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ESTADOS UNIDOS

Venturas y desventuras de tres aspirantes a la Casa Blanca

Mientras dos candidatos demócratas con importantes campañas nacionales a sus espaldas se tambalean, va cobrando vuelo un candidato republicano que sólo ha participado en campañas municipales... y que está poniendo en entredicho algunas de las consideraciones que se hacen sobre los votantes del Grand Old Party.

Mientras dos candidatos demócratas con importantes campañas nacionales a sus espaldas se tambalean, va cobrando vuelo un candidato republicano que sólo ha participado en campañas municipales... y que está poniendo en entredicho algunas de las consideraciones que se hacen sobre los votantes del Grand Old Party.
La Casa Blanca.
John Edwards se ha encontrado con que dos miembros de su equipo de campaña cuentan con un historial cibernético de diatribas contra los cristianos, y en especial contra los católicos. (Seguramente, quien fuera compañero de Kerry en las últimas presidenciales no estaba al tanto de ello cuando las dos mujeres fueron contratadas). Una de ellas escribió un panfleto blasfemo en el que Dios deja preñada a María y en el que se asegura que la Iglesia Católica rechaza la píldora del día después para así "forzar a la mujer a parir más contribuyentes a sus finanzas". La otra, que salpicó su texto con referencias soeces a los genitales femeninos, hablaba de los "pirados cristofascistas" que apoyan a George W. Bush.
 
Cuando todo esto saltó a la luz pública se informó de que las dos mujeres habían sido, o iban a ser, despedidas. Treinta y seis horas después, y luego de que los blogueros de izquierdas salieran en defensa de ambas, el equipo de campaña de Edwards anunció que seguirían en sus puestos. "En ningún momento tuvieron intención de denigrar las creencias de nadie", dijo Edwards tras hablar con las dos mujeres. Y agregó: "Confío en su palabra".
 
¿Ah, sí? Esas dos mujeres (han dimitido; y, por supuesto, se han declarado víctimas de la intolerancia) son lo que son, y no hay que darles más importancia. Pero hay que dársela toda al hecho de que un aspirante a presidente sea tan maleable cuando se encuentra sometido a presión... y tan rematadamente hipócrita (¿cómo que no tenían intención de ofender a nadie?).
 
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La senadora Hillary Clinton dijo hace poco en Nueva Hampshire: "Ahora que tenemos un presidente demócrata...". Enseguida reparó su lapsus y aclaró que quería decir "un Congreso demócrata". Y añadió: "Si tuviéramos un presidente demócrata, habríamos puesto fin a la guerra".
 
Vale. Son muchos los que, como Hillary, afirman que pueden "poner fin a la guerra". A quienes así hablan los hechos les importan una higa. Lo que quieren decir es que pueden poner fin a la implicación de EEUU en la guerra. Nadie cree que nuestro país pueda evitar que la guerra siga su curso.
 
Hillary Clinton.Un presidente demócrata podría poner en marcha la retirada, nos dicen. El caso es que el actual Congreso, controlado por los demócratas, puede hacerlo; por ejemplo, impidiendo que se siga financiando el mantenimiento de tropas en Irak. Así pues, ¿por qué Hillary Clinton, que considera que un presidente demócrata procedería a retirar como es debido las fuerzas norteamericanas, no vota a favor de una medida que ella misma considera adecuada?
 
El Congreso se ha valido de la denegación de fondos para mostrar su opinión e influir sobre conflictos como los de Vietnam (en 1973) y Nicaragua (en 1982 y 1984). Asimismo, el 2 de noviembre de 1983, dos semanas después del atentado que acabó con la vida de 241 americanos en los barracones del aeropuerto de Beirut, la Cámara de Representantes sometió a votación una iniciativa, consistente en la suspensión de los fondos destinados a las operaciones en el Líbano, que forzaba la retirada de los marines desplegados en ese país para marzo de 1984. Dicha iniciativa fue derrotada por 274 votos frente a 153. En el actual Congreso hay 18 demócratas que formaban parte de los 153 partidarios de la retirada, y nueve de ellos incluso ostentan la presidencia de algún comité.
 
Una pregunta para los susodichos 18: si creyeron apropiado retirar los fondos a la operación de Beirut, ¿por qué no creen apropiado retirar los fondos destinados a la implicación norteamericana en Irak? La respuesta que suele insinuarse es ésta: creen que retirarse sería demasiado arriesgado. ¿Opina lo mismo la senadora Clinton?
 
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En cuanto a la carrera por hacerse con la candidatura republicana a la Casa Blanca, los comentaristas políticos se han pasado un montón de meses diciendo que cuando las bases republicanas conocieran ciertos aspectos de la vida íntima de Rudy Giuliani (un primer matrimonio anulado, un divorcio desastroso, un tercer matrimonio...), así como sus opiniones sobre determinadas cuestiones sociales (es partidario del aborto, de conceder derechos a los homosexuales y del control de armas), le darían la espalda. Pero lo que está ocurriendo es que tales comentarios no están haciendo sino refutarse a sí mismos.
 
Giuliani.Me explico: dado que se viene diciendo lo mismo desde hace meses, los militantes republicanos –que son gente dada a leer los comentarios políticos– ya saben todo lo que tenían que saber sobre Giuliani. Y por el momento no se registra desbandada alguna; todo lo contrario: de acuerdo con una encuesta de USA Today y Gallup, el ex alcalde de Nueva York ha aumentado su diferencia sobre John McCain del 31-27% registrado en noviembre al 40-24 de estos momentos.
 
¿Quiere esto decir que los referidos asuntos han perdido relevancia? No. Lo que pasa es que quizá quienes piensen que el rechazo al aborto es algo muy importante consideren que, en tiempo de guerra, no es algo tan tan importante. O que tengan en cuenta que la única manera que tiene un presidente de influir en tal cuestión consiste en alterar la composición del Tribunal Supremo: en este punto, podría parecerles suficiente el compromiso de Giuliani de proponer para al Alto Tribunal a jueces como Antonin Scalia, Samuel Alito y John Roberts.
 
Además, están al caer las primarias en estados como California y Nueva Jersey, por lo que las opiniones sociales de Giuliani podrían convertirse, en conjunto, en una ventaja para él. Imagínese, por otro lado, lo que podría pasar si Giuliani convence a los miembros del GOP de que puede convertirse en el primer republicano desde George Bush padre (1988) que puede competir con garantías por hacerse con los votos del colegio electoral californiano (en estos momentos, 55).
 
Los mercados son mecanismos que generan información. En estos momentos, el mercado político está funcionando: los americanos están aprendiendo mucho sobre los candidatos... y sobre sí mismos.
 
 
© Washington Post Writers Group
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