Menú
¿CÓMO SERÁ EL SIGLO XXI?

La civilización y las guerras

Comenzamos el siglo XXI con gran optimismo. No solamente había colapsado el comunismo criminal de la Unión Soviética, por su horrible ineficiencia y corrupción, sino que varios de sus antiguos satélites, como Estonia y la República Checa, prosperaban velozmente bajo Gobiernos respetuosos de la libertad individual y los derechos de propiedad. En China se notaban crecientes cambios favorables desde la muerte de Mao y la India comenzaba a dar la espalda al socialismo que sus líderes aprendieron en universidades inglesas en los años 30, mientras que en toda América Latina –fuera de Cuba y Haití– habían desaparecido las dictaduras.

Comenzamos el siglo XXI con gran optimismo. No solamente había colapsado el comunismo criminal de la Unión Soviética, por su horrible ineficiencia y corrupción, sino que varios de sus antiguos satélites, como Estonia y la República Checa, prosperaban velozmente bajo Gobiernos respetuosos de la libertad individual y los derechos de propiedad. En China se notaban crecientes cambios favorables desde la muerte de Mao y la India comenzaba a dar la espalda al socialismo que sus líderes aprendieron en universidades inglesas en los años 30, mientras que en toda América Latina –fuera de Cuba y Haití– habían desaparecido las dictaduras.
Un fragmento del Muro de Berlín.
Pero ese optimismo de los albores del siglo XXI se enturbia actualmente por el descontento y la frustración de muchos. La razón es que un creciente número de Gobiernos y organismos internacionales están empeñados en imponer, a como dé lugar, sus ideales y mandatos al resto de la humanidad.
 
Los gobernantes, políticos y burócratas de hoy ya no se contentan con imponer su manera de pensar a sus conciudadanos, dentro de las fronteras de sus países, sino que aspiran a hacerlo en los ámbitos regional e internacional, pretendiendo moldear y cambiar el mundo entero.
 
Un caso trágico lo observamos en el conservadurismo evangélico del presidente George W. Bush, quien da frecuentes demostraciones de sentirse guiado por una mano divina. Así, la respuesta al horrible ataque terrorista de Al Qaeda a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, donde murieron 2.973 personas, fue la invasión de Irak, cuya conexión jamás fue comprobada y donde el presidente Bush declaró la victoria –"misión cumplida"– el 1 de mayo de 2003. Sin embargo, ya han muerto 3.500 soldados estadounidenses y más de 65.000 civiles iraquíes.
 
La única razón de ser de los Gobiernos es defender los derechos de sus ciudadanos, no imponer la democracia, el capitalismo, el cristianismo o el socialismo a los demás países. Y lo que más debemos temer es la creciente adoración al Estado y al uso indebido del poder.
 
El mes pasado se le otorgó la ciudadanía honoraria de Israel a la maestra belga de 86 años Andrée Geulen, quien en 1942 arriesgó su vida para salvar a 300 niños judíos de los nazis. Durante la ceremonia, Geulen explicó que cumplir con su deber significaba desobedecer las leyes entonces vigentes. Actualmente, muchos sacerdotes católicos protegen en Estados Unidos a inmigrantes indocumentados y ayudan a madres separadas de sus hijos.
 
Así como los neoconservadores estadounidenses se sienten calificados para imponer su versión de la cultura occidental al Medio Oriente, internamente pretenden expulsar a 12 millones de trabajadores indocumentados y negar la nacionalidad a los hijos que éstos tengan en Estados Unidos.
 
No sé si debemos temer más a la izquierda, que no respeta los derechos de propiedad ni la libertad individual, pretende redistribuir lo que nos pertenece y amenaza con detener el desarrollo económico del siglo XXI para combatir el calentamiento terrestre, o a una derecha que restringe las libertades civiles y utiliza la policía para imponer sus convicciones.
 
Nuestro siglo puede ser una nueva era de resplandeciente prosperidad y bienestar para el mundo entero, siempre y cuando se eliminen las trabas al intercambio comercial y al libre flujo de capitales y mano de obra. De lo contrario, podemos retroceder hacia otra era de opresión medieval, si proliferan las guerras y el poder de gobernantes como Hugo Chávez.
 
 
© AIPE
 
CARLOS BALL, director de AIPE y académico asociado del Cato Institute.
0
comentarios