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Enrique de Diego

El fuel no hace buena a la oposición

Ni los errores del Gobierno, ni una catástrofe, en la que se han puesto en evidencia muchas cosas –pero, sobre todo, la falta de una legislación internacional adecuada– hacen buena a la oposición. Tampoco el PSOE ha estado con los reflejos demasiado finos, y, al igual que en muchas de las acusaciones de Zapatero hacia el Gobierno está cargado de razón, también lo está el presidente del Gobierno cuando señala un abuso de demagogia en el líder de la oposición.

Es notorio que las comisiones de control en el Congreso han subido de nivel de tensión, pero no tanto de altura parlamentaria. Se trata de llegar al cuerpo a cuerpo, pero el debate se sitúa en el nivel de culpabilidades, y no de soluciones o alternativas.

Es difícil predecir el efecto sobre el ciudadano. Nada bueno puede esperar el PP del consenso general sobre su primer alejamiento de la realidad, pero da la impresión de que la demagogia socialista puede venir más en socorro del Bloque Nacionalista Galego que de las expectativas del PSOE.

Que un petrolero se vaya a pique soltando manchas de fuel, que no paran, frente a los mensajes siempre optimistas, y casi siempre equivocados, de Mariano Rajoy, no hace peor al Gobierno, muestra carencias previas como la falta de coordinación, un dato conocido, que se trató de paliar con los cambios ministeriales de julio. Pero tampoco hace mejor a la oposición. Ésta sigue sin resolver sus problemas internos relacionados con cuestión tan decisiva como el proyecto nacional, sigue sin modificar sus postulados económicos intervencionistas, que ya se han demostrado un error siempre que se han puesto en práctica, y continúa expresándose a través de generalidades en vez de con propuestas concretas. En el caso del “Prestige” ha estado algo más despabilada al mostrar la lentitud de Defensa para movilizar el Ejército o al proponer una autoridad europea marítima, aunque ésta última propuesta no va mucho más allá de lo clásico de nombrar una comisión o de aumentar la burocracia. Pero continúa siendo una asignatura pendiente la renovación ideológica del PSOE. Ocultar esa realidad mediante la pantalla de los errores gubernamentales no parece la solución definitiva. Salvo que “hundan” algún otro barco, como se le ha escapado un socialista, convenientemente dimitido.

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