Menú
Emilio Campmany

Enséñame la pasta

Cómo consiguen que la derecha vaya dando oxígeno a Sánchez para que sobreviva y pueda abonar lo que prometió.

Cómo consiguen que la derecha vaya dando oxígeno a Sánchez para que sobreviva y pueda abonar lo que prometió.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | EFE

El Gobierno había prometido a su electorado derogar la reforma laboral. Cuando llevó el proyecto a Bruselas, allí le dijeron que si hacía tal cosa ya se podía olvidar de los 72.000 millones de fondos europeos. La única opción que le dieron fue la de aprobar una reforma que fuera fruto de un acuerdo entre empresarios y sindicatos. Con tal de tener un trampantojo con el que fingir que cumple lo que promete, Sánchez puso a los agentes sociales a negociar. Como los empresarios no encontraban en lo que se les proponía nada que mejorara lo que ya había, el presidente estimuló su disposición al acuerdo prometiendo un determinado reparto de los fondos. Y Garamendi se avino a firmar. Cuando el decreto llegó a las Cortes, los socios habituales exigieron meter la cuchara en el texto. Sánchez se negó porque, de haberlo permitido, Bruselas le habría podido afear que lo que publicaba el BOE no se correspondía con lo acordado por sindicatos y empresarios, y adiós a los 72.000 millones. Sin el apoyo de Frankenstein, el decreto parecía abocado a ser devuelto.

¿Devuelto? Enseguida salieron voluntarios para votarlo. Ciudadanos, "por sentido de Estado", sin ninguna contraprestación confesada, listo a salvar a Sánchez a cambio de nada para que pueda seguir destrozando el país con armas como esta reforma que la CEOE cobrará a noventa días. Y UPN, indiferente a lo que el PSOE está haciendo en Navarra, a cambio de que no reprobaran al alcalde de Pamplona, como si a algún político español le importara que le reprueben nada. Aún así, los dos diputados a los que se les había encomendado ejecutar la felonía decidieron de consuno incumplir las órdenes de la dirección. Sánchez iba a ser derrotado y le iba a ser devuelto el decreto a cambio de cuya aprobación tanto dinero de los europeos había prometido.

¿Derrotado? ¿Habiendo tantísimo dinero a repartir? Nuevamente acudió la derecha a salvar al Gobierno y un diputado del PP, con la oportunidad del Séptimo de Caballería, se equivocó al votar y el decreto salió ratificado.

Los habrá que me recuerden que, de todos ellos, el único que se salva es Vox. Pero Vox tampoco se libra. Conviene recordar que, para que Sánchez pueda ofrecer lo que ofreció, primero tuvo que convalidarse un decreto que le da al Gobierno capacidad para repartir los fondos europeos a su arbitrio. Ese decreto, como este de la reforma laboral, iba a salir derrotado en enero del año pasado porque la Esquerra no quería pringarse en vísperas de las elecciones catalanas. Y, sin embargo, como al parecer siempre ha de ocurrir con los fondos de Bruselas, el decreto se salvó gracias a la abstención de Vox. ¿A cambio de qué? Al parecer, de nada. Lo votaron por lo mismo que Ciudadanos, por sentido de Estado.

Lo que habría que saber es quiénes esperan cobrar cuánto, y cómo consiguen que la derecha le vaya dando oxígeno a Sánchez para que sobreviva y pueda abonar lo que prometió. No hay más: la pasta.

Temas

En España

    0
    comentarios