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Emilio Campmany

En 2014, la libertad

Los nacionalistas catalanes nos están haciendo la bendita caridad de decir que se marchan.

Los nacionalistas catalanes nos están haciendo la bendita caridad de decir que se marchan.

La Esquerra y CiU han firmado un acuerdo de legislatura, confirmado por Mas en su discurso de investidura, por el que se comprometen a celebrar un referéndum de independencia a lo largo de 2014. Naturalmente, ese referéndum se hará para separar a Cataluña de España. Si eso finalmente ocurre, el resto de españoles tendremos una oportunidad de oro para levantar un país verdaderamente libre. Nos dimos un Estado de las Autonomías por lograr que Cataluña se encontrara cómoda siendo España. Ese Estado ha resultado ser caro, ineficaz y, especialmente en Cataluña, corrupto. No sólo eso, sino que es precisamente esa manera de organizarnos lo que amenaza con acabar con España misma, si es que la independencia de Cataluña, por sí sola, no es ya una manera de hacerlo.

Pero como no hay mal que por bien no venga, los nacionalistas catalanes, tras recibir el primer no a la última de sus peticiones, nos están haciendo la bendita caridad de decir que se marchan. Ya veremos si cumplen su palabra, pues no son gente que esté acostumbrada a honrarla, pero parece que esta vez hablan en serio. Entonces, ese maldito Estado de las Autonomías podrá ser finalmente enterrado y los españoles que queramos seguir siéndolo podremos dedicarnos a reconstruir España. Ya sé que no será fácil, porque muchos de nosotros ya nos hemos acostumbrado a tener en el terruño nuestros ministros, parlamentos, banderas e himnos, y los habrá que no quieran ahora renunciar a ello. Sin embargo, como a la fuerza ahorcan y se ha demostrado que no nos lo podemos permitir, quizá nos convenzamos de que somos demasiado pocos, demasiado pequeños y demasiado pobres para dar de comer tanta voraz autonomía como hemos creado.

Los habrá que crean que la independencia de Cataluña es un triste acontecimiento que el resto de los españoles no deberíamos tolerar en ningún caso. Eso sería admisible si no sucediera que, en realidad, hace tiempo que lo hicimos. Empezamos a hacerlo el día en que permitimos que en Cataluña no se dejara a los españoles educar a sus hijos en español. Todos lo consentimos, puesto que fueron los Gobiernos que libremente elegimos los que lo permitieron. No obstante, podría ocurrir que el Gobierno de España nos sorprendiera a todos y, para asombro de propios y extraños, se decidiera de aquí a 2014 a lo que todos sus antecesores, de derechas o de izquierdas, se negaron, esto es, a hacer que la ley se cumpla en Cataluña. Naturalmente, para eso habría que vencer la resistencia que opongan los nacionalistas, que puede ser mucha, dado que en esa región hemos permitido que lleguen a controlar todos los resortes del poder. Pero eso también serviría para hacer patente lo absurdo que es insistir en ser un Estado de las Autonomías ineficaz, caro y corrupto que ha perdido la única ventaja que tenía, que era la de satisfacer a unos nacionalistas para quienes ya se ve que no es bastante.

En cualquier caso, 2014 será una gran oportunidad. Intentemos no desaprovecharla.

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