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CIENCIA

El tatarabuelo de Pipi Calzaslargas

Desde hace décadas, los científicos intentan dilucidar el aspecto de los neandertales a partir de sus restos óseos. Pero los fósiles no aportan una información sobre, por ejemplo, el color de la piel y el pelo, la capacidad para hablar o la personalidad. Ahora, gracias al análisis genético, los antropólogos han podido saber que algunos neandertales podrían recordarnos a Pippilotta Rollgardina Victualia Peppermint Longstockin, el simpático personaje de la escritora sueca Astrid Lindgren.

Desde hace décadas, los científicos intentan dilucidar el aspecto de los neandertales a partir de sus restos óseos. Pero los fósiles no aportan una información sobre, por ejemplo, el color de la piel y el pelo, la capacidad para hablar o la personalidad. Ahora, gracias al análisis genético, los antropólogos han podido saber que algunos neandertales podrían recordarnos a Pippilotta Rollgardina Victualia Peppermint Longstockin, el simpático personaje de la escritora sueca Astrid Lindgren.
Pipi Calzaslargas.
Las investigaciones más recientes apuntan que los neandertales tenían un semblante tan humano que, si vistiéramos a uno de ellos con una camiseta y unos vaqueros, podría pasar inadvertido en la cola del supermercado. Sólo nos llamaría la atención su enorme cabezón, una superlativa nariz (arrancaba de la encrucijada de un arco prominente sobre las cejas), la ausencia de mentón y un agujero antiestético en la parte posterior de la mandíbula inferior. ¿Les recuerda a alguien conocido?
 
Pero la ciencia poco más puede decir de esta humanidad paralela que habitó las mismas áreas geográficas que nuestra especie, alcanzó un alto grado de desarrollo y, por causas que aún se desconocen, desapareció súbitamente de la faz de la Tierra hace aproximadamente 35.000 años.
 
Ahora bien, allí donde acaba el examen de los restos óseos comienza el análisis genético. La posibilidad de rescatar material genético de huesos fosilizados de neandertal abre una nueva ventana al pasado, para contemplar cómo eran y vivían estos hombres primitivos. Un estudio que acaba de publicarse en la revista Science revela que al menos algunos neandertales eran pelirrojos y tenían una piel clara, similar a la de nuestra especie.
 
Para llegar a esta conclusión, los investigadores han analizado ADN rescatado de restos óseos de la cueva asturiana del Sidrón y del yacimiento italiano Monti Lessini. En este trabajo internacional sin precedentes han participado los españoles Carles Lalueza-Fox, experto en ADN antiguo del Departamento de Biología Animal de la Universidad Pompeu Fabra, y Antonio Rosas, experto del Departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
 
Restos neandertales hallados en El Sidrón.Pero ¿cómo han podido saber que eran pelirrojos? La clave está en el ADN. Lalueza y Rosas ya habían conseguido extraer el ADN mitocondrial de los dientes de uno de los homínidos encontrados en la cueva asturiana. Recordemos que las mitocondrias son unos elementos que se hallan dentro de las células y que funcionan a modo de centrales energéticas. Estas "botellitas de butano" tienen una doble particularidad: poseen su propia molécula de ADN y la transmiten por vía materna; o sea, que las heredamos exclusivamente de nuestras madres. La secuenciación o lectura de este ADN mitocondrial y su comparación con el extraído de otras muestras fósiles indica que las secuencias son muy parecidas entre sí, lo que apunta a que era una especie homogénea, aunque muy distinta a la nuestra, según ha declarado Rosas en la revista Muy Interesante.
 
No obstante, la información que puede facilitar el ADN de las mitocondrias no se puede comparar con la que se guarda a cal y canto en el núcleo de las células. Es por ello que los expertos implicados en el megaproyecto Genoma Neandertal soñaban con tener en sus manos este material.
 
El sueño ya es una realidad. Se llama MC1R y es un gen implicado en la coloración del pelo y la piel de los primates y otros mamíferos. Esta pieza genética ha sido rescatada de un fósil de neandertal que vivió en Asturias hace 43.000 años y de otro espécimen italiano, de hace 50.000. Este gen dirige la síntesis de un receptor localizado en la membrana de las células cuya función es regular la presencia orgánica de dos pigmentos: la feomelanina (amarillo-rojizo) y la eumelanina (marrón-negro). Pues bien, los expertos han descubierto que el MC1R neandertal presenta una mutación que, según han comprobado Lalueza y sus colegas, sería responsable del tono rojizo del cabello en los humanos modernos. Eso sí, aunque el efecto es el mismo, la mutación en ambas especies es diferente, lo que implica que el color pelirrojo y la tez clara surgieron por dos caminos evolutivos distintos.
 
Cráneo de neandertal.En cualquier caso, la investigación confirma la hipótesis de que los neandertales  tenían una piel clara. La dermis oscura sólo beneficia a las poblaciones que habitan áreas de gran insolación, pero resulta ineficaz en altas latitudes; y en una Europa nubosa, la posesión de una piel pálida facilita la síntesis de vitamina D, ha declarado Nina Jablonski, una experta en pigmentación y genética molecular de la Pennsylvania State University, que también ha dicho que el trabajo hecho público Science es "lógico, elegante y convincente".
 
Pálidos, pelirrojos y… ¿parlanchines? ¿Hablaban los neandertales? Esta especie y la nuestra comparten un mismo antepasado, el Homo antecessor, un homínido de origen africano cuyos restos han sido hallados en la Gran Dolina del yacimiento burgalés de Atapuerca. De esta especie, que se desarrolló hace 800.000 años, surgieron dos linajes: el Homo heidelbergensis (cuyos fósiles han aparecido también en Atapuerca), que evolucionó hacia los neandertales, y el hombre arcaico, es decir, el Homo rodhesiensis, que apareció hace unos 400.000 años.
 
Sus descendientes decidieron migrar en hordas sucesivas a Europa y Asia desde hace aproximadamente 90.000 años. Y estos emigrantes africanos desplazaron a los neandertales, que hasta entonces cazaban, construían poblados con pieles curtidas y ramas, y enterraban a sus seres queridos, sin que nadie les hiciera competencia. Nuestros parientes de hace unos 40.000 años, más competentes y sofisticados, fueron los que empujaron a los neandertales por el precipicio de la extinción.
 
¿Cómo fue este encuentro de las dos humanidades? ¿Fue brutal o sereno? ¿Llegaron a entablar comunicación, o incluso a cruzarse entre sí? No se sabe, aunque la genética está arrojando algunas pistas.
 
Compite en protagonismo con el gen pelirrojo el gen parlante. Los científicos han logrado pescar un segundo gen nuclear en dos fósiles neandertales del Sidrón. Se llama FOXP2, y está relacionado con la capacidad para hablar. En efecto, las personas portadoras de mutaciones en este gen presentan problemas lingüísticos, según Sventa Päävo, pionero en ADN neandertal, del Max Planck Institute. Éste se quedó sorprendido con el hallazgo, sobre todo al constatar que el gen era igual al de nuestra especie, pues en anteriores investigaciones genéticas con humanos había llegado a la conclusión de que la variante humana del FOXP2 había sido "implantada" hace menos de 200.000 años, mucho después de que las dos humanidades tomaran su propio camino evolutivo.
 
Ahora bien, el hecho de que compartamos el mismo gen no significa necesariamente que el hombre de neandertal hablara como nosotros, puesto que existen numerosos genes implicados en esta habilidad, hasta hoy reservada al Homo sapiens. Pero, para Päävo, la presencia del gen ya dice mucho.
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