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CAMINO AL DESEMPLEO

Cuando sube el salario mínimo

El aumento del salario mínimo afecta negativamente la economía de varias maneras. Aunque mejora los ingresos de algunos trabajadores con poca experiencia, reduce las oportunidades de empleo a los jóvenes y de aquellos con pocas habilidades. Estos son empujados al desempleo o a formar parte de la economía informal. Un salario mínimo más alto también aumenta los precios de los establecimientos de comida rápida y de otros bienes y servicios que se ofrecen empleando a trabajadores sin experiencia. Los trabajadores que reciben entrenamiento deben aceptar, en contrapartida, salarios más bajos. Un salario mínimo más alto dificulta que los patronos puedan ofrecer entrenamiento a sus nuevos trabajadores.

El aumento del salario mínimo afecta negativamente la economía de varias maneras. Aunque mejora los ingresos de algunos trabajadores con poca experiencia, reduce las oportunidades de empleo a los jóvenes y de aquellos con pocas habilidades. Estos son empujados al desempleo o a formar parte de la economía informal. Un salario mínimo más alto también aumenta los precios de los establecimientos de comida rápida y de otros bienes y servicios que se ofrecen empleando a trabajadores sin experiencia. Los trabajadores que reciben entrenamiento deben aceptar, en contrapartida, salarios más bajos. Un salario mínimo más alto dificulta que los patronos puedan ofrecer entrenamiento a sus nuevos trabajadores.
Desempleados en unas oficinas del INEM
Los aumentos del salario mínimo incrementan la demanda de mano de obra entrenada al reducir la competencia de aquellos trabajadores con poca o ninguna experiencia. Esta es una importante razón por la cual los sindicatos siempre apoyan los aumentos del salario mínimo, ya que reduce considerablemente la competencia de parte de trabajadores no sindicalizados que ganan menos.

Aquellos que sabiendo las consecuencias apoyan el aumento del salario mínimo no creen que es una manera efectiva de reducir la pobreza. Desde luego, les va mejor a los trabajadores más pobres que tienen la suerte de mantener su empleo luego de un aumento del salario mínimo, pero todos aquellos otros que pierden su empleo al subir el salario mínimo porque su aporte no cubre el nuevo sueldo, salen perdiendo. Y las familias pobres son las más afectadas por el aumento de los precios en los establecimientos de comida rápida y de otros productos y servicios ofrecidos por mano de obra barata, ya que estas familias gastan una mayor proporción de sus ingresos en tales bienes y servicios.

Una reciente petición firmada por más de 600 economistas, incluyendo a cinco Premios Nobel, apoyaba el aumento del salario mínimo federal en Estados Unidos de $5,15 la hora a $7,25. Tal petición es impresionante y deprimente a la vez, pero creo que la mayoría de los más de 20 mil miembros de la Asociación Americana de Economistas no firmarían tal petición. Lo mismo que yo, creen que los efectos negativos de aumentar el salario mínimo son mayores. Esa es la razón, creo yo, por la cual apenas una fracción de los 35 Premios Nobel de economía vivos firmó tal petición.

La controversia persiste principalmente porque los anteriores aumentos del salario mínimo fueron muy pequeños para afectar el empleo. Este nuevo aumento, apoyado por los demócratas en el Congreso, es suficientemente grande como para reflejarse en las estadísticas. Sería un buen experimento, desde el punto de vista científico, porque resolvería de una vez la controversia sobre sus efectos en el empleo, entrenamiento de personal y niveles de precios. Y, presumiblemente, los economistas que lo proponen piensan que un salario mínimo mucho más alto sí haría mucho daño. Si no, ¿por qué no aumentarlo a $10 o $15 la hora?

Otros países, incluyendo a Francia, ya han realizado esos experimentos. Los resultados en Francia fueron investigados por dos excelentes economistas, Guy Lartoque y Bernard Salanie, quienes comprobaron que el alto salario mínimo francés explica el bajo nivel de empleo de las mujeres francesas casadas, las deprimentes oportunidades de conseguir trabajo que tienen los jóvenes franceses y el desempleo sufrido en Francia por 40 por ciento de los jóvenes musulmanes.

Gary S. Becker es profesor de economía de la Universidad de Chicago y Premio Nobel.

@ AIPE

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