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EDITORIAL

Madrid, Cádiz, Barcelona... Cien días de esperpento

El amateurismo y la incompetencia que exhibe la extrema izquierda salvapatrias son realmente abrumadores.

Los que ahora manejan los ayuntamientos del cambio llegaron al poder a lomos de una supuesta emergencia social signada por los centenares de miles de niños desnutridos, los millones de desahuciados y las decenas de millones de despojados que, según nos contaban, conformaban el panorama nacional. Un panorama que poco menos compartíamos con el África subsahariana y nos distanciaba fatalmente de la Unión Europea.

Por supuesto, toda aquella infecta propaganda apocalíptica era mentira, y han bastado estos cien primeros días de ayuntamientos de Podemos y marcas pretendidamente blancas para demostrarlo, especialmente en ayuntamientos como los de Madrid, Barcelona y Cádiz, que tienen equipos de Gobierno perfectamente descalificables.

El amateurismo y la incompetencia que exhibe la extrema izquierda salvapatrias son realmente abrumadores: propuestas disparatadas, desmentidos en cadena, ideas bochornosamente pueriles, populismo de muy baja estofa... todo ello acompañado por un nepotismo pasmoso y mucho más desvergonzado que el que practicaba la casta precedente.

También han de reseñarse los tics totalitarios de unos políticos que no quieren encajar la menor crítica ni entender el papel de los medios de comunicación en los regímenes de libertades, en los antípodas de aquellos que tienen por referentes, por ejemplo el chavismo cleptocrático y sanguinario.

En mitad de todo este esperpento, no han tenido tiempo para afrontar los verdaderos problemas que tienen las grandes ciudades españolas; más bien al contrario, parecen empeñados en agravarlos y crear nuevos, como están empezando a padecer los ciudadanos de Madrid y Barcelona, por poner dos ejemplos especialmente sangrantes.

Han bastado cien días y un puñado de ayuntamientos para que quede meridianamente claro lo que da de sí la nueva izquierda radical y populista, que no es más que una versión grotesca de la peor izquierda de siempre.

Quizá lo peor de todo sea, no obstante, la enésima constatación de la irresponsabilidad de un Partido Socialista que, una vez más, lleva al poder a cualquiera con tal de apartar al PP: nadie olvide que, en las grandes plazas, Podemos y sus marcas pretendidamente blancas sólo fueron la fuerza más votada en Barcelona, y que los ciudadanos no se decantaron mayoritariamente por personajes como Manuela Carmena o el Kichi; fue el partido de Pedro Sánchez.

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