Menú
Enrique Navarro

La guerra de Ucrania nos salvará de la recesión

Un entorno de inflación, deuda excesiva y déficit alto en un momento de recesión económica nos retrotrae a los años setenta.

Un entorno de inflación, deuda excesiva y déficit alto en un momento de recesión económica nos retrotrae a los años setenta.
El presidente del Ucrania, Volodímir Zelenski, interviene por videoconferencia en la primera jornada de la cumbre de la OTAN que se celebra este miércoles en el recinto de Ifema, en Madrid. | EFE

Después de seis meses de guerra, el principal mensaje con el que se nos martillea a diario es la crisis económica consecuencia de la agresión de Rusia a Ucrania. Conviene aclarar lo siguiente para evitarnos confusiones de la realidad: la crisis económica que vive Occidente y con mayor profundidad España, nada tiene que ver con el conflicto de Ucrania, más bien, podremos decir que esta guerra, resuelta de forma satisfactoria para nuestros intereses, nos va hacer recuperar el sentido común cuya pérdida desde 2008 (por no remontarnos más atrás) nos ha llevado a una recesión económica sin procedentes. Nos permitirá evitar la recesión social, en la que confluyen factores tradicionales así como otros geoestratégicos y demográficos que no pueden quedar al margen.

La crisis a la que asistimos se llama inflación, su causa la inundación de liquidez para sostener los modelos políticos sociales de Occidente frente a la crisis de 2008; las razones: los déficits públicos insostenibles y el crecimiento incesante del endeudamiento público y privado; su tratamiento: la subida de tipos de interés, el ajuste del gasto público y la mayor competitividad de los salarios. Cualquier otro tipo de promesas que escuchen no tienen otro fin que confundirles con el fin de culpabilizar como siempre a alguien que no puede tener nada que ver con nuestras insostenibles políticas.

Obviamente todo esto no es ajeno al covid, que ha acelerado el proceso de deterioro de estas políticas, provocando justo lo contrario de lo que se demandaba en estos momento, buscándose una rápida recuperación de la demanda y oferta mediante planes de estímulos que han generado unos tremendos gaps entre la capacidad de producción y una demanda insatisfecha dispuesta a pagar cada vez más para mantener sus niveles de producción y consumo. Cualquier otra medida más allá de mantener los salarios era innecesaria y perniciosa, y en especial los fondos "Next Generation", el mayor error monetario y económico de la gestión del covid.

Un breve análisis de la evolución de algunos ratios nos explicarán este realidad a la que me refiero.

El precio del gas natural creció entre agosto de 2020 y agosto de 2021 un 304%, y entre agosto de 2021 y 2022 un 53%. Este es el precio más sensible a las consecuencias de las sanciones de Rusia. De hecho ha subido un 50% desde el mes de junio, ocasionado el mayor aprovisionamiento de reservas para el invierno y las expectativas de recorte de suministro.

Si nos vamos al precio del petróleo, en agosto de 2020 estaba en 42 dólares barril y en agosto de 2021 había subido hasta los 67 USD barril es decir un 60% más y 92,45 USD en agosto 2022, un 37% superior, también con una curva decreciente desde mayo de 2022 que alcanzó los 116 dólares por barril, lo que aconseja acabar ya con los estímulos al consumo salvo para sectores muy específicos.

El precio del cobre estaba en agosto de 2020 a 2,92 USD y en agosto de 2021 a 4,14 USD, es decir un incremento del 42% y en agosto de 2022 a 3,68USD, es decir un 12% menos. Todas las materias primas mantienen esta misma evolución. El maíz, otra "commodity" muy influenciada por el conflicto; su precio pasó de 3,37 USD en agosto de 2020 a 5,39 USD en 2021 (un incremento del 60%) y 6,27 USD en agosto de 2022, (un incremento del 16%) también con curva decreciente desde mayo.

Los aspectos que contribuyen a que la economía europea y la española vayan peor que la media mundial son el tipo de cambio Euro-Dólar, que impacta sobre los precios anteriores pagados en dólares y que tiene que ver mucho con la política monetaria. El Euro en agosto de 2019 estaba a 1,19 dólares y en agosto de 2021 a 1,17 y en agosto de 2022 a 1,04, consecuencia de que la FED cortó los estímulos a la economía mucho antes de que comenzara la guerra de Ucrania y que el BCE está en manos de despilfarradores, justo la antítesis de lo que se espera de una banca pública, salvo que uno sea de Podemos. Es decir, Europa paga por sus importaciones en dólares un 20% más que hace un año, y esto nada tiene que ver con Ucrania, viendo que el 80% de la ayuda pública a Ucrania procede de Estados Unidos y no de Europa, es decir que no hay más gasto como consecuencia del conflicto.

El segundo dato terrible para nuestra economía es el crecimiento de la deuda pública, cuyo montante creció un 100% entre 2010 y 2021, es decir acumulamos en este periodo un déficit público de 850.000 millones de Euros que gastamos más que ingresamos. Si bien la inflación (expolio fiscal) y la recuperación han permitido una recuperación de los datos de déficit y deuda entre 2021 y 2022, la inflación y la recesión empeorarán las cifras de una manera muy negativa, con la dificultad de que ya no estará el Banco Central Europeo para pagarnos la fiesta a tipos cero y cada país deberá vender su deuda a precios más realistas y ahí es donde nos lo jugamos todo.

Las previsiones de subidas de tipos de interés, viniendo de tipos negativos desde 2014 supone una alteración sustancial sin precedentes, pero es que las tasas de inflación son extremadamente altas. Si recordamos cuando vivimos tasas semejantes, los tipos de interés se movían al 6%, claro que eso era cuando estábamos solos ante el peligro monetario. Aun tratándose de subidas moderadas las que se aprueben, vienen justo en épocas de recesión que aconsejan justo todo lo contrario, es decir bajar los tipos y van a afectar de manera tremendamente negativa a las cuentas públicas y privadas.

Un entorno de inflación, deuda excesiva y déficit alto en un momento de recesión económica nos retrotrae a los años setenta; sin la política monetaria, la única manera de resistir el golpe y salir airosos sería con un ajuste fiscal fuerte o si regresamos al colonialismo y nos apropiamos de sus recursos naturales, y las dos cosas se me antojan imposibles, así que la subida de tipos, paralización de la inversión, desempleo serán los elementos dominantes en los próximos dieciocho meses, al menos.

¿Por qué la guerra es parte de la solución y no del problema? Porque la amenaza de un conflicto generalizado, el nuevo mundo de guerra fría o no tan fría, la confrontación entre los dos grandes bloques: Occidente frente Beijing y Moscú, nos deben conducir, bajo los liderazgos necesarios, a alterar nuestros esquemas políticos, económicos y de valores. Lamentablemente, para los españoles esto se me antoja de ciencia ficción. Les recomiendo que lean la última obra maestra de Kissinger sobre seis casos de liderazgo en el siglo XX que supieron afrontar los retos de su momento, a repensar las políticas, nuestras estrategias, nuestras relaciones y nuestra visión del futuro y dirigirnos a un mundo mejor y más próspero. Claro que hablamos de Adenauer frente a Scholz, Thatcher versus Boris, De Gaulle frente a Macron, Nixon versus Biden y el conductor de Singapur Lee Kuan Yew frente al caos de Extremo Oriente.

Estos nuevos liderazgos nos deben llevar a resolver el déficit energético de Occidente con soluciones que nos hagan independientes, y hoy en día eso solo es posible con la energía nuclear. Necesitamos liberalizar más la economía, generar un partenariado occidental más sólido e interoperable; necesitamos recuperar para la causa de la libertad al continente sudamericano y africano, trabajar codo a codo con la India, que debe ser nuestro gran socio en Asia; debemos volver a una cultura del esfuerzo, recuperar los valores morales individuales y colectivos; ajustar las finanzas públicas y apostar por las inversiones públicas y la gestión eficiente de los recursos sanitarios y del problema del envejecimiento, básico, porque entre las dos acumulan el 50% del gasto público.

La otra opción es aceptar el fin de la democracia y la libertad y echarse en manos de modelos autoritarios de corte estatista que nos venderán una falsa prosperidad basada en un mayor control de la economía por los estados, que acabará, como siempre en miseria, corrupción y muerte.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios