Estas afirmaciones tan sutiles han sido apoyadas por unos cuatro mil seguidores de la Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ), una pieza clave del marketing de Ferraz, liderada por señalados próceres de la "intelectualidad" artística española (los doctores José Luis Cuerda, la honoris causa Marisa Paredes, o los Master Miguel Bosé, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Ana Balén y Víctor Manuel).
Las afirmaciones de José Luis Cuerda merecen alguna atención y despiertan algunas preguntas. Ese odio al PP podría estar fundamentado en una experiencia negativa, desastrosa, pero curiosamente, cuando gobernó Aznar, no se produjo ninguna acción legal o medida que perjudicara al cine español, sino que este siguió con los mismos tratos favorables por parte del Estado que siempre habían disfrutado.
Entonces, ¿a qué viene esa demagogia visceral contra los que, cuando gobiernen, volverán a arbitrar en las cuestiones que preocupan a la industria? ¿Es para irritarlos y para que cuando lleguen al poder arremetan contra el cine español? ¿O es una bravuconada porque sabe Cuerda que los populares nunca se atreverán a cortar el grifo? En cualquier caso parece que el exabrupto no puede traer ningún beneficio a nuestro cine.
Además, si la mitad de los españoles vota al PP, significa que la mitad de los españoles están desde ayer indignados con los voceros oficiales del cine, y muchos de ellos habrán decidido en su fuero interno no volver a pagar por ver cine español en una temporada. La gran pregunta es: ¿cómo se explica que un productor –José Luis Cuerda–, es decir, un empresario, se enfrente de un plumazo, gratuitamente, con la mitad de los potenciales consumidores? ¿Alguien se imagina al presidente de Volkswagen gritando exaltado ante los micrófonos que todas las mujeres que llevan vaqueros son unas zorras y sus maridos unos cornudos? ¿Cuanta gente dejaría de comprar sus coches y se irían a la competencia? Muchos cientos de miles de embuchadas en Jeans y sus atónitas parejas, más todo ciudadano con sentido del decoro. Eso traducido en euros sería una fortuna.
¿Cómo se explican, pues, esas declaraciones de Cuerda? Sólo caben dos posibilidades, muy inquietantes ambas. O Cuerda no necesita de nuestro paso por taquilla para pagar sus facturas, pues lo tiene asegurado por otras vías de financiación, o es tan sectario que no le importa perder dinero con tal de apuntalar su ideología.
Pero se mire como se mire, el cine español se ha suicidado en estas elecciones. Sobrevivirá malamente con el sistema de financiación establecido, pero los españoles estamos hartos de que las pantallas se hayan convertido en los nuevos púlpitos de la extrema izquierda pesebrera. Hay mucho más cine allende nuestras fronteras, mucho buen cine que no busca ofendernos ni humillarnos. Y por el mismo precio, ¿para qué vamos a dejar que nos toquen las narices?
¿Y donde están los cineastas que no han sucumbido a la ideología? ¿Se les ha comido la lengua el gato? ¿O tiene miedo que si se señalan sean etiquetados de fascistas y les hagan el vacío? ¿Hay alguien libre por ahí? ¿Al menos uno, por favor?