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CIENCIA

¿Un universo sin Big Bang?

Solemos pensar que la ciencia es una herramienta poderosa, una fuente de conocimiento suficiente para entender el mundo, la más eficaz de nuestras producciones. Pero cuán equivocados estamos. En realidad, la ciencia no es más que una modesta aproximación a la comprensión del mundo.


	Solemos pensar que la ciencia es una herramienta poderosa, una fuente de conocimiento suficiente para entender el mundo, la más eficaz de nuestras producciones. Pero cuán equivocados estamos. En realidad, la ciencia no es más que una modesta aproximación a la comprensión del mundo.

Sin ella, es cierto, nuestra especie sería más ignorante, más pequeña, más efímera. Cualquier otra fuente de explicaciones es más limitada. Pero, aun así, la ciencia no es todopoderosa. En realidad, la ciencia no es un objetivo, es un camino. No es un arma, es un utensilio. No es la verdad, es simplemente la lámpara con la que arrojamos algo de luz en el camino hacia ella.

Por eso, la ciencia anda constantemente en vilo. Y por eso ningún postulado de los que engrosan su corpus de ideas es definitivo. Al contrario de lo que ocurre con otras cosmovisiones (la religiosa, la política...), la ciencia está en constante revisión, sometida al cambio repentino de criterio que impone una nueva medición, un nuevo hallazgo, una nueva interpretación de los datos. Ello no la hace inconsistente. Al contrario: ahí reside su mayor fortaleza, lo que le permite sobrevivir como método para adquirir sabiduría al paso de las corrientes, de las tendencias, de las modas, de los siglos.

Viene esta reflexión a cuento del sorprendente anuncio realizado por el investigador Wun-Yi Shu, que ha propuesto a la comunidad científica una posibilidad que podría antojarse herética. ¿Y si el Cosmos no hubiera nacido con el Big Bang?

Como saben, la comunidad científica ha consensuado en el último siglo que el Universo es producto de un estallido inicial del que surgió, hace más de 13.000 millones de años, todo el tiempo, todo el espacio, toda la materia y toda la energía. Los cálculos derivados de las observaciones astronómicas, sobre todo desde que sabemos que el Cosmos se expande y las galaxias se separan unas de otras como si se tratara de hormigas que andan sobre la superficie de un globo que se infla, parecen confirmar esta posibilidad. La mecánica clásica newtoniana y las más enrevesadas teorías de la contemporánea cuántica tienen sentido en ese escenario post Big Bang.

Pero el astrónomo taiwanés viene ahora a buscarle las cosquillas al asunto menos controvertido de la historia de la ciencia. Y lo hace desde una perspectiva que sólo es posible en un pensador oriental. La ciencia no ha podido despojarse de cierto sesgo judeocristiano en muchos de sus planteamientos. Todo ha de tener un principio y un fin. Todo nace y todo muere. El tiempo fluye en una sola dirección y los acontecimientos se suceden en orden hacia un objetivo (crecen, evolucionan, decaen, mutan...). Pero ¿y si el Cosmos fuera en realidad un ciclo y no una flecha? ¿Y si en vez de un globo que se infla fuera un bucle, una suerte de cinta de Moebius por la que las hormigas pudieran caminar por tiempo ilimitado sin salirse de sus márgenes?

Wun-Yi Shu cree que un replanteamiento de algunos conceptos como la gravedad, la materia y la velocidad de la luz podrían conducirnos a ecuaciones que permitirían demostrar que el Universo jamás nació, que el tiempo no tiene principio ni fin.

Renuncio a tratar de explicar sus argumentos, disculpen: aquí dejo la fuente original, para aquellos que tengan el valor de enfrentarse a uno de los ejercicios de especulación teórica más complejos y bellos que se han producido en los últimos tiempos. Pero me quedo con la sensación de que este tipo de gimnasia científica puede servir para algo.

Reconocer la condición efímera de las teorías ayuda a la ciencia a crecer. Sobre todo porque la ciencia aún no es capaz de dar respuesta a buena parte de las cuestiones fundamentales. ¿Qué es la materia oscura, que sabemos que ocupa más del 80 por 100 del Cosmos pero que no podemos medir ni detectar? ¿Cómo surgió realmente la vida en la Tierra? ¿Dónde yace la conciencia? ¿Por qué funciona el efecto placebo?

Lo dicho, la ciencia aún desconoce demasiadas cosas, afortunadamente.

 

JORGE ALCALDE también tuitea: twitter.com/joralcalde

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