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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

El suave perfume del fracaso

El viaje de Condoleezza Rice por Europa, después de su estancia en Próximo Oriente, fue un éxito, en el sentido de que logró perfectamente su cometido. La prensa europea, y sobre todo la francesa –lo cual tiene su lógica, ya que Francia se creyó se encabeza el campo antiyanqui mundial–, tuvo reacciones bastante divertidas. Al principio dominó la voz de quienes sesudamente opinaban que Bush y su Gobierno se habían dado cuenta de sus errores, que ponían fin a su “unilateralismo”, y casi afirmaban que, a fin de cuentas, la señora Rice venía a “pedir perdón” a Europa, en nombre del presidente Bush.

El viaje de Condoleezza Rice por Europa, después de su estancia en Próximo Oriente, fue un éxito, en el sentido de que logró perfectamente su cometido. La prensa europea, y sobre todo la francesa –lo cual tiene su lógica, ya que Francia se creyó se encabeza el campo antiyanqui mundial–, tuvo reacciones bastante divertidas. Al principio dominó la voz de quienes sesudamente opinaban que Bush y su Gobierno se habían dado cuenta de sus errores, que ponían fin a su “unilateralismo”, y casi afirmaban que, a fin de cuentas, la señora Rice venía a “pedir perdón” a Europa, en nombre del presidente Bush.
José Luis Rodríguez Zapatero y Jacques Chirac.
Poco a poco, al ritmo de las declaraciones y entrevistas de la secretaria de Estado norteamericana, el tono cambió, y los más fanáticos antiyanquis aprovecharon para vociferar: “¡No han cambiado nada! ¡Siguen con la misma soberbia de superpotencia!”. Los fanáticos moderados intentaron convencerse de que, pese a todo, una nueva era de las relaciones bilaterales USA/Europa había comenzado, y que, pese a los desacuerdos y problemas persistentes, era de nuevo posible dialogar y negociar con EEUU.
 
Pura filfa. En realidad, uniendo la cortesía diplomática a la firmeza política, la señora Rice mantuvo en lo esencial la misma “hoja de ruta” que ayer: la necesaria intervención militar en Irak, el gran paso democrático que constituye la primera celebración de elecciones –cuyo resultado no es tan catastrófico como lo que esperaban los antiyanquis, no por amor a los chiitas, sino por odio a los USA–, la urgencia de unidad en la lucha contra el terrorismo islámico y las tiranías, el peligro que representan países como Corea del Norte, Irán, etcétera. Y en estas condiciones, y frente a estos peligros, sería muy deseable una alianza transatlántica Europa/USA.
 
Condoleezza Rice.Pues eso, el Gobierno Bush lo ha dicho siempre, no tiene nada nuevo, y si se lanzaron solos –con el Reino Unido– a la guerra fue sencillamente porque Francia y Alemania lograron imponer silencio a la mayoría de países europeos disconformes con su política antiyanqui y pro Sadam Husein. Fue una lección de democracia “ a la europea”, que no debemos olvidar.
 
Es de sentido común considerar que una alianza atlántica Europa /USA es mil veces preferible al efímero enfrentamiento de una parte de Europa contra los USA. Todo depende, claro, del sentido político que pueda tener esa alianza, porque si se trata de la postura chiraquiana de “petróleo contra traición”, apaga y vámonos; pero si se trata, con todos los matices que sean y reconociendo las diferencias (como sobre Turquía, por ejemplo), de una política de legítima defensa de la democracia, que es, o se asemeja, a la política norteamericana, entonces claro que se habría reforzado considerablemente el frente de la democracia contra las tiranías y el terrorismo.
 
En mi opinión, esa alianza democrática internacional no debe limitarse a la colaboración de nuestra incierta Europa con EEUU, sino extenderse a los demás países democráticos del planeta: Australia, India, Japón, etcétera. En muchos aspectos, bastantes países latinoamericanos pueden ser así mismo considerados como democráticos; eso no quita que el lamentable espectáculo antiyanqui de gentes como Ricardo Lagos o Vicente Fox, y muchos otros, me dejen perplejo.
 
En definitiva, este viaje de Condoleezza Rice por Europa demuestra el fracaso, aun relativo, de los antiyanquis europeos. Aún quedan fuertes bastiones reaccionarios, como lo demuestra el cambio de política de la UE en relación con la tiranía castrista –cambio denunciado hace poco por Vaclav Havel–, y no faltan otros ejemplos, pero es indudable que Francia y Chirac se están quedando muy solos.
 
Tomemos el ridículo ejemplo del reciente mitin de Barcelona a favor del “sí” a la Constitución europea. A ese acto debían asistir el canciller alemán, Gerhard Schröder, y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, pero no asistieron, y se disculparon con el pretexto de la gripe. No hablemos de Berlusconi, acostumbrado a las enfermedades diplomáticas, que le impidieron asistir, por ejemplo, a la reunión de las Azores, con Bush, Blair y Aznar (sin olvidarnos de Durao Barroso, entonces primer ministro portugués, que no se limitó a ejercer de anfitrión, sino que apoyó claramente la política del “trío de las Azores”, como se los calificó con sorna, cuando fue un momento de dignidad y firmeza democráticas).
 
Hay escupitajos que ensucian las caras de quienes escupen, don Felipe. Es por eso, evidentemente, que los rojipardos y los lelos del Parlamento europeo se mostraron tan sectarios contra Durao Barroso cuando fue nombrado presidente de la Comisión europea.
 
El canciller alemán, Gerhard Schroeder.El caso del canciller Schröder es muy diferente. También fingió gripe, pero ese enfermo gozaba de tan buena salud que no paró de salir en la foto, en reuniones y mítines en Alemania y, sobre todo, el sábado por la tarde, en Múnich, donde asistió a la Conferencia Internacional sobre Seguridad. Claro que en Múnich también estaba Donald Rumsfeld, y entre éste y Rodríguez Z., Schröder sabe con quién se juega los cuartos.
 
De todas formas, el boicot o el rechazo a Zapatero fue tan evidente que, si lo de la gripe hubiera tenido el menor ápice de realidad y consideraran que el menuet de Barcelona tenía su importancia, alemanes e italianos hubieran enviado, en sustitución, a sus ministros de Exteriores, o de Asuntos Europeos, o a cualquier personalidad política de primer plano, y no lo hicieron.
 
Algunos ingenuos me dirán: pero si no estaba sólo Rodríguez Z., también estaba Chirac. Precisamente por eso, caballeros, precisamente por eso. Los dirigentes europeos están cada día más hartos de las ínfulas bonapartistas de Chirac, y consideran que, de vez en cuando, una buena ducha fría en invierno no le vendría del todo mal. ¡Europa unida, jamás vencida!
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