gravísima situación institucional en la que estamos, al tiempo que permite mostrar a la ciudadanía cual puede ser la alternativa al indigno y felón ejecutivo que padecemos. En este sentido, las mociones de censura que carecen del respaldo parlamentario necesario han de ser vistas no como una recolección sino como una siembra que dé resultados a más largo plazo. Oponerse a la moción de censura sobre la base de que un parlamento dominado por la felonía de un PSOE en alianza con comunistas y separatistas la rechazaría, invalidaría también las recurrentes peticiones de dimisión o de elecciones anticipadas que Casado hace a Sánchez o las manifestaciones que se han hecho y se deben seguir celebrando contra este gobierno. El más elemental sentido de la proporcionalidad y de la ponderación debe convencer a la oposición de que debe utilizar recursos extraordinarios para hacer frente a situaciones tan extraordinariamente graves como en la que estamos inmersos.

La política no permite el vacío, y menos aún el liderazgo en la oposición a este Gobierno, no solo incompetente, sino erosionador de las bases sobre las que se asienta nuestra democracia y Estado de derecho. Pablo Casado no puede volver a cometer el error de no ocupar el liderazgo de la oposición a la hora de presentar mociones de censura, convocar manifestaciones o dirigir peticiones de dimisión contra este presidente de gobierno. Más aun, en unos momentos en los que no sólo Vox sino también Ciudadanos están dispuestos a respaldarle.

Todos sabemos que es más cómodo y menos comprometido esperar a que la fruta caiga sola, pero es deber de la oposición intentar que el tiempo de permanencia de Sánchez en la poltrona sea el menor posible. Y es que, como bien saben sus socios separatistas, es, precisamente, cuestión de tiempo que Sánchez llegue a sus más extremos grados de envilecimiento.

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