Menú
SIMONÍA EN LA RED

Curas de alquiler

En el libro de los Hechos de los Apóstoles (8,9-24), San Lucas narra el episodio en el que un mago de Samaria de nombre Simón, que se había bautizado tras aceptar la predicación de San Felipe, ofrece a San Pedro dinero a cambio de recibir la capacidad de comunicar el don del Espíritu Santo mediante la imposición de las manos.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles (8,9-24), San Lucas narra el episodio en el que un mago de Samaria de nombre Simón, que se había bautizado tras aceptar la predicación de San Felipe, ofrece a San Pedro dinero a cambio de recibir la capacidad de comunicar el don del Espíritu Santo mediante la imposición de las manos.
La respuesta del cabeza del colegio apostólico no se hizo esperar: "Vaya tu dinero a la perdición y tú con él, pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero. En este asunto no tienes tú parte ni herencia, pues tu corazón no es recto delante de Dios" (8,20s).
 
Es de este personaje de donde viene la denominación de "simonía" a la adquisición o concesión de cargos eclesiales a cambio de dinero o cualesquiera otras ventajas materiales. Pero de manera lata se usa también para denominar cualquier tipo de compra o venta de realidades espirituales. Históricamente, fue la Edad Media el momento en que tuvo una mayor relevancia este hecho, que siempre contó y cuenta con el más enérgico rechazo de la Iglesia.
 
Si uno busca en internet www.rentapriest.com se puede encontrar uno con el lema "Recieve Christ’s sacraments from a married catholic priest", es decir, "Reciba los Sacramentos de Cristo de un sacerdote católico casado"; bajo el cual hay un botón: "Shopping Cart" ("Carrito de la compra"), pulsando el cual se puede hacer un listado de "productos", si se me permite el uso del término, abonables en dólares USA. Evidentemente, es fácil percatarse de que los sacerdotes católicos casados que actúan en esta organización –unos 400– siempre podrán alegar que no venden sacramentos, sino que, en vez de un contrato de compra-venta, se trata de uno de arrendamiento de servicios. Por lo cual, para evitar cualquier clase de equívocos, yo sugeriría que en el citado botón se pusiera "Renting cart".
 
Por otra parte, creo que a nadie se le escapa que los usuarios mayoritarios de estos servicios serán personas que no puedan recibir, las causas variarán en cada caso, el sacramento solicitado (matrimonio, bautismo, comunión, confesión), y que lo intentan por la puerta de atrás pagando una suma de dinero. Suponemos también que no para comprar el sacramento, sino solamente para pagar los servicios prestados.
 
En cualquier caso, hay un elemento común tanto en el arrendador como en el arrendatario de los servicios: la privatización, consecuencia de una mentalidad individualista y subjetivista, de los sacramentos de Cristo. Así se los llama en el lema citado, pero se olvida que el Cristo total es la Cabeza y su Cuerpo, que es la Iglesia. Desde el punto de vista del arrendador, es evidente que, por ser el sacerdocio un sacramento que imprime carácter, lo será por toda la eternidad. Pero el sacerdocio nunca es algo que pertenezca al ordenado y pueda, por ello, disponer de ello a su antojo, sino que el sacerdocio está al servicio de la Iglesia, pues el cristiano siempre lo es en la comunión con los demás creyentes. Pensar otra cosa sería hablar del sacerdote como alguien que hubiera recibido una patente de corso para actuar simplemente desde sí.
 
Desde luego, me gusta respetar la conciencia de cada quien, pero supongo que a todos les gusta ser respetados. Si esa concepción tienen del sacerdocio y los demás sacramentos, que tengan la honradez suficiente y dejen la Iglesia, pues parece que no creen lo mismo que ella. Mas no, tal vez porque el tachar "católico" del lema de la página web disminuiría la facturación. Pero haya o no simonía, lo que muy probablemente pueda haber sea una estafa, pues la mayoría de esos sacramentos serán inválidos, sin entrar en que no pocos sean sacrílegos y un permanente insulto a los católicos.
 
No me extrañaría que nos encontráramos con algo así en España, pues la mentalidad es muy similar: parece como si todos tuviéramos derecho a todo, incluso derechos sobre Dios, y como si la Iglesia fuera un obstáculo entre Él y nosotros que mantuviera cautiva a la gracia.
 
San Pedro concluyó su alocución a Simón con una llamada a la conversión, y éste le contestó: "Rogad vosotros al Señor por mí, para que no venga sobre mí ninguna de esas cosas que habéis dicho" (8,24). Simón, después de todo, fue humilde. Y si no, habrá que hacer algo.
0
comentarios