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Enrique de Diego

Eh o la niña del terror

Quizás nunca se ha ejemplificado más el substrato irracional del nacionalismo que en el cartel electoral de Eh, en el que se reproduce la imagen de una niña al lado del lema Euzkal Herria. Por si queda alguna duda respecto al tosco antropomorfismo, en la presentación de la campaña se explica que ha nacido una niña que responde a tal nombre. Eso es imposible. Los entes abstractos, las entidades colectivas no son personas, ni pueden personalizarse salvo desde resabios de la edad de las cavernas y el mundo mágico.



Tal márketing supera incluso el chusquero lenguaje castrense de las naciones autoritarias, de las dictaduras, cuando la patria se ejemplifica en la madre, en la esposa o en la novia. Al margen de que la nación no es una niña, sino una forma de convivencia basada en el Estado de Derecho, la pequeña en cuestión es una psicópata compulsiva que tiene sobre su conciencia y en sus manos la sangre de cerca de un millar de víctimas y apunta una voluntad genocida. Además, sólo puede nacer aquello que no existe, porque no ha existido nunca. El irracionalismo nacionalista parte de ese voluntarismo creacionista ex nihilo. Es una mezcla de estupidez y de empanada de ideas que se trata de imponer a la trágala, por la senda del homicidio político.