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CRÓNICA NEGRA

La familia doblemente asesinada

Tenemos fama en Europa de país con cárceles confortables y leyes blanditas. A nuestros políticos les ha costado conseguirlo pero por fin han conquistado esa fama de territorio fácil para el delito, donde se paga poco por el crimen y se sale pronto de prisión.


	Tenemos fama en Europa de país con cárceles confortables y leyes blanditas. A nuestros políticos les ha costado conseguirlo pero por fin han conquistado esa fama de territorio fácil para el delito, donde se paga poco por el crimen y se sale pronto de prisión.

Dado el nivel de confort y bienestar de nuestras prisiones, algunos delincuentes están dispuestos a matar antes de dejarse extraditar a sus países, donde les esperan verdaderas mazmorras.

Por otro lado, España ya es el país de las cárceles y los encarcelados, con más reclusos que nunca, incluidas las dos últimas dictaduras, y las leyes favorecen la reiteración del delito y la vuelta a la calle del criminal en un amén Jesús. Aquí, la Ley no tiene el menor efecto disuasorio.

Aquí, en menos de diez años, a un criminal le da tiempo a asesinar a su familia, encubrir el delito, ser descubierto, capturado, investigado, juzgado, condenado, puesto en libertad, casarse de nuevo y volver a asesinar, de nuevo a la mujer que comparte su vida, y de paso a un cuñado. Algo parecido parece estar detrás de la detención en Tarragona, el otro día, de un presunto homicida.

En 1993, el presunto fue condenado por matar a su esposa y a su hijo de seis años; le cayeron 57 de prisión, que dicho así suena bastante serio, pero a la postre –y no me pregunten cómo– se quedaron en solo 9 años. Tres estuvo como preventivo y otros seis, cumpliendo condena. Una miseria.

Reinsertado, encontró una nueva compañera, a la que no se vuelve a ver el 27 de marzo de 2009.

Los agentes de policía hicieron una profunda inspección ocular del domicilio y se incautaron de picos, cajas y un saco. El ahora detenido estranguló a su primera víctima y la abandonó sobre las vías del tren para que pareciera accidente o suicidio. Pocos meses después, en un turbio accidente de tráfico, murió quemado su hijo. Aunque le descubrieron y señalaron como cerebro criminal, el buen comportamiento y su trabajo como cocinero en la prisión le permitieron redimir gran parte de la condena. En el 2008 ya era libre de nuevo.

En Tarragona se censó y comenzó su nueva vida. A la familia que fue capaz de construir entonces la tenía engañada: su primera mujer y su hijo habían muerto en accidente, y él había estado en la cárcel... pero no se sabía por qué. Luego, lo dicho, desapareció su nueva esposa.

En España los criminales viven lo bastante para doblar sus crímenes y hacer que la policía trabaje el doble. Matan más, tienen a más gente en peligro, y a más personal de la justicia cobrando de los presupuestos. Gracias a la deficiente política criminal, un reducido grupo de personas, los reincidentes, mantienen ocupados a gran cantidad de jueces, policías y víctimas. Que se lo digan a los joyeros de Madrid, donde, según sus cálculos, unos 60 atracadores acumulan casi tres mil atracos.

El asesinato de dos mujeres y un niño te puede salir en España, con un poco de suerte, con unos pocos años de cárcel. Menudo disgusto tienen los criminales, oiga.

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