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EDITORIAL

La táctica suicida de Casado contra Díaz Ayuso

Si hoy Casado aspira a presidir el Gobierno, lo hace en gran medida gracias a la victoria aplastante de Ayuso con todos los factores en su contra.

El aparato del Partido Popular no deja de lanzar ataques contra lo que, suponen, es la línea de flotación de Isabel Díaz Ayuso, convertida por los dirigentes de Génova en el principal enemigo a batir.

Las burdas campañas contra la presidenta madrileña recuerdan a las que tuvo que soportar Cayetana Álvarez de Toledo mientras ostentó la portavocía del Partido Popular en el Congreso de los Diputados. La última de ellas, basada en la gestión de un grupo de mensajería electrónica, destaca por el infantilismo idiota que supura, lo que basta para convencernos de que, en efecto, la operación ha sido orquestada desde la sede del Partido Popular.

Casado no debería olvidar que, si hoy lidera las encuestas de cara a unas próximas elecciones generales, tal hegemonía responde fundamentalmente al éxito apabullante de Isabel Díaz Ayuso en las pasadas elecciones a la comunidad de Madrid. Unos comicios, por cierto, que Casado y su equipo trataron de evitar confiando absurdamente en que Arrimadas no iba a traicionarlos planteando otras mociones de censura similares a la tramitada en la comunidad Murciana. Solo la rapidez de reflejos de Díaz Ayuso y su determinación para actuar en conciencia en contra incluso del criterio de su propio partido evitaron que el Gobierno de Madrid cayera en manos de la izquierda.

Debería también recordar Pablo Casado que las dos elecciones a las que concurrió antes de la cita madrileña, las generales de abril y noviembre de 2019, se saldaron con dos sonoras derrotas. Un fracaso que se magnificó con la práctica desaparición del partido en Cataluña el pasado mes de febrero, catástrofe que dejó en entredicho su liderazgo dentro de su partido. Si hoy Casado aspira a presidir el Gobierno de España, lo hace en gran medida gracias a la victoria aplastante de Díaz Ayuso en la comunidad de Madrid, en unos comicios a los que concurrió con todos los factores en su contra.

Pero Casado no solo debería apoyar sin fisuras a la presidenta madrileña por una elemental cuestión de lealtad. Alguien debería explicarle que las rencillas internas y esa continua batalla de desgaste contra Díaz Ayuso benefician a Pedro Sánchez, que asiste complacido a esta pelea fratricida orquestada por los chiquilicuatres que medran en la sede del Partido Popular.

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