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La identificación entre terrorismo y nacionalismo no es una excepción, es una constante. El nacionalismo no sólo es el último reducto de los estúpidos, también lo es de los asesinos. Una de las señas comunes de todos los totalitarismos es el nacionalismo, de forma que el internacionalismo proletario fue el único dogma marxiano que fue abandonado. Los tiranos comunistas -desde Stalin a Pol Pot, pasando por Mao y Castro- han sido y son nacionalistas, como todos los de la especie. Cuando el totalitarismo agoniza, trata de reproducirse a través del nacionalismo.

La identificación entre terrorismo etarra y nacionalismo vasco no es un sofisma aznarista, sino una persistente evidencia histórica y práctica que va desde Sabin hasta Estella/Lizarra. El racismo, la doble moral para los de la tribu y los maketos, la expresa legitimación de la violencia, son originarios. Eta es, entre otras cosas, una escisión del PNV y ahora mismo todavía uno de los pilares que sostiene a Ibarretxe y a su partido en el gobierno vasco. El PNV gobierna con EA y con la abstención activa de Hb.
La metáfora de Arzalluz sobre el árbol y las nueces es mil veces más dura y perversamente clarificadora que cualquier expresión de Aznar, que en esta materia no es precisamente de los precursores en la clarividencia. El discurso peneuvista, en cuanto revolucionario/reaccionario, y tras desde el poder haber establecido la superación del marco legal constitucional y estatutario, es mimético del etarra y legitimador de la violencia. Lo reconoce, con otras palabras, un diputado peneuvista como Joseba Arregi.

El PNV puede condenar los asesinatos, pero no puede sustraerse al hecho de que gobierna con los votos de los que han matado -ejecutores directos, colaboradores y apoyos sociales- al magistrado, a su escolta y a su chófer. Esa es la realidad. Lo demás es hipocresía, en la que el PNV ha demostrado ser contumaz especialista, con manipulación durante décadas de los complejos de las formaciones políticas constitucionalistas. La condena real de los atentados por parte del PNV sería convocar elecciones, lo único que mostraría la ruptura de su pacto de gobierno con Eta.

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