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Enrique de Diego

Ramoncín contra el top manta

Soy un asiduo de “Informe Semanal”, incluso por encima de “Operación Triunfo”. Hasta el momento me había ilustrado sobre algunas cosas, pero no me había hecho reír. Sin embargo, el del sábado de la semana pasada fue el programa más divertido que recuerdo en toda mi vida.

Reseño. Uno de los reportajes se centró en una nueva forma de economía sumergida o contrabando que recibe el nombre de top manta: grupos de inmigrantes realizan copias piratas de los discos de mayor éxito, que luego se venden también por inmigrantes ofreciendo la mercancía extendida sobre una manta, para poder recogerla, con mayor rapidez, en caso de aparición de alguna pareja de la Policía que no esté en ese momento tomando el tradicional y ocioso cafelito.

Están, como se ve, todos los ingredientes para que esa forma de estupidez que se denomina la progresía tenga un ataque de buenos sentimientos: esos inmigrantes consiguen sobrevivir gracias a esa fórmula, frente a los intereses de las multinacionales discográficas. Puede entenderse incluso como un medio de integración, pues no cabe olvidar que se trata sobre todo de magrebíes vendiendo música occidental, básicamente autóctona.

Ahora vamos con la broma. Ideólogos de la izquierda cañí del nivel de Ramoncín, primero rey del pollo frito, luego consejero áulico del felipismo y lenguaraz opinador sobre cualquier cosa, o de Víctor Manuel, empresario del sector; junto con el grupo Estopa, dales caña, pleno aire urbano. ¿Qué opinan? ¿Salieron a favor de los desheredados? ¡Que va! A favor de principios tan capitalistas como los derechos de autor, basado en las patentes; las productoras, la industria. Para Ramoncín, nada de inmigrantes sin papeles, ¡puras mafias! Gravísimo: quien compra un disco en el top manta desprecia a la cultura. ¡Lo más indigno! Para Víctor Manuel, todo ello va contra los nuevos valores. Los de Estopa consideran que se promueve ¡la explotación del hombre por el hombre!.

Magnífico. Divertido. No hay nada como que a uno le toque el bolsillo para salir como un capitalista salvaje. Los criterios defendidos fueron sensatos, lo curioso es que los oportunistas defensores se pasan la vida criticando esos principios cuando no están en juego sus intereses. ¿Deben quitarse los derechos de autor de los medicamentos contra el SIDA? Ello iría contra los nuevos valores de la investigación. Pero ahí se opina lo contrario. Hay que dar papeles a los inmigrantes ilegales, pero no, por supuesto, a los del top manta. Entrañable e hilarante gremialismo, marxismo cutre, corporativismo de la Sociedad General de Autores que convierte en capitalistas salvajes a nuestros progres de opereta y canción ligera. Pensar con el bolsillo, sin coherencia alguna.


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