Razones no les faltan a los expertos para elegir tan privilegiado lugar, poseedor de uno de los cielos más limpios y estables del planeta y cercano a las instalaciones del cerro Paranal, donde se hallan algunas de las estructuras de observación más codiciadas por los astrónomos.
Pero no podemos evitar la sensación de fracaso ni, lo que es peor, sentir la amarga constancia del abandono que el proyecto canario ha sufrido por parte de las autoridades científicas. El telescopio que se nos fue podría haberse convertido en una de las joyas más lustrosas de nuestra corona científica (que no es que esté para tirar cohetes). Cuenta con un espejo principal de 42 metros de diámetro: recordemos que los telescopios más grandes son de apenas 10. Tamaño salto cualitativo convierte a esta máquina en la mejor herramienta para realizar cualquier tipo de investigación que requiera de una capacidad colectora de luz increíblemente grande. Por ejemplo, podrá ayudarnos a determinar directamente la velocidad de expansión del Cosmos o detectar planetas del tamaño de la Tierra alrededor de otras estrellas ajenas al Sol. Todas estas observaciones, o bien son imposibles hoy en día, o bien exigen meses continuados de uso del telescopio, por lo que se vuelven poco rentables.
En definitiva el E-ELT, que pudo ser español, está destinado a resolver algunas de las preguntas aún abiertas en la cosmología contemporánea, todas ellas relacionadas con el origen y el destino físico del universo y la habitabilidad de planetas ajenos al Sistema Solar.
La isla de la Palma pasa por ser uno de los lugares del mundo más apto para la observación del cielo. La presencia de los vientos alisios, el fenómeno de la inversión térmica de las capas bajas de la atmósfera, su orografía, sus coordenadas en el globo terrestre, su bagaje en el terreno de las instalaciones astronómicas y el apoyo de la administración local a la astronomía, través de leyes que regulan la contaminación lumínica, permiten que los telescopios adquieran allí su mayor rendimiento y reducen algunos de los inconvenientes que para la astronomía provoca esta manía que tenemos los seres vivos de necesitar una atmósfera para respirar. Sí, la atmósfera es muy buena para vivir, pero difumina la luz procedente de las estrellas.
No era extraño que la isla canaria contase en muchas quinielas internacionales como la gran favorita para albergar el E-ELT. Por eso duele más la decisión final. También duele porque somos muchos los que pensamos que nuestras autoridades no han hecho el esfuerzo necesario para convencer al mundo de las bondades de la apuesta española. El Ministerio de Ciencia e Innovación ha sido duramente criticado por su falta de vigor en el proceso previo a la selección. Se incorporó tarde a la carrera. Nuestro Gobierno puso sobre la mesa 300 millones de euros en ayudas al proyecto cuando ya se sabía en todos los corrillos científicos que Chile iba por delante en las preferencias del ESO. De nuevo tarde. Y la presidencia de turno de la Unión Europea no ha supuesto un solo punto de presión para la decisión final, probablemente porque ni siquiera se ha intentado.
Así las cosas, a los canarios y a muchos otros españoles se nos ha quedado cara de tontos, y nos revolotean una vez más malvadas preguntas sin respuesta. ¿Un país que dice querer cambiar su modelo económico apostando por la innovación y el conocimiento puede permitirse el lujo de perder proyectos como éste? ¿Las declaraciones de apoyo a la sede canaria fueron algo más que brindis al sol claramente electoralistas? ¿Qué lugar ha ocupado la astronomía española en la lista de prioridades de la ministra Garmendia? ¿Habría actuado el gobierno con igual desidia si la candidatura hubiera sido de una región menos periférica del "Estado español"?
JORGE ALCALDE también tuitea: twitter.com/joralcalde
Pero no podemos evitar la sensación de fracaso ni, lo que es peor, sentir la amarga constancia del abandono que el proyecto canario ha sufrido por parte de las autoridades científicas. El telescopio que se nos fue podría haberse convertido en una de las joyas más lustrosas de nuestra corona científica (que no es que esté para tirar cohetes). Cuenta con un espejo principal de 42 metros de diámetro: recordemos que los telescopios más grandes son de apenas 10. Tamaño salto cualitativo convierte a esta máquina en la mejor herramienta para realizar cualquier tipo de investigación que requiera de una capacidad colectora de luz increíblemente grande. Por ejemplo, podrá ayudarnos a determinar directamente la velocidad de expansión del Cosmos o detectar planetas del tamaño de la Tierra alrededor de otras estrellas ajenas al Sol. Todas estas observaciones, o bien son imposibles hoy en día, o bien exigen meses continuados de uso del telescopio, por lo que se vuelven poco rentables.
En definitiva el E-ELT, que pudo ser español, está destinado a resolver algunas de las preguntas aún abiertas en la cosmología contemporánea, todas ellas relacionadas con el origen y el destino físico del universo y la habitabilidad de planetas ajenos al Sistema Solar.La isla de la Palma pasa por ser uno de los lugares del mundo más apto para la observación del cielo. La presencia de los vientos alisios, el fenómeno de la inversión térmica de las capas bajas de la atmósfera, su orografía, sus coordenadas en el globo terrestre, su bagaje en el terreno de las instalaciones astronómicas y el apoyo de la administración local a la astronomía, través de leyes que regulan la contaminación lumínica, permiten que los telescopios adquieran allí su mayor rendimiento y reducen algunos de los inconvenientes que para la astronomía provoca esta manía que tenemos los seres vivos de necesitar una atmósfera para respirar. Sí, la atmósfera es muy buena para vivir, pero difumina la luz procedente de las estrellas.
No era extraño que la isla canaria contase en muchas quinielas internacionales como la gran favorita para albergar el E-ELT. Por eso duele más la decisión final. También duele porque somos muchos los que pensamos que nuestras autoridades no han hecho el esfuerzo necesario para convencer al mundo de las bondades de la apuesta española. El Ministerio de Ciencia e Innovación ha sido duramente criticado por su falta de vigor en el proceso previo a la selección. Se incorporó tarde a la carrera. Nuestro Gobierno puso sobre la mesa 300 millones de euros en ayudas al proyecto cuando ya se sabía en todos los corrillos científicos que Chile iba por delante en las preferencias del ESO. De nuevo tarde. Y la presidencia de turno de la Unión Europea no ha supuesto un solo punto de presión para la decisión final, probablemente porque ni siquiera se ha intentado.
Así las cosas, a los canarios y a muchos otros españoles se nos ha quedado cara de tontos, y nos revolotean una vez más malvadas preguntas sin respuesta. ¿Un país que dice querer cambiar su modelo económico apostando por la innovación y el conocimiento puede permitirse el lujo de perder proyectos como éste? ¿Las declaraciones de apoyo a la sede canaria fueron algo más que brindis al sol claramente electoralistas? ¿Qué lugar ha ocupado la astronomía española en la lista de prioridades de la ministra Garmendia? ¿Habría actuado el gobierno con igual desidia si la candidatura hubiera sido de una región menos periférica del "Estado español"?
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