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REINO UNIDO

La idea de Big Society o la revolución punk de Cameron

Han pasado poco más de tres meses desde la victoria de David Cameron, pero el nuevo primer ministro británico ya ha dado muestras del camino por el que piensa transitar, de la mano de los liberal-demócratas de Nick Clegg: el radicalismo liberal.


	Han pasado poco más de tres meses desde la victoria de David Cameron, pero el nuevo primer ministro británico ya ha dado muestras del camino por el que piensa transitar, de la mano de los liberal-demócratas de Nick Clegg: el radicalismo liberal.

La fórmula que resume sus intenciones es ésta: Big Society. Suena a hamburguesa o a programa de televisión, pero en realidad es un misil teledirigido contra el Estado Providencia. El objetivo es someter a una estricta cura de adelgazamiento a la burocracia de las Islas, en el marco de una acción descentralizadora, individualista y liberal que puede dejar a la mismísima Margaret Thatcher convertida en una vulgar apparatchik.

The Economist ha ilustrado los primeros 100 días de Cameron con una portada en la que el premier aparece en blanco y negro y luciendo una aparatosa cresta punk con los colores de la Union Jack; el titular es harto elocuente: "Radical Britain. The West's most daring government".

Uno de los hombres clave en toda esta historia es el más cercano asesor de Cameron, Steve Hilton (41 años), hijo de unos refugiados húngaros que pidieron asilo político en Gran Bretaña tras la invasión soviética de su país en 1956. Hilton sigue la estela de otras víctimas del totalitarismo que aportaron savia nueva al mundo anglosajón a la hora de defender los principios de la libertad de conciencia y de mercado: pensemos, por ejemplo, en Hayek. Este tipo extravagante, que evita por todos los medios llevar traje y corbata y que se ha hecho un hueco en The Thick of It, la serie sobre las interioridades de Downing Street que emite el Channel Four de la BBC, fue quien acuñó el concepto y la idea de Big Society.

Frente a lo que podría parecer, Big Society no supone la refutación de uno de los pilares del thatcherismo: "There is no such thing as society". En realidad, la Big Society pretende plantar cara a y derrotar al concepto socialista de Big Government.

Otro nombre que hay que tener en cuenta es el de la mentora de Hilton, la norteamericana Elinor Ostrom (Los Angeles, 1933), premio Nobel de Economía en 2009. En ella se han inspirado los nuevos tories para ceder poder a los ciudadanos en detrimento del Estado y como vía de progreso y desarrollo social.

En el fondo hay mucha idea neocon en este fermento liberal-conservador, en buena parte conformado por gente que viene de la izquierda –Hilton se define a sí mismo como verde y progresista– pero que entiende que la izquierda ha abandonado la defensa de la libertad y abrazado el totalitarismo.

¿Qué es la Big Society? ¿Se trata de un simple eslogan gubernamental, o alberga la semilla de un programa aplicable? Quizá el mejor resumen lo hizo el propio Cameron en el discurso que pronunció en Liverpool el pasado 19 de julio. En el fondo se trata de una especie de tercera vía del liberalismo político que hace hincapié en la transparencia, la descentralización y la responsabilidad individual; una especie de programa de demolición controlada del Estado mediante la paulatina cesión de poder a los ciudadanos.

Uno de los pilares de la Big Society es la transparencia: hay que poner el Estado al servicio de los individuos y no al contrario, dar cuenta a los electores de lo que hacen los políticos, hacer efectivo el derecho de todo ciudadano a saber en qué se gasta cada penique de su dinero. Solo desde esta premisa los ciudadanos dejarán de ver al Estado como un ladrón que malgasta lo que recauda y empezarán a sentirse concernidos por lo que haga. Entonces los ciudadanos serán el Estado, podrán decidir dónde gastar y dónde no; participar, en fin, en la mejora de los servicios.

La idea es que la transparencia y la participación se hagan realidad a través de las nuevas tecnologías, que serían las encargadas de crear un sistema cada vez menos jerárquico y más en red, en el que cualquier persona podrá estar conectada directamente a los órganos de decisión. En sus momentos más visionarios, Hilton ha llegado a hablar del nacimiento de una edad de oro "post-burocrática". De hecho, cuando se pone estupendo confiesa que el objetivo final de su propuesta es pasar del Big Government al No Government. Y este es el hombre que más influye en el actual primer ministro británico.

Otro de los pilares del proyecto de Cameron es la descentralización. "Debemos dar a las comunidades locales el poder de decidir qué hacer con sus parques, sus bibliotecas o sus oficinas de correos", dice el premier. Y añade:

Debemos movernos hacia lo que Phil Redmond ha llamado "nivel nano" de la sociedad, es decir, debemos pasar de las comunidades a los barrios, de los barrios a los individuos.

Más elementos fundamentales de la Big Society: la familia, la educación y el trabajo. Es en estos tres campos en los que se propone actuar el Gobierno británico para impulsar el desarrollo de su proyecto, que, por tanto, sólo empezaría a dar frutos a medio y largo plazo. Cameron habla de una vuelta a los valores de la familia, la educación y el trabajo en términos de un "nuevo conservadurismo", pero estamos más bien en un escenario post-político, en el que la clave estará en que el poder y los recursos queden en manos de la sociedad civil, eliminando ayudas al desarrollo y subvenciones estatales. Esta política no está tan lejos de la new governance de Obama, que hace unos días volvió a hablar de su propósito de reducir la presión fiscal sobre las empresas. Obama no es un nuevo Jimmy Carter, como algunos quieren hacernos creer; su política real tiene poco que ver con la caricatura que hacen algunos en España, siguiendo a ciertos sectores del republicanismo norteamericano y a la izquierda europea más cateta.

Lo cierto es que una ola de liberalismo se está extendiendo por el norte de Europa, al tiempo que la burocracia planificadora hunde progresivamente a los PIGS, epecialmente a España, Grecia y Portugal. En los últimos meses hemos visto la victoria del liberal Mark Rutte (VVD) en Holanda, el espectacular resultado de la juventud liberal eslovaca agrupada en torno a Sloboda Solidarita –que ha sido clave para desalojar al incompetente gobierno del socialdemócrata SMER–, la elección de Bronislaw Komorowski como nuevo presidente de Polonia y el asentamiento de gobiernos favorables a la libertad en países como Hungría, Letonia o Suecia (así lo indican todos los sondeos, a la espera de los comicios del próximo día 19). En este escenario, Londres y Berlín actúan como eje de referencia.

La propuesta de la Big Society ha generado burlas y críticas en Gran Bretaña, tanto en el bando conservador como desde posiciones laboristas, y especialmente en la inmensa galaxia de organizaciones subvencionadas, que temen quedarse sin su ración de fondos públicos a fin de mes. Pero la determinación del Gobierno británico es sorprendentemente firme, y para ello cuenta con suficiente respaldo cultural y popular, al menos por el momento. Ya se ha empezado a trabajar en cuatro distritos: Sutton, Windsor, Eden Valley y Liverpool, zonas muy diversas entre sí, rurales, urbanas y periféricas, con entornos y circunstancias muy distintas.

Cameron lo tiene todo para convertirse en un gran primer ministro. Por el momento, ha puesto sus cartas sobre la mesa. Ahora tiene que jugarlas.

 

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