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Eva Miquel Subías

Esos falsos y queridos micrófonos

Federico Trillo marcó el inicio en España de lo que viene siendo una pillada in fraganti fuera de micro. Su ya legendario "manda huevos" presidencial desató, además, todo tipo de lecturas a posteriori.

Federico Trillo marcó el inicio en España de lo que viene siendo una pillada in fraganti fuera de micro. Su ya legendario "manda huevos" presidencial desató, además, todo tipo de lecturas a posteriori, dudando incluso si tan castiza expresión había sido escogida escrupulosamente para la ocasión o se debía simplemente a un descuido fruto de la espontaneidad.

Lo cierto es que dio mucho juego por entonces. Y hasta el día de hoy muchas han sido las anécdotas protagonizadas por unos y otros al respecto de esos supuestos despistes.

El último de ellos lo ha protagonizado Alfredo Pérez Rubalcaba instantes previos a una reunión del Grupo Parlamentario Socialista en la que el actual líder de la oposición hacía gala ante Eduardo Madina de conocer la identidad de la "filtradora"; la que según parece, detalla los pormenores de los debates internos que llevan a cabo habitualmente y en los que se abordan asuntos como la petición o no de una comisión de investigación sobre el desarrollo del proceso de Bankia.

Y así, mientras los medios gráficos realizaban unos "mudos" y tomaban las correspondientes imágenes, captaron al vuelo las palabras del Secretario General del PSOE pronunciando el nombre de Maru, por Maru Menéndez. "Y ahora –apuntaba– tengo que echarla".

Dejando de lado algunos más que evidentes encontronazos como la confesión de Sarkozy a Obama al respecto de sus malas relaciones con Netanyahu, que, es de suponer, no beneficiaba en lo más mínimo a ninguno de ellos, hay quien sostiene que no son pocas las ocasiones en las que el protagonista del suceso prepara debidamente su pose cuidadosamente descuidada.

Con lo que al componente enrevesado que de por sí destila la política por cada uno de sus poros, hay que añadirle el "falso robado" –me encanta la terminología de la prensa del cuore–, hay que sumarle sus dobles intenciones y hay que estudiar los efectos colaterales. Todo ello, además, moviendo las fichas con estrategias calculadas siempre dentro de tu misma formación, que acostumbran a ser siempre las más maquiavélicamente sofisticadas.

El poder, al fin y al cabo, tiene efectos unificadores. Interesadamente unificadores. Bálsamo reparador de las bases. Pero la oposición es la que siempre abre la veda a las corrientes, que se pasean a su antojo ocasionando más de un constipado. Es algo cíclico, pero constante.

En Estados Unidos, de hecho, funciona como una técnica más. Una herramienta que te permite conocer la aceptación del lado más espontáneo o más humano del candidato en cuestión. Una herramienta que funciona como sistema de medición de intenciones y sus posibles consecuencias de llevarse a cabo la determinada "afirmación robada". Y una técnica para advertir de alguna manera al contrario.

Porque ya sabemos que un paso innecesario favorece siempre al adversario. Un viejo amigo me recordaba hace poco estas palabras que aprendió durante el servicio militar, algo ya –espero no se ofenda– lejano. Y al parecer, no las ha olvidado, como tantas máximas que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, aunque no siempre les prestemos la debida atención.

Y ahora, además, con el retweet de turno. Que ya sabemos de su condición de arma de doble filo. Un subidón de ego inicial, una mini reflexión posterior y un ay ay ay final en el que puedes llegar a maldecir esos 140 caracteres por un tiempo.

Aunque a ver quién averigua ahora, tal y como está la cosa, cuáles son tweets reales, cuáles espontáneos o cuáles entregados con mimo al descuido.

Vamos, como los discursos improvisados de Winston Churchill, esos que decía que había estado preparando toda la tarde.

En España

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