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CÓMO VIVEN SUS SEÑORÍAS

Mamá, ¡quiero ser político!

Ser político se ha convertido en una auténtica bicoca. Quienes se dedican a la cosa pública no sólo perciben unos ingresos elevados, sino que disfrutan de una serie de privilegios que no están al alcance del resto de los mortales. Con sospechosa frecuencia, los políticos se defienden diciendo que el desarrollo de la actividad pública ha de ser entendido como un sacrificio, ya que podrían obtener unos ingresos superiores si ejercieran en el sector privado. ¿En serio?

Ser político se ha convertido en una auténtica bicoca. Quienes se dedican a la cosa pública no sólo perciben unos ingresos elevados, sino que disfrutan de una serie de privilegios que no están al alcance del resto de los mortales. Con sospechosa frecuencia, los políticos se defienden diciendo que el desarrollo de la actividad pública ha de ser entendido como un sacrificio, ya que podrían obtener unos ingresos superiores si ejercieran en el sector privado. ¿En serio?
Los miembros del Parlamento español cobran de media algo más de 3.100 euros al mes, cifra que se ve incrementada sustancialmente con las prebendas que obtienen por desempeñar tal o cual cargo en ésta o aquella comisión.
 
El presidente de la Cámara dispone de un complemento mensual de 3.605 euros, más otros 3.915 euros, también mensuales, para gastos de representación, y otros 3.210 para gastos de libre disposición, o sea, para lo que le dé la gana. Hagan ustedes las cuentas. En cuanto a los vicepresidentes, secretarios, portavoces y portavoces adjuntos de Mesa, perciben de una a tres pagas extra, que oscilan entre los 700 y los 1.400 euros mensuales. Y los presidentes de comisión disponen de casi 1.600 euros al mes para "gastos de representación"; algo menos perciben quienes, en las referidas comisiones, son meros secretarios o portavoces.
 
Según el reglamento de la Cámara, además de las percepciones correspondientes a la asignación constitucional, los diputados tienen derecho a las "ayudas, franquicias e indemnizaciones por gastos que sean indispensables para el cumplimiento de su función". Así, todos los que no son diputados por Madrid cobran 1.823 euros al mes para afrontar los "gastos de alojamiento y manutención en la capital que origine la actividad de la Cámara". En el caso de los diputados por Madrid, esta cantidad es de 870 euros extra al mes.
 
A ello hay que añadir, por supuesto, los gastos de transporte, cuya tributación está además exenta; siempre y cuando los señores diputados no cuenten con un chófer oficial, algo que, por cierto, ocurre en la mayoría de los casos. "A partir del 1 de enero de 2006, la cuantía de las dietas devengadas por los desplazamientos que los Diputados realizan en misión oficial se cifran en 150 euros por día en el supuesto de desplazamientos al extranjero, y 120 euros diarios en el de viajes dentro del territorio nacional". Es decir, y hablando en plata, los contribuyentes sufragamos la vuelta a casa de sus señorías fin de semana sí y fin de semana también; señorías que no necesitan sino argumentar que han acudido a algún acto institucional o político en su ciudad de origen para embolsarse otros 120 euros diarios.
 
Ordenador portátil, teléfono móvil, despacho propio en el Congreso, asistente personal: he aquí algunos de los privilegios añadidos de que gozan los diputados españoles por el mero hecho de serlo. No está nada mal, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría sólo trabaja hasta la mañana del jueves. Bueno, no: la mayoría abandona el Hemiciclo el miércoles por la tarde, tras la sesión de control al Gobierno. El tema de los alcaldes y concejales es cosa aparte... y de sobra conocida por todos. Por cierto, hay directores generales en algunos municipios medianos (de más de 100.000 habitantes) que cobran más de 60.000 euros al año. Por lo que hace a los eurodiputados, su salario ronda los 9.000 euros mensuales, dietas y complementos aparte.
 
En definitiva, que los políticos perciben unos ingresos que en nada tienen que envidiar a los de los altos ejecutivos del sector privado. Y además éstos carecen de la influencia y el poder de sus señorías, encargadas como están de articular las leyes y decidir lo que está o no permitido en el ámbito privado. Qué mayor poder que ése, ¿no creen?
 
Por último, la mayoría de los cargos políticos no ha desarrollado prácticamente actividad alguna en la empresa privada. Muchos son funcionarios o han ido ascendiendo poco a poco en el escalafón del partido hasta ocupar el ansiado sillón en el parlamento, organismo oficial o ayuntamiento de turno. Dudo mucho de que cualquiera de ellos, con su formación académica, lograra un cargo de remuneración similar en el sector privado.
 
Así que, por favor, déjense ya de milongas.
 
 
© AIPE
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