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ORIENTE MEDIO

Vargas Llosa e Israel

En su suplemento acerca de Gaza, Cisjordania e Israel publicado por el diario argentino La Nación el 10 de octubre de 2005, Mario Vargas Llosa escribe, en la nota titulada ‘El secreto de Ariel Sharon’: “En la idea sionista –un estado sólo para judíos– (…)”. No queda claro si ésta es una definición que él acepta o sólo una de los dos autores que cita, Ilan Pape y Amira Hass. En cualquier caso, es una definición falsa.

En su suplemento acerca de Gaza, Cisjordania e Israel publicado por el diario argentino La Nación el 10 de octubre de 2005, Mario Vargas Llosa escribe, en la nota titulada ‘El secreto de Ariel Sharon’: “En la idea sionista –un estado sólo para judíos– (…)”. No queda claro si ésta es una definición que él acepta o sólo una de los dos autores que cita, Ilan Pape y Amira Hass. En cualquier caso, es una definición falsa.
El día de la declaración de la independencia del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, el más importante líder sionista del siglo XX, considerado el fundador del Estado hebreo y el primero de sus primeros ministros, David Ben Gurión, leyó, en la Declaración de Independencia, el siguiente párrafo, que permaneció inscripto para siempre como parte de la declaración de principios de Israel:
 
"En medio de esta injustificada agresión, llamamos a los habitantes árabes del Estado de Israel a preservar el camino de la paz y jugar su rol y su parte en el desarrollo del Estado, sobre las bases de una completa e igualitaria ciudadanía, y debida representación en todos los cuerpos e instituciones, provisionales y permanentes".
 
Este párrafo no me lo citó un historiador revisionista, ni un escritor de ficción; es parte central de la declaración de Independencia y fundación del Estado de Israel. Un par de horas después de leído este párrafo, seis ejércitos árabes, limítrofes y no limítrofes con el flamante Estado –Egipto, Siria, Transjordania, Líbano, Arabia Saudita e Irak–, invadieron el Estado de Israel y se cobraron las vidas del uno por ciento de la población judía, cuyo único pecado había sido declarar su independencia de acuerdo con el mandato de la votación mayoritaria de la Naciones Unidas. De 600.000 judíos habitantes de Israel, mataron a 6.000.
 
David ben Gurión lee la Declaración de Independencia, ante un retrato de Teodoro Herzl.No sólo Ben Gurión convocó a los árabes de Israel a permanecer en el país desde la Declaración de Independencia, también la federación de trabajadores judíos de Haifa, desde un 'Llamado a los árabes de Haifa', proclamaba el 28 de abril del 48:
 
"No temáis. No destruyáis vuestras casas con vuestras propias manos. No suprimáis vuestras fuentes de trabajo. No provoquéis vuestra innecesaria tragedia con una innecesaria evacuación. Al mudaros os entregaréis a la pobreza y a la humillación".
 
En el mismo mes, en cambio, el oficial iraquí al mando de la tropas árabes en Yafo declaraba: "No me importa que se destruya Jaffa, si logramos destruir Tel Aviv". El muftí de Jerusalem, solo unos años antes aliado de los nazis, llamaba desde muy temprano a evacuar la zona para luego regresar a sangre y fuego.
 
También sería importante señalar que los diversos movimientos sionistas previos al siglo XX, como los judíos rusos llamados "Amantes de Sión", eran o bien románticos socialistas o religiosos desarmados, y no se planteaban más que vivir pacíficamente, en minoría, en lo que llamaban "la Tierra de Israel". Mal podía haber planteado ninguno de ellos una tierra sólo para judíos. Lo contrario fue cierto: a los pocos judíos que vivían en Hebrón, en 1929, los exterminó un pogrom árabe. Hasta 1936 volvió otro escaso centenar, y volvieron a masacrarlos, con otro pogrom árabe, en ese mismo año. Se reunían en esa ciudad simplemente porque allí se hallaban las tumbas de sus patriarcas, y no reclamaban ningún derecho político ni social. Apenas el derecho a vivir, que no les fue concedido.
 
Si con estos datos no alcanzara para rechazar la infamante acusación de que la idea sionista propone un Estado exclusivo para judíos, habría que recordar que en Israel viven, con mayores derechos, acceso a la salud y a la educación que en el resto del Medio Oriente, más de un millón y medio de árabes israelíes, en una población total de alrededor de seis millones de personas. Por el contrario, de los millones de judíos que alguna vez poblaron el mundo árabe, los hoy restantes en Siria, Egipto, Irak, bordean apenas el centenar de individuos. En Libia, Arabia Saudita, Sudán, no se sabe si vive algún judío, pero, en tal caso, no pasarían de la decena de individuos. En Jordania, aunque no vive ningún judío, los judíos tienen prohibido comprar tierras. Y al igual que en éstos, en el resto de los países del mundo árabe les han sido conculcados sus derechos, aún más, si cabe, que a sus compatriotas árabes, a los que se los conculcan no por su etnia, sino por el sólo hecho de ser súbditos bajo una dictadura, de las que Vargas Llosa en el pasado abominaba.
 
También habría que recordar que no se escucha el reclamo de que puedan vivir judíos en Gaza o en Cisjordania, igual que viven árabes en Israel, con los mismos derechos y las mismas obligaciones que éstos. Por el contrario, pareciera que la paz sólo puede pasar por la expulsión absoluta de hasta el último judío en Gaza y Cisjordania.
 
Que Israel no es un Estado sólo para judíos está demostrado por la misma composición de su población. Pero también está demostrado que sí existen, en el Medio Oriente, territorios en donde está prohibido que vivan judíos.
 
Mario Vargas Llosa.En todo el suplemento de Mario Vargas Llosa flota la idea de que, además de lo que interpreta como una idea racista y xenófoba, el sionismo (siguiendo la definición promovida por la URSS y el bloque del Tercer Mundo en 1975: "Sionismo es racismo"), la guerra, o la falta de paz, entre árabes y judíos se debe a la entrada de Israel en Gaza y Cisjordania en 1967, durante la Guerra de los Seis Días. Esto nos dejaría afuera el dato de que entre 1948 y 1956, por ejemplo, Israel no tuvo un solo pie ni en Gaza ni en Cirsjordania, y que desde ambas fronteras se colaban los fedayines terroristas palestinos, que en el breve lapso de esos ocho años se cobraron las vidas de más de mil judíos: niños, mujeres, ancianos, granjeros… Casi nunca soldados.
 
En 1956 Israel realizó un operativo que lo llevó por primera vez a la Franja de Gaza. Se mantuvo allí unos escasos meses, y cuando las Naciones Unidas garantizaron la paz y la seguridad en las fronteras los israelíes se retiraron hasta del último grano de arena. Lo que siguió fue una nueva andanada de ataques terroristas y provocaciones. Entre 1948 y 1967, nunca se repetirá lo suficiente, Egipto dominaba la Franja de Gaza, y Jordania la Cisjordania. Nunca en esos 19 años, jamás, ni por un instante, ni Egipto ni Jordania propusieron un Estado palestino. Ni elevaron universidades. Ni mejoraron la salud, ni la educación.
 
El primer Estado de la región que aceptó por primera vez la idea de un Estado árabe palestino fue Israel. Desde 1967 y hasta 1987, año de la única Intifada, la suerte de los palestinos mejoró radicalmente: alzaron universidades, gozaron de mayor libertad de expresión, mejoraron su nivel de salud y de vida. Digo año de la "única" Intifada porque no queda claro a qué se refiere Mario Vargas Llosa con lo de "Segunda Intifada". ¿Cuál fue el levantamiento armado palestino de 2001? ¿La seguidilla de atentados suicidas? ¿Cuál otro conoce Vargas Llosa? Porque en un párrafo los llama "criminales fanáticos", en otros "extremistas islámicos", y en un tercero se refiere a un "levantamiento armado" como si no tuviera relación con los dos primeros fenómenos.
 
La Intifada de 1987 fue original: por primera vez los militantes palestinos, en vez de poner bombas en lugares públicos, matar niños, mujeres y ancianos, arrojaron piedras a los soldados israelíes. Se enfrentaron, realmente, en inferioridad de condiciones, contra contingentes armados. Fue entonces cuando comenzaron las negociaciones que derivaron en Oslo, en 1993. Pero la seguidilla de atentados sucidas de 2001, iguales a los atentados contra Madrid, contra Londres, contra las Torres Gemelas de Nueva York… ¿por qué los denomina Vargas Llosa con el mismo nombre que al de aquella revuelta popular del 87? Y luego de que su interlocutor Yaser Abed Rabbo le dice con todas las letras: "No nos daban el 98%. Nos daban el 94%", de todos modos Vargas Llosa insiste en llamar "levantamiento armado" a la seguidilla de atentados sucidas de 2001, y lo explica con la visita que Sharon hizo, concertada con el aparato de seguridad palestino, a la Explanada del Templo, en Jerusalem.
 
¿Realmente le parece a Vargas Llosa que, luego de haber obtenido el 94% de sus reclamos, incluyendo negociaciones sobre Jerusalem, faltando sólo un 4%, fue una visita de Sharon a un sitio sagrado tanto para judíos como para musulmanes lo que disparó la seguidilla de atentados suicidas a la que él llama "levantamiento armado"? ¿No le parece que a este razonamiento le está faltando algo de lógica? ¿No hay algo de fanatismo laico también en Vargas Llosa cuando explica una seguidilla de atentados suicidas con el motivo de que un líder de la oposición visita a pie un sitio que considera sagrado? Aun cuando consideremos tal o cual acción ofensiva, ¿ha vuelto Vargas Llosa a sus raíces izquierdistas también en el concepto de que "la violencia es la partera de la historia", como para no poder proponer que a la visita de Sharon se podría haber contestado con manifestaciones políticas y no con atentados suicidas?
 
Ariel Sharon.La prueba de Vargas Llosa para iniciar su suplemento aseverando que a Sharon su madre lo acunó cantándole "No confíes en los árabes" –"No sé cuántos israelíes me lo contaron", dice– carece de la más mínima seriedad. No es poco serio, en cambio, el dato comprobable de que el actual primer ministro fue uno de los principales artífices, en el Gobierno de Beguin, del tratado de paz con Egipto en los años 70, que le reintegró a este país el 100% de la tierra reclamada.
 
Sharon logró forjar una muy buena relación con el presidente Sadat, al punto de ayudarlo en el cultivo de sus granjas personales, y en estrategias agrícolas para Egipto. Pero aún mucho más importante: Sharon desalojó a los pobladores judíos de la localidad de Yamit, en los años 80, para reintegrar esa tierra a Egipto, tal como rezaba el tratado de Camp David suscripto entre Sadat y Beguin. No sé qué canciones de cuna le cantaron, pero es innegable que Sharon confió en el más importante de los países árabes, y confió la propia seguridad de su Estado.
 
Las preocupaciones de Vargas Llosa respecto a la estrategia futura de Sharon no deberían ser tan terminantes: Israel, a diferencia de sus vecinos, es una democracia. Por muchas estategias que Sharon planeara, quedará en manos del próximo Gobierno –y habitualmente, tras una continuidad del Likud, sobreviene una continuidad del laborismo– la decisión al respecto. Con la retirada de Gaza no hay vuelta atrás. Y en el resto… posiblemente en ello influya la capacidad de las autoridades palestinas para desarmar a los grupos terroristas y paramilitares, tales como aquellos junto a los cuales el autor del suplemento se ha fotografiado, y la dedicación a la educación para la paz, la salud y el bienestar de su población.
 
Sobre el final de su nota, Vargas Llosa escribe, refiriéndose a los judíos: "Las atroces matanzas, los guetos, las persecuciones seculares ¿acabaron acaso con ellos? Al final, la verdad se impuso". Es evidente que todos aquellos desmanes no lograron acabar con los judíos, pero ¿cuál es la verdad que se impuso? Por momentos, cuando Vargas Llosa reflexiona que el terrorismo no es más que la picadura de un mosquito en la piel de elefante de Israel, pareciera que el escritor, en contra de sus propios dichos, mantuviera algún tipo de creencia religiosa en que el pueblo judío será preservado mágicamente pese a todo. Hasta ahora, la única verdad que se impuso es que las persecuciones y matanzas, en muy pocos años, lograron eliminar una cantidad millonaria de seres humanos judíos. Y la otra verdad que se impone es que Israel es necesario para que no sigan matando judíos de a millones.
 
A mí me gustaría deslizar, a modo de esperanza, el deseo de que finalmente un naciente Estado palestino pueda convivir pacíficamente junto al actual Estado de Israel. Y del mismo modo que cierra Vargas Llosa su extenso suplemento con una pregunta con su respectiva respuesta, yo voy a cerrar mi breve artículo al modo judío, con una pregunta para la que no tengo respuesta: ¿se habría fotografiado Vargas Llosa junto a miembros de Sendero Luminoso, de ETA o de Al Qaeda como se fotografía en esta nota junto al terrorista encapuchado?
 
 
Marcelo Birmajer, escritor argentino, es uno de los autores de En defensa de Israel, publicado en 2004 por Libros Certeza.
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