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ECONOMÍA

Eurogedón

En los últimos años, mientras muchos expertos afirmaban que todo estaba bajo control, este humilde columnista insistió en que lo peor de la crisis estaba por venir. Incluso me tomé el trabajo de escribir un libro para explicar por qué los programas de gasto de los Gobiernos y la impresión ilimitada de dinero solo podrían llevar a una depresión y a un posible colapso del sistema financiero.  


	En los últimos años, mientras muchos expertos afirmaban que todo estaba bajo control, este humilde columnista insistió en que lo peor de la crisis estaba por venir. Incluso me tomé el trabajo de escribir un libro para explicar por qué los programas de gasto de los Gobiernos y la impresión ilimitada de dinero solo podrían llevar a una depresión y a un posible colapso del sistema financiero.  

Lo de la depresión ya parece un hecho irrefutable. Aunque se maquillen las estadísticas para simular que ha crecido el empleo y la economía y bajado la inflación, la realidad es que los índices de paro son hoy más altos que hace tres años, tanto en EEUU como en Europa. Lo mismo ocurre con el crecimiento económico: si se reajustara de acuerdo a los índices reales de inflación, arrojaría cifras negativas. Mientras tanto, el endeudamiento de todos los países se ha incrementado espectacularmente.

Es totalmente falso que haya habido austeridad en los países del euro. Casi todos tienen hoy niveles de endeudamiento superiores a los de 2008. Lo que los políticos llaman recortes son en realidad reducciones de gastos proyectados. Es decir, si un Gobierno piensa gastar un 5% adicional y en lugar de eso decide gastar sólo un 2% más, los políticos de ese país afirman que se está ante un caso de austeridad brutal. Así es la política.

Por eso, estimado lector, no crea nada de lo que dicen los líderes mundiales ni los banqueros centrales. Todos ellos han dado ya suficientes pruebas de incompetencia y falta de ética. De incompetencia, porque cada vez que han intervenido han logrado ganar algo a cambio de, finalmente, agudizar aún más la crisis. Y de falta de ética porque, además de no querer reconocer que los Estados de Bienestar están quebrados, han violado todas las normas legales que ellos mismos se dieron para este tipo de casos: el límite de deuda establecido en el Tratado de Maastricht, las cláusulas que estipulaban que no se llevarían a cabo rescates y la prohibición de que el BCE se convirtiera en financiador de los Gobiernos, por ejemplo.

El BCE ha extendido créditos ilimitados –los famosos target credit– a los países del sur de Europa para que éstos financiaran sus défícits comerciales y fiscales. ¿Y quién ha pagado la cuenta? Pues, fundamentalmente, Alemania, que ha acumulado acreencias por valor de más de 600.000 millones de euros contra el sistema del BCE. Éste, en su último y desesperado intento por evitar el Eurogedón, ha inyectado un billón de euros al sistema.

Más allá de lo escandaloso que resulta entregar un millón de millones de euros de los ciudadanos europeos a las élites bancarias a tasas negativas, se trata de una medida pésima para la economía. Y lo es porque el problema de la banca, como el de los Estados, es de solvencia y no de liquidez. Los bancos centrales no pueden resolver problemas de solvencia porque no pueden crear riqueza, solo medios de pago.

Así las cosas, no es raro que estemos nuevamente ante la posibilidad de un Eurogedón. Veamos cómo ganan tiempo esta vez.


© El Cato

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