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CULTURA

A propósito del mecenazgo

La cultura es el elemento esencial que diferencia al hombre del animal. ¿Por qué? Porque es la más palpable demostración de que los seres humanos están dotados de una naturaleza dual, compuesta de materia y espíritu.

La cultura es el elemento esencial que diferencia al hombre del animal. ¿Por qué? Porque es la más palpable demostración de que los seres humanos están dotados de una naturaleza dual, compuesta de materia y espíritu.
En la obra artística se proyecta lo que cada individuo alberga en su interior. Es fruto de una elaboración personal que se origina en una determinada manera de comprender el mundo. Toda creación cultural tiene también una dimensión histórica; como dijo José Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mi circunstancia".

Por la misma razón que la cultura es la expresión más visible de la singularidad de cada individuo, el individuo necesita, tanto como el aire que respira, vivir en un ámbito de libertad para desarrollarse plenamente. Únicamente con autonomía podemos desplegar al máximo nuestro potencial. Además, es imprescindible el contacto con otros modos de entender la vida y el mundo; o sea, el intercambio pacífico con las más diversas civilizaciones. Sólo en esas condiciones, como la historia se encarga de atestiguar constantemente, florecen las artes, la industria y el conocimiento. Y como derivación de esa energía positiva, caracterizada por la abundancia de excentricidad, surgen las culturas que provocan la admiración del mundo entero.

Por todas estas razones, en un pueblo libre la cultura es algo vivo, dinámico y cambiante. Y ese clima hospitalario auspicia el surgimiento de los mecenas y filántropos. En cambio, en los dominios del Estado la situación es muy otra. Los funcionarios se apegan a lo rutinario, y es por eso que detestan la originalidad y la innovación. En adición, cuando el aparato estatal se inmiscuye en las actividades culturales, indefectiblemente termina por manipularlas, con mayor o menor disimulo, en beneficio propio. Por esta causa, no debe sorprender que la cultura sea más plural, y su atmósfera más intensa, cuanto más lejos del influjo de las autoridades.

El mecenazgo se enmarca dentro del concepto de filantropía. Favorece el desarrollo sociocultural de los pueblos porque permite el surgimiento de nuevas concepciones estéticas, apoya a creadores hasta ese momento desconocidos e incluso descubre talentos ocultos en los lugares más insólitos. Por otra parte, facilita el acceso de la ciudadanía a una programación cultural diversificada y, en muchos casos, de calidad.

Atiendan a estas palabras de Peter Cotas, docente de Patrocinio Cultural en la Universidad de Barcelona:
El mecenazgo cultural, es decir, la ayuda, bajo diversas formas, del poder económico a las artes y las letras, debe de ser tan antiguo como la propia cultura y la riqueza. Hace veinte siglos que Cayo Mecenas, protector de Virgilio y Horacio en la Roma clásica, dio nombre propio al mecenazgo, como apoyo desinteresado a la cultura y las artes. A lo largo de la historia muchas figuras públicas y privadas han asumido también ese papel de protectores, como la familia Medici en los siglos XV y XVI. Nombres como Miguel Ángel, Shakespeare, Cervantes, Beethoven, Velázquez, Mozart son ejemplos notables de esa protección recibida (...) La Iglesia, propietaria en España y en otros países de una parte importante del patrimonio artístico, ha sido también un mecenas destacado. Contemporáneamente, la Tate Gallery, Rockefeller, Guggenheim, Gulbenkian son ejemplos del mecenazgo más conocido y prestigioso.
La política de mecenazgo es lo que marca la diferencia primordial entre los mercados artísticos de los distintos países. El académico e investigador chileno Cristian Antoine dice que en los Estados Unidos se aplica lo que él denomina "modelo de la filantropía": el Estado facilita las actividades culturales pero "no interviene directamente" en ellas, sino que las estimula por medio de "la principal ley que [los norteamericanos] tienen: la ley tributaria". "[El Estado] deja a cada contribuyente la posibilidad de destinar una parte de sus obligaciones para con el Estado federal a las causas que considere pertinentes (...) El modelo ha sido muy exitoso y es una muestra de cómo la gente contribuye al financiamiento de museos, galerías, universidades".

Antoine también ha analizado el modelo europeo. En el Viejo Continente se ha buscaso "el estímulo de las empresas a través de la concesión de beneficios tributarios", como sucede en España, Francia e Italia. "Este modelo también ha funcionado muy bien, pero hay que comprenderlo en el contexto de unas naciones que tienen una práctica de mecenazgo que se remonta a la época de los romanos (...) La diferencia con Estados Unidos es que el Estado no prescinde intervenir, sino que financia directamente muchas actividades".

En los EEUU rige la libre competencia; en Europa, en cambio, hay una defensa de la identidad cultural a través de medidas de protección y fomento de la televisión y el cine. Las diferentes aplicaciones del mecenazgo han tenido resultados concretos sobre la economía. Las industrias culturales representan en EEUU el 6 % del PBI; en los países de la Comunidad Europea, tan sólo el 4 %. Lo que más exporta Norteamérica no son manufacturas, ni materias primas, ni productos farmacéuticos, o alta tecnología, sino cultura popular: las películas norteamericanas se llevan más de dos tercios de la venta de entradas en los cines de Europa Occidental, el rock y la música pop se encuentran entre los mayores rubros de exportación de los EEUU, la mitad de los discos que se comercializan en el planeta son de origen norteamericano...


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