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LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA

El humo argentino: quién prendió el fuego

Ya se sabe que en la Argentina pasan las mismas cosas que pasan en el resto del mundo, pero en peor. Resulta que el viento ha desparramado sobre la ciudad de Buenos Aires, la correspondiente provincia y las de Entre Ríos y Santa Fe, y, de paso, sobre buena parte de Uruguay, una nube de humo que no se ha movido de allí en varios días, generando enfermedades varias y, aunque no se ha dicho, no pocos óbitos de indefensos ante los problemas respiratorios.

Ya se sabe que en la Argentina pasan las mismas cosas que pasan en el resto del mundo, pero en peor. Resulta que el viento ha desparramado sobre la ciudad de Buenos Aires, la correspondiente provincia y las de Entre Ríos y Santa Fe, y, de paso, sobre buena parte de Uruguay, una nube de humo que no se ha movido de allí en varios días, generando enfermedades varias y, aunque no se ha dicho, no pocos óbitos de indefensos ante los problemas respiratorios.

A todo eso hay que sumar los muertos en accidentes por la falta de visibilidad en las carreteras, la suspensión de servicios de transporte y el cierre de los aeropuertos de la región, empezando por Ezeiza (Buenos Aires) y Carrasco (Montevideo).

Y, como es habitual, no hay culpables, la presidenta no explicó absolutamente nada y hay que deducir de los escasos datos de que disponemos qué es lo que realmente ha ocurrido.

El primer dato por considerar es que esto sucede en pleno conflicto del Gobierno con lo que se ha dado en llamar genéricamente "el campo", es decir, los productores agropecuarios y ganaderos, fuente de la mayor parte de riqueza del país: la Argentina es el primer productor de alimentos per cápita del mundo, el octavo en producción global y el quinto exportador. A ese universo, que da de comer a 200 millones de seres humanos, se le ha querido, se le quiere imponer una retención fiscal del 40%. Mucho dinero, por supuesto, que no se sabe jamás adónde va a parar, aunque se sospeche que a las manos de los gobernantes y sus secuaces (y no hablo únicamente de los Kirchner, porque las evaporaciones son habituales en las arcas del Estado, o en el camino que debería desembocar en las arcas del Estado, desde hace largas décadas).
 
Pues bien: "el campo" es tan bestia que ha decidido de pronto desbrozar por medio del fuego, todos los agricultores y ganaderos a la vez y en condiciones climáticas poco favorables, como hombres del Neolítico. Este asunto se discutió muchas veces en España, y hasta hay un anuncio oficial del Estado en que se plantea el papel del fuego del desbroce (que, curiosamente, no suscitó protesta alguna de las organizaciones agrarias) en la generación de incendios.
 
Los que tenemos un respeto profundo por esas actividades, es decir, aquellos a los que no nos da vergüenza decir que descendemos de labriegos o de pastores, como todo el mundo, del rey abajo, sabemos bien que la limpieza ígnea de los campos es una actividad bien controlada, con siglos de experiencia a sus espaldas. Pero al Gobierno Kirchner (tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando) le conviene que, entre toses desesperadas y con los ojos llenos de lágrimas, los urbanitas porteños y montevideanos maldigan a los "del campo". Incluso en España, el habitualmente objetivo diario La Razón tituló estos días: "La protesta del agricultores asfixia Buenos Aires", que es lo que los K quieren que la gente piense.
 
El segundo dato es que hay fuego en una superficie de entre 70.000 y 120.000 hectáreas, nada preocupante si se tiene en cuenta que el territorio nacional abarca nada menos que 277.823.400 hectáreas, que la superficie de las tres provincias afectadas suma 51.935.900 hectáreas, un poco más que el total de la superficie de España, que es de 50.464.500 hectáreas.
 
El tercer dato es que el Gobierno ha determinado (se ignora el método de recuento) la existencia de 570 focos en las 70.000 hectáreas afectadas en la provincia de Entre Ríos y el delta del río Paraná. Lo que llevaría a pensar, hasta al más ingenuo, en una acción profesional perfectamente coordinada. Pero lo que pretende el Gobierno es implicar a 570 pequeños, medianos y grandes ganaderos y agricultores en el desbroce desmedido y, en consecuencia, en una acción suicida de la que son los primeros perjudicados.
 
Urgente 24, medio digital gobernado por el brillante periodista Edgar Mainhard (que también dirige la recomendable revista Edición i), ha publicado el pasado día 17 los siguientes comentarios:
"(...) algunos medios se encargaron de asegurar que estos incendios son [normales] para levantar la pastura y sembrar nueva"; "según las dotaciones de bomberos que trabajan en el siniestro, los incendios fueron provocados, aunque las características de un incendio controlado (como el que suelen encender los ganaderos para renovar sus pasturas) no se encuentran en estos casos"; "fuentes de la Gendamería Nacional aseguran que los focos están repartidos intermitentemente en una zona de cientos de hectáreas y no en un solo frente o línea controlable"; "por la ciudad de Arrecifes se comenta que se han visto camionetas que no son del lugar recorriendo algunas fincas en actitud sospechosa (aunque esto pueda ser parte del imaginario popular tendente a la conspiración, no es un dato despreciable)"; "así, el conflicto con el campo toma otro cariz y, por el incendio, automáticamente se ven perjudicados los ganaderos (por haberse vuelto sospechosos de homicidio doloso dada su responsabilidad sobre el incendio)"; "el beneficiado con el humo, el gobierno, que logró que ciertos temas dejaran de estar en las portadas de los diarios y los portales por lo menos por un día"; "lo que plantea esta nube de humo es un cambio en la agenda de los medios, relacionado con el campo (...) pero a la vez buscando incriminar a uno de los sectores que participaron activamente en una protesta que dejó desabastecido de alimentos al país por varios días (perjudicando la imagen de Cristina de Kirchner, obviamente); "el problema más grande (para el gobierno, claro) no es la salud de los ciudadanos, ni tampoco los choques en las rutas o las pérdidas que puedan llegar a sufrir los propietarios de los campos incendiados, sino el cambio de agenda: esa cortina de humo que literalmente ha sido desplegada sin importar el resto de los temas".
Naturalmente, nadie va acusar al Gobierno de quemar los campos. Ni de mandar quemarlos. Y tampoco nadie va a pedir a los K que investiguen, puesto que ya es sabido que la opacidad es una de las características salientes del régimen. Sólo nos queda el tan mencionado como inútil cui bono: ¿a quién le conviene que esto sea así? No a los ganaderos ni a los agricultores, buena parte de ellos conversos a la soja. Pero al Gobierno tampoco acaba de convenirle, salvo en el terreno de la imagen política, puesto que tenía y tiene la intención de meterse en el bolsillo el 40% de su producción. ¿Es posible que sólo sea una advertencia mafiosa de proporciones descomunales, para asegurarse el 40% de la producción del año próximo?
 
La mafia existe. Bajo manto piquetero, por ejemplo, o bajo mando de conductores que pasan por ahí (por Arrecifes, por ejemplo). López Rega está muerto, y no sé si viven Cesarsky (de larga actuación en España: uno de los de Montejurra), Norma Kennedy o Giovenco, pero en todo caso estarán para la jubilación. Sabemos bien que vive Almirón, que gozó de impunidad en España durante largos años. Felipe Romeo, director de El Caudillo, la publicación oficial de la Triple A, fue entrevistado en Página/12 el 7 de enero de 2007: él publicaba las listas de los que había que matar y había difundido la consigna "El mejor enemigo es el enemigo muerto"; ahora se dedica a restaurar cúpulas, a los 63 años. Pero hay una nueva generación dedicada a las mismas cosas a las que se dedicaban la Triple A y el Comando de Organización.
 
Todo lo que pasó puede volver a pasar, sobre todo si se tiene en cuenta que los que hoy son régimen fueron en el pasado setentistas montoneros o lopez-reguistas. No hay que olvidar que lo que sucedió entre 1970 y 1976, como preanuncio de la dictadura y con la colaboración de los izquierdistas desconcertados de entonces (como quien firma estas líneas), fue en esencia una guerra civil peronista, el estallido de las contradicciones internas del movimiento, que no han sido superadas, sólo pospuestas.
 
 
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