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Ibarretxe no es el inventor de ese lenguaje eufemístico vasco por el que se oculta el pensamiento pero se dan a entender las más ásperas intenciones, pero desde luego es un discípulo. Ibarretxe quiere “hablar de todo” introduciendo en el saco la independencia, palabra que curiosamente se ha convertido en tabú para los nacionalistas (autodeterminación también es un eufemismo), pero todo ello es para acercarnos, para buscar un acercamiento. ¿Cómo vamos a acercarnos a través de la independencia? ¿No es la independencia el alejamiento esencial?

La cuestión más concreta planteada, esa esotérica comisión “al más alto nivel”, que es una negociación entre estados, entre soberanías, es completamente descartada por el Gobierno de la nación que recuerda con insistencia la palabra “lealtad”, como clave en el Estado de las autonomías. Hay una comisión técnica prevista para dirimir polémicas sobre competencias, pero Ibarretxe es el presidente de una autonomía, ni menos ni más, que debe lealtad al Estatuto y la Constitución. Cuestión de la máxima importancia.