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EDUCACIÓN

Enseñar, enseñar, enseñar

En los últimos años han ido surgiendo en Francia asociaciones de maestros y profesores de Secundaria, de distinto signo político, cuyos nombres no pueden ser más elocuentes: Sauver les Maths, Sauver les Lettres, Savoir Lire, Écrire, Compter, Calculer, Refonder L’École... 

Para todas estas asociaciones, el mal que aqueja a la escuela pública francesa comienza en la enseñanza primaria. Además, consideran que se ha perdido el respeto al profesor y que los métodos pedagógicos que triunfaron a partir de Mai 68 han hecho los programas incomprensibles, cultivado el desinterés por la instrucción y convertido las clases en lugares de entretenimiento.
 
Durante la campaña para las presidenciales, Nicolas Sarkozy repitió en más de una ocasión estos mismos argumentos, y llegó a pedir a los maestros que renunciaran a unos dogmas pedagógicos que estaban provocando que los niños abandonaran la escuela sin aprender a leer, escribir y hacer cuentas. El Haut Conseil de l'Éducation (HCE), órgano consultivo conformado por nueve personalidades de reconocido prestigio académico, acaba de hacer público un informe sobre la situación de la enseñanza primaria que dará nuevos argumentos a quienes reclaman una vuelta a los métodos tradicionales para asegurar que todos los niños terminen dicho ciclo con los conocimientos y las destrezas que resultan indispensables en Secundaria: saber leer, escribir y hacer cuentas.
 
El Gobierno francés viene así a sumarse a las tesis de Tony Blair, que se presentó a las elecciones de 1997 con un triple compromiso: Education, Education, Education. Cuando llegó a primer ministro, Blair se sirvió de un estudio –realizado por un comité conocido como "el de los Tres Hombres Sabios"– que demostraba que demasiados niños terminaban la enseñanza primaria sin aprender casi nada porque "unos dogmas más que cuestionables" habían complicado de forma extrema la realización de las clases y menospreciado la importancia de los contenidos en los currículos, y puso en marcha una serie de reformas encaminadas a mejorar la competencia aritmética y lingüística de los alumnos del citado ciclo.
 
Fueron también los malos resultados de la enseñanza primaria y el convencimiento de que muchos escolares empezaban Secundaria sin dominar las destrezas básicas lo que llevó al Gobierno norteamericano a sancionar en el año 2002 la ley No Child Left Behind ("Que ningún niño quede atrás"), como consecuencia de la cual se impusieron unas medidas pedagógicas que horripilarían a todos los pedagogos progres, anclados en unos dogmas sesentayochistas que les llevan a preocuparse más por evitar que los niños se traumaticen que por enseñarles a leer, escribir y hacer cuentas.
 
Pues bien, cuando parecía que en España empezaba a prosperar la tesis de que es necesario olvidar esos dogmas pedagógicos que impeden a los profesores ejercer su autoridad, imponer cierta disciplina en las aulas y exigir esfuerzo y trabajo a sus alumnos; cuando también desde ciertos sectores de la izquierda se reclamaba la recuperación de algunos métodos educativos que se habían despreciado por considerarse trasnochados y tradicionales, el Gobierno de Rodríguez Zapatero, incapaz de reconocer, frente a lo que en su día hicieron los laboristas de Tony Blair, que el fracaso escolar es consecuencia de un modelo educativo y de unos principios que precisan ser revisados, ha elaborado una nueva Ley de Educación, la LOE, que trata de acabar con aquél facilitando el aprobado a los alumnos. No cabe duda de que al actual Ministerio de Educación no le preocupa que los escolares aprendan, sino que aprueben.
 
Por otra parte, resulta un tanto sorprendente el interés desmedido que se ha tomado el presidente del Gobierno por implantar una asignatura que "eduque en valores"; una asignatura cuyo objetivo, en realidad, es formar pequeños ciudadanos laicos, multiculturales y colectivistas, preocupados por el cambio climático y convencidos de que se debe renunciar a cualquier cosa en aras de la paz mundial. Una asignatura que, de momento, sólo está sirviendo para dividir a los ciudadanos y para movilizar a miles de padres que se niegan a aceptar que se enseñe a sus hijos unos principios morales con los que no están de acuerdo.
 
Así que, mientras Nicolas Sarkozy ha inaugurado el curso escolar apelando a la necesidad de recuperar la disciplina, el esfuerzo y el respeto por los profesores, la ministra de Educación de Rodríguez Zapatero lo ha hecho ofreciendo más facilidades a los jóvenes para que cursen Bachillerato y amenazando a aquellos padres y colegios que pretendan obstaculizar la implantación de Educación para la Ciudadanía, una asignatura nacida para educar moral y políticamente a los ciudadanos según los principios socialistas.
 
Recuperar la disciplina, el trabajo, el esfuerzo y el estudio es muy difícil cuando se ha hecho creer a la población que sin estudio y sin esfuerzo se puede llegar a ser profesor, político, abogado o ingeniero. Pero todavía resultará más difícil si la izquierda sigue empeñada en cultivar la demagogia y hacer de la escuela no un lugar de aprendizaje, sino una herramienta para cambiar la sociedad.
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