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Afganistán: cuestión de números

La incertidumbre sobre el compromiso de EEUU más allá de 2014 no está ayudando a la estabilidad de la región.

La incertidumbre sobre el compromiso de EEUU más allá de 2014 no está ayudando a la estabilidad de la región.

La última ocurrencia de la Administración Obama les puede costar muy caro a los afganos. Los rumores que saltaron a principios de este año sobre la posibilidad de que la Casa Blanca barajara la opción de "cero tropas en Afganistán" después del 2014, han recobrado fuerza esta semana.

La guerra que un día Obama anunció que deseaba ganar, ahora sólo desea acabarla, y cuanto antes mejor. La preocupación norteamericana por una efectiva transición de seguridad, económica, política –incluida la elección de un nuevo presidente en el país en menos de un año–, y por el mantenimiento de la confianza de la población afgana en el proceso de paz y reconciliación, se ha reducido al final a una cuestión de números: cuántas tropas de EEUU se mantendrán en el país asiático. Una decisión que influirá sin duda en el resto de países comprometidos, todavía a día de hoy, con Afganistán.

Y de todas las opciones posibles la idea de una salida militar total, similar a la acontecida en Irak en 2011, es el peor escenario posible. La opción de "cero tropas" envía un terrible mensaje a los afganos y a los talibanes de que EEUU desea irse antes de completar la transición, renunciando a todo el trabajo hecho hasta ahora.

Aunque siempre han predominado los titulares más desalentadores sobre la realidad afgana, lo cierto es que ha habido cambios muy importantes: educación, empleo, derechos de las mujeres y libertades democráticas son algunos de los pequeños grandes logros de la década de transición que llega a su final. Ahora debería empezar la transformación del país, pero para ello es necesaria, al menos, la presencia de una pequeña fuerza norteamericana, junto con un Acuerdo Bilateral de Seguridad (BSA, en sus siglas en inglés) entre Washington y Kabul, y un nuevo gobierno y parlamento en 2014.

Sin embargo, el pulso político entre EEUU y Afganistán no lo está poniendo nada fácil. El mes pasado la tensión se disparó cuando Karzai suspendió las conversaciones con Obama sobre la presencia a largo plazo de los militares norteamericanos. El motivo fue la protesta por la apertura de los talibanes de una oficina en Doha para albergar las conversaciones preliminares sobre un posible acuerdo de paz, detrás de la cual Karzai vio la mano cómplice de Washington. Este llamado "proceso de Doha" alentó además a los talibanes que se vieron de alguna manera legitimados, y su entusiasmo les llevó a izar la bandera del "Emirato Islámico de Afganistán" en la conflictiva oficina. El episodio socavó la confianza de muchos afganos y dejó perplejos a otros cuantos. A pesar de todo, la mayoría de la población no quiere que los norteamericanos se vayan todavía.

Afganistán debe llegar a ser un país estable que no caiga en una guerra civil que sólo llevaría inestabilidad a la región. Es lo que desea la mayoría de los afganos, pero la incertidumbre sobre el compromiso de EEUU más allá de 2014 no está ayudando nada.

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