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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

La guerra

La guerra contra el terrorismo es, como tantas cosas, a la vez sencilla y complicada. Exige, ante todo, una voluntad política y, por ahora, quienes la han demostrado, lo cual no evita posibles errores, son Aznar, Blair, y claro, Bush. No se puede luchar contra el terrorismo sin voluntad de vencer, lo cual excluye los compromisos, y a fin de cuentas, la cobardía. Es tremendo, pero es así.

Yo no sé quién es ese señor de Vries que ha sido nombrado para el cargo que la prensa gala ha calificado de “Monsieur Terrorisme”, lo cual constituye el colmo de la indecencia: como si el terrorismo pudiera equipararse a un concurso de belleza o de musculatura, ”Monsieur Muscles”. Y me digo que si es tan eficaz como Javier Solana, alto representante del vacío europeo en cuestiones internacionales, como en las demás (no seamos roñosos en lo que concierne a la incapacidad europea en cualquier terreno, salvo un poco con el mercado común), este “señor terrorismo” se va a convertir rápidamente en esa pata de conejo muerto que en ciertas regiones del mundo personas supersticiosas llevan en su bolsillo, o bajo su camisa, para conjurar la mala suerte. ¡Lagarto! ¡Lagarto! Pero si seguimos con el ejemplo de Solana, el señor de Vries será tan inútil como esa pata de conejo muerto. ¡Lagarto! ¡Lagarto!
 
Claro, que en la cumbre europea sobre terrorismo todos se han felicitado de los amplios acuerdos logrados, de la voluntad común y del chachachá. Menos mal que la policía británica, por ejemplo, ha logrado cerrar con éxito una operación de busca y captura de terroristas con sus explosivos, en Reino Unido, antes de que el señor de Vries esté instalado en su oficina y los funcionarios europeos le hayan indicado dónde puede poner sus zapatillas y su batín, porque le veo condenado a largas siestas. A menos que le guste el golf. Y la policía española también parece ir por buen camino en la busca y captura de los asesinos de Atocha.
 
La guerra contra el terrorismo es, como tantas cosas, a la vez sencilla y complicada. Exige, ante todo, una voluntad política y, por ahora, quienes la han demostrado, lo cual no evita posibles errores, son Aznar, Blair, y claro, Bush. No se puede luchar contra el terrorismo sin voluntad de vencer, lo cual excluye los compromisos, y a fin de cuentas, la cobardía. Es tremendo, pero es así. Para quedarnos en Europa unos instantes, porque esta guerra es mundial, que se establezca una colaboración y un intercambio de informaciones y se utilicen las dichosas nuevas tecnologías me parece absolutamente indispensable, pero son los viejos y tradicionales métodos los que me parecen tanto o más indispensables. Para decirlo deprisa y corriendo, en la guerra contra ETA, infiltrar en los medios etarras a agentes vascos que informen y puedan así evitar atentados (estas cosas ya ocurren). En la guerra contra un peligro más global, infiltrar en los medios islamistas radicales, y eso en el mundo entero, agentes musulmanes que vayan a las mezquitas y ofrezcan cinco veces al día su culo a Alá, pero que avisen cuando se prepara un atentado. No todos se evitarán así, pero seguro que muchos.
 
Mis amigos parisinos, y no me voy por los cerros de Úbeda, me manifestaron su sorpresas cuando “Le Monde”, fechado éste miércoles 31, publicó un artículo de su enemigo, José María Aznar: “La verdad sobre el 11 de Marzo”. Aparte del hecho de que ese, como otros diarios, publican opiniones contrarias a su línea editorial o a su credo político con tal de que se trate de famosos, el artículo de Aznar, publicado primero en el Wall Street Journal, iba acompañado de guardaespaldas, no para proteger al autor, sino para proteger al periódico. Uno de ellos era nuestro ganso nacional, Vidal-Beneyto. Este artículo de Aznar me ha parecido muy bueno y me temo que para la dominación socialburócrata de Europa a otros también les haya parecido muy bien. Lo que más me interesa es cuando Aznar escribe: “Si queremos impedir que los terroristas nos asesinen y dicten nuestra conducta tenemos que enfrentaros con ellos. Algunos piensan que la solución consiste en buscar la paz, negociar con los terroristas para que vayan a matar a otro país. Actuar de esa manera es inaceptable para mí como para millones de españoles. El terrorismo debe ser pura y simplemente vencido".
 
Desgraciadamente, no son muchos los gobernantes que afirman tales cosas y actúan en ese sentido porque lo que domina en Europa, y lo que anuncia Rodríguez (¿porqué mentar siempre a su infeliz de madre?), y realiza su compinche Carod, es el conocido “síndrome de Estocolmo”, lo que justamente denuncia Aznar. En su artículo éste explica también, de cara a un público extranjero, por qué creyeron, creíamos todos al principio, que se trataba de ETA, y no sólo la rapidez con la que fue descubierta la pista islámica, sino la rapidez con la que fueron descubiertos y detenidos los primeros presuntos terroristas. Pero de poco servirá, me temo, porque la izquierda, o al menos cierta izquierda, tiene una capacidad portentosa para mentir y montar campañas de embustes que se convierten en “verdades históricas”: mintieron sobre la URRS, China, Cuba, mintieron sobre el GULAG, los “procesos de Moscú”, el proceso del POUM, mienten sobre Sabra y Chatila, sobre la seudo “matanza” de Yenin, no paran de mentir, y el bulo del “acoso a El País sigue siendo un modelo de mentira lograda y me temo que Aznar pase a la historia como el presidente del Gobierno que mintió y por eso fue tumbando (cuando ni siquiera era candidato). Otros “se enteran por la prensa” de los crímenes que ordenaron, y todos se lo tragan.
 
Pues bien, hay que tener todo esto muy en cuenta y de nada serviría rasgarse las vestiduras. La posición correcta de nuestro gobierno en la “crisis iraquí”, de solidaridad con las democracias contra las tiranías y el terrorismo, se ha enfrentado a una tremenda campaña de agit-prop, que podía basarse en un odio irracional, pero popular, contra USA, en el deseo cobarde de “evitar líos”, que maten donde sea, pero no en casa, y al largo desfile de las panzer-divisions de intelectuales progres y famosos que nos explicaban que para acabar con el terrorismo había que acostarse con Ben Laden y condenar a los verdaderos terroristas: Bush, Blair y Aznar, no faltaba más.
 
Este batiburrillo es de sobra conocido, pero eso no quita que ha ganado. Y cuando ocurrieron los atentados de Atocha, tres días antes de las elecciones ¡como si fuera por casualidad! Todo ese terreno abonado por la propaganda, el susto, el dolor se volcaron para elegir a quien prometía “paz”. O sea que “esos”no matarían más en España. Otra pata de conejo muerto. La guerra contra el terrorismo no tiene sólo sus aspectos policiales, de inteligencia, o espionaje, de prevención, también en ciertos casos, militares, claro, tenemos un campo de batalla inmenso en el ámbito de las ideas, o si se prefiere, de la propaganda, para convencer a la opinión pública, o sea, a los electores. Y en este aspecto de la guerra sucia hay que reconocer que hemos perdido demasiadas batallas. Y ETA ¿qué?, porque ETA sigue siendo nuestro cáncer nacional. Pues no os preocupéis, con Carod Rovira cada vez más respaldado por Rodríguez Zapatero habrá nuevos atentados y más mierda en este sufrido país.
 
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