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EDITORIAL

Rufián el "gilipollas" y el listo de Molinero

Sin la menor duda, Cataluña necesita muchas más Ineses Arrimadas y muchos menos sujetos como Rufián el "gilipollas" y el listo de Molinero.

Justo Molinero, incalificable medrador que tanto debe al gran evasor Jordi Pujol, anda aventando su inquina contra su semejante Gabriel Rufián. "Es un gilipollas", ha categorizado el taxista cordobés devenido próspero empresario radiofónico por obra y gracia del nacionalismo que lo amamanta; el mismo nacionalismo racista y clasista que ha venido tratando el flamenco que ha convertido a Molinero en millonario como un asunto más propio de los responsables de Asuntos Sociales que de los de Cultura.

Sucede que a Molinero no le gusta que Rufián se haya proclamado orgullosamente "charnego", a fin de dar lustre a ese término despectivo con el que los más impresentables correligionarios de Molinero y Rufián se refieren a los que, como Molinero y Rufián, proceden o tienen origen en otras regiones de España. Por lo visto, Molinero prefiere enterrar el término infamante, o sobrellevarlo en silencio para tener la fiesta en paz con quienes le degradan pero le han permitido y le permiten llevar una vida desahogadísima. Ciertamente, Molinero no es de los que muerden la mano que da de comer. Más bien parece de los que la lamen.

El espectáculo que dan estos dos personajes es obsceno, bochornoso, una vergüenza y una afrenta más contra los catalanes a los que dicen defender, los charnegos escarnecidos por los nacionalistas que –por obvias y repugnantes razones electoralistas– andan ahora cortejándolos, sin por supuesto haber dejado de despreciarlos.

Rufián y Molinero son las dos caras de una misma figura, la del charnego agradecido que se vende o se somete a los nacionalistas y se vuelve en consecuencia contra los suyos y contra el resto de España, a menudo con más furor que los propios nacionalistas de la ceba, que vendría a decir una Marta Ferrusola o un Heribert Barrera.

Rufián y Molinero son de lo peor que hay en la política y en la sociedad catalanas. Una suerte de exacto opuesto de Ciudadanos, el partido que nació para combatir el nacionalismo y desterrar el ominoso esquema de catalanes de primera y de segunda que aquéllos refuerzan.

Sin la menor duda, Cataluña necesita muchas más Ineses Arrimadas y muchos menos sujetos como Rufián el "gilipollas" y el listo de Molinero.

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