Menú
ECONOMÍA

Gasto público y moral

Parecería que el “destino manifiesto” de América Latina es estar condenada a vivir en perpetuo subdesarrollo, tanto político como económico. La raíz de nuestros problemas es de muy larga data; arranca en el instante mismo en que Colón descubrió estas tierras. Nuestro derecho colonial no tenía como objetivo principal resguardar la propiedad privada de los individuos, sino el proteger las posesiones de la Corona española.

Parecería que el “destino manifiesto” de América Latina es estar condenada a vivir en perpetuo subdesarrollo, tanto político como económico. La raíz de nuestros problemas es de muy larga data; arranca en el instante mismo en que Colón descubrió estas tierras. Nuestro derecho colonial no tenía como objetivo principal resguardar la propiedad privada de los individuos, sino el proteger las posesiones de la Corona española.
Las colonias españolas fueron creadas para el fisco, no el fisco para las colonias. Es por eso que la legislación fue concebida conforme a tal designio: eran máquinas para crear rentas fiscales. Ante el interés estatal, eran nulos los derechos y las libertades civiles de los habitantes. El hombre aislado no contaba nada.
 
Los virreinatos no fueron proyectados para garantizarle al hombre común su libertad a perseguir sus legítimas metas, sin interferencias arbitrarias. Por el contrario, sin pudor, los diferentes gobernantes de turno utilizaron a las personas, sus recursos y bienes para alcanzar sus propios y particulares fines.
 
Con la independencia no mejoraron las cosas. Con el agregado de que de ahí en adelante hubo una gran inestabilidad política. Democracias o dictaduras, "caudillos" o militares carismáticos, socialismo o el mal llamado "neoliberalismo", todos suelen fracasar, en medio de grandes convulsiones sociales.
 
¿Por qué? Por la simple razón de que el individuo no es el centro de gravedad de nuestra vida institucional, sino los políticos y las burocracias. Eso que habitualmente, para confundir, se le llama "Estado". Hay tan sólo una perenne metamorfosis. Porque cambian los "amos" del poder, pero la explotación sigue siendo siempre la misma.
 
Cuando compulsivamente somos obligados a entregar en impuestos una porción desmesurada de nuestros ingresos, se supone que es para tener buenos caminos, escuelas, hospitales, etcétera. Sin embargo, es notorio que en Latinoamérica los servicios brindados por las autoridades públicas suelen ser de muy baja calidad. Y no es ningún misterio que, al igual que ocurría en la época colonial, una gran proporción de ese dinero se utiliza para "premiar" lealtades, otorgar privilegios y prebendas a los amigos y correligionarios, así como para comprar apoyos y sustento para los regímenes de ocasión.
 
El mismo sistema impositivo está ideado de tal modo para que disimule lo más posible la expoliación de la cual son objeto los habitantes del país. De ahí la proliferación de tasas e impuestos. Asimismo, las empresas monopólicas estatales forman parte de los mecanismos más eficaces para empobrecer a vastas capas de la población.
 
Para desgracia de nuestros pueblos y suerte de nuestros "Estados", tal situación se perpetúa gracias a los organismos de crédito internacionales. Por ejemplo, el Uruguay recién se está recuperando de una crisis tremenda que sufrió en el año 2002. A fines de 2004 la deuda pública representaba 100,9 % del PIB. No obstante, el proyecto de presupuesto que el Poder Ejecutivo recientemente remitió al Parlamento aumentó el gasto bajo control del Gobierno en más de un 30% en términos reales.
 
La proyección de ese aumento del gasto público discrecional se sustenta en una apuesta por la permanente generación de inflación y en que se mantengan las actuales condiciones externas favorables. En las imprescindibles reformas estructurales del sector público para mejorar su gestión hay pocos avances. Lo cual ya nos anuncia la próxima gran crisis.
 
Por eso resulta insólito que, en días recientes, funcionarios de primera línea del Fondo Monetario Internacional elogiaran a Uruguay y que su subdirector gerente, Agustín Corstens, haya señalado en un comunicado que el programa económico del Gobierno "tuvo un buen comienzo". También destacó que el proyecto de presupuesto "reafirma" el "compromiso" de las autoridades de aplicar una política macroeconómica fuerte, por lo que se plantea una "perspectiva favorable para lograr los objetivos de crecimiento sustentable, sostenibilidad de la deuda y desarrollo social".
 
 
© AIPE
 
Hana Fischer, analista política uruguaya.
0
comentarios