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EDITORIAL

Pasado para Solbes, futuro para Pizarro

Para enfrentarse a la crisis, que Solbes se resiste a calificar como tal, el socialista no ha hecho propuesta alguna y el popular al menos ha prometido rebajas y supresiones de impuestos.

El debate entre los responsables del área económica del PP y el PSOE ha resultado, en su mayor parte, un aburrido recuento de cifras en el que Solbes se ha manejado mejor que Pizarro, quizá porque el turolense no ha sido capaz de dejar claro que las buenas cifras de esta legislatura se debían a la herencia del modelo económico heredado de los gobiernos del PP y que éste se ha agotado, como demuestran los preocupantes datos de los últimos meses. A partir de ahí, al vicepresidente económico le ha bastado con buscar a cada mal dato uno equivalente o peor de legislaturas anteriores para dar la impresión, a quien no se haya dormido durante el intercambio de cifras, de que Pizarro protestaba por una situación que era mucho mejor que la que se tenía en tiempos del PP.

Ha sido una pena que el debate se haya deslizado por esa vía, con ambos debatientes enarbolando gráficos que no se veían por televisión y hablando de cifras que la mayoría de los telespectadores no sabe a qué se refieren. Cuando Pizarro ha atacado argumentando que el Ministerio de Economía sabía perfectamente que iba a venir una crisis, lo ha hecho empleando una gráfica que nadie ha podido ver y que, en cualquier caso, pocos iban a entender, en lugar de recordar que Solbes aconsejó a Zapatero adelantar las elecciones a octubre, algo que cualquiera hubiera comprendido.

Pero lo peor del turolense en este debate fue sin duda su falta de reflejos ante la acusación de Solbes de defender el sistema chileno de pensiones, un sistema privado y de capitalización. Aunque sin duda es cierto que resulta difícil cambiar de nuestro sistema a uno puramente privado, Pizarro podía haber sido más explícito defendiendo un sistema como el alemán, establecido por el socialista Schröder, en el que una parte del dinero que nos quita la seguridad social se emplea en un fondo privado para que así quedara garantizado, mandara quien mandara, que tendríamos pensión en el futuro. Una posibilidad que además está contemplada en el Pacto de Toledo. Como dijo el propio Pizarro en 1994, en Chile "la gente se jubila con pensiones superiores a las que recibiría por el sistema público y no dependen de la evolución de la política".

Eso sí, menuda demagogia la del vicepresidente económico calificando este sistema como el de Pinochet, como si los gobiernos democráticos posteriores no lo hubieran mantenido. Por la misma regla de tres, el sistema actual que padecemos sería el de Franco. Y eso sin entrar a hablar del Ministerio de Vivienda… Y no digamos nada de su argumento de que el PSOE es realista y el PP defiende el "dramatismo". Podría haber elegido al menos otra palabra, pero no: optó por la misma que su jefe de filas utilizó con Gabilondo en sus confidencias retransmitidas para toda España.

Parece que el número 2 del PP por Madrid, al tener que defender partes del programa de su partido en las que no cree, se ha visto obligado a renunciar en buena medida a sus convicciones liberales y defender muchos argumentos socialdemócratas. Y claro, en ese terreno sale mejor parado Solbes, que es en lo que cree. Pizarro había hecho durante toda la precampaña declaraciones interesantes, liberales y fácilmente comprensibles por el ciudadano medio. Ha perdido la oportunidad de hacerlo en este debate, en el que ha demostrado cierta falta de tablas al dejarse encerrar en los términos que más le convenían a Solbes.

No obstante, la discusión también ha dejado otra cosa clara. Para enfrentarse a la crisis, que Solbes se resiste a calificar como tal, el socialista no ha hecho propuesta alguna y el popular al menos ha prometido rebajas y supresiones de impuestos. El vicepresidente económico, de hecho, ha reconocido que eso de que es mejor que el dinero esté en el bolsillo de los contribuyentes no acaba de gustarle. Esperemos que sea esa la idea que al final les haya quedado a los telespectadores que hayan aguantado el aburrido y a menudo incomprensible enfrentamiento de cifras y gráficas.

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