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El partido socialista ha conseguido la unidad sobre el Plan Hidrológico de una forma harto curiosa: negando el problema es innecesaria la solución. No sólo los trasvases son políticamente incorrectos, e internamente conflictivos, además ni tan siquiera son necesarios. Como alternativa de gobierno resulta decepcionante que el PSOE se introduzca por estas sendas de política de avestruz. Desde luego, de esta forma todos contentos. Ni trasvase del Tajo ni trasvase del Ebro. ¿Dónde ha quedado el concepto solidaridad en el diccionario socialista?

Han elegido mal el momento para conseguir este consenso de la nada, en el que se establece la sacralidad de los ríos y se consagra la inviolabilidad de las fronteras naturales de las autonomías, en una reedición chusca de los reinos de taifas. Al mismo tiempo que los socialistas marchan por esa senda, los ríos Duero y Ebro lo hacen hacia la mar, desbordado el primero y a punto el segundo. En tres días, el Ebro verterá al mar el agua prevista para un año en el trasvase. Con esta crecida, doce veces más. Lo curioso es que en las zonas de España hacia donde se enviarían los excedentes las imágenes de los informativos parecen de otro planeta. Porque en la Comunidad Valenciana y en Murcia estos días no llueve, como casi siempre.