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VUESTRO SEXO, HIJOS MÍOS

Tu problema es un problema tontorrón

Queridos copulantes: Yo pensé que las cochinadas ya no provocaban duda o desazón, pero la gente se hace un lío con el sexo y me pregunta. Yo no quiero responsabilidades, porque luego, si me equivoco, me pueden hacer el vudú, y eso duele. Daré sólo mi modesta opinión sobre algunas de las cuestiones que me han parecido más bonitas, cambiando un poco las circunstancias.


	Queridos copulantes: Yo pensé que las cochinadas ya no provocaban duda o desazón, pero la gente se hace un lío con el sexo y me pregunta. Yo no quiero responsabilidades, porque luego, si me equivoco, me pueden hacer el vudú, y eso duele. Daré sólo mi modesta opinión sobre algunas de las cuestiones que me han parecido más bonitas, cambiando un poco las circunstancias.

Pregunta. Mi marido está orgulloso de tenerme muy satisfecha. Él nota antes que yo que llego al orgasmo. Dice que es porque mi vagina vibra y resuda (sic). Yo disfruto, desde luego, pero me parece que se exagera mucho cuando se habla del orgasmo como si fuera una explosión o algo así, porque yo no noto nada de eso.

Respuesta. Querida: No debes creer todo lo que dicen los hombres. Es evidente que no has tenido un orgasmo en tu vida. Lo que sí tienes es un marido que piensa que la vagina es una zambomba rellena de puré de patatas. Hay que empezar desde el principio. Cómprate un manual.

P. Quiero a mi novio, pero no sé si lo merezco. Por las noches pienso en él y no me puedo dormir si no me masturbo abrazándome a mi viejo oso de peluche. He oído hablar de desviaciones. ¿Soy normal?

R. No serías normal si te lo montaras con un oso polar. Se trataría de una experiencia única precisamente por su cualidad letal. También serías rarita si, cuando estás con tu novio, pensaras en tu osito de peluche y no al revés. Tu novio, estoy segura, no se la coge con papel de fumar. Cierra los ojitos y duerme tranquila.

P. Hace un año que me casé y creo que he acertado porque mi marido es muy considerado. Por eso me extraña que, al hacer el amor, me diga entre susurros que soy una puta y una barragana. Esto último lo miré en el diccionario y no me pareció bien. Lo primero tampoco... Sospecho que mi marido no tuvo, en el pasado, buenas costumbres.

R. Querida: Se trata de un juego. Yo, en tu lugar, me compraría un liguero y unas medias negras y procuraría pasarlo bien. Puedes hacerle feliz –y sacar para un capricho– si le exiges que te meta en el canalillo un par de billetes antes de empezar.

P. Cuando era adolescente me escondía en el establo y me masturbaba. Lo hacía a una hora en que mi madre me buscaba para cenar. Yo la oía gritar: "Silvino, Silvino, te voy a atizar dos collejas". Y el riesgo de que me descubriera lo hacía todo mucho más emocionante. Ahora estoy casado y, aunque comprendo que es una sosería, cuando me acuesto con mi mujer echo de menos la peste del establo y tengo que pensar en mi madre gritándome, y entonces me dejo ir.

R. Eso son los fantasmas. Se llaman así y la gente suele recurrir a ellos porque son como la sal del polvete. A mí tu fantasma me parece rústico y encantador. Dicen que los fantasmas desilusionan cuando se ponen en escena, pero yo, en tu caso, ensayaría. Puedes comprar una bomba fétida en una tienda de artículos de broma y decirle a tu mujer que te amenace con un par de collejas.

P. Me gustaría que mi marido me hiciera eso de chupar, como he visto que hacen en algunas películas. Pero él dice que la vulva no está hecha para poner ahí los morros. Sin embargo, yo se lo hago a él (la felación) sin protestar.

R. ¡Oh, los hombres! siempre pensando que su pene es como un pirulí de fresa y que la vulva es como un bacalao crudo. Tengo dos fórmulas para ti. La primera es que no se lo hagas a él si no eres correspondida. Dile que tu boca no está hecha para meter el pene en ella. La segunda es una receta que me pasa mi amiga Encarnacioncita. Cuando vuelva de algún viaje y esté muy operativo, sorpréndelo con su postre preferido... entre las piernas. Pompas de merengue con frutillas del bosque, dulce de leche con plátano al maracuyá, etc. Si no le gusta el dulce, prueba con lo salado. Pon una toalla para no embadurnar el colchón y deja volar tu imaginación. Él puede hacer igual. Y recuérdale lo que Madonna, esa chica tan lista, dijo una vez: el sexo sólo es sucio si no se lava (bien).

P. Usted se toma el tema de la masturbación con mucha frivolidad, pero yo he oído que puede acarrear consecuencias. Quizá no auténticas enfermedades, pero sí acné y caída del cabello. Yo lo he notado y por eso la evito.

R. Bueno, todos seremos calvos dentro de cien años, con o sin masturbación. En cambio, los granos se pasarán en poco tiempo aunque te sigas masturbando. A lo mejor eres de los que ven a un pobre calvo y piensa: "Fíjate en ese señor, tan viejo y con tanto vicio". Yo no me inquietaría por la calva, la caspa sí que es una ordinariez.

P. He leído que hay que hacer el amor con algo de luz, pero es que mi marido, como es un caballero, intenta contenerse todo lo posible para darme tiempo a mí, y en esa situación no parece humano. Se concentra mucho recitando la tabla de multiplicar por lo bajo, luego saca la lengua, que le cae a un lado, hace cosas raras con los ojos, y al final parece la niña del exorcista.

R. Apaga la luz y pon algo de música sugerente. 

P. Mi novia y yo tenemos una pequeña incompatibilidad. Ella prefiere que le acaricie el pecho, pero a mí, lo que me gusta, es tocar su culo. ¿Sabe lo que me dice? Que a ver si me creo que ella es un jovenzuelo. Yo soy heterosexual, pero me gusta el culo.

R. Lo del culo está bien, pero no sé qué tienes contra las tetas. La evolución hizo de ellas una réplica de las nalgas. Pídele a tu novia una tregua para irte acostumbrando a ellas y poder sacarles todo el partido posible, y mientras tanto puedes pintarle en las nalgas un par de pezones para hacerte a la idea de que no muerden.

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