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CINE

Indiana Jones es abuelo

Con un inaudito gasto multimillonario en promoción se estrena este viernes la esperada Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, casi veinte años después de la primera entrega de la serie.

Con un inaudito gasto multimillonario en promoción se estrena este viernes la esperada Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, casi veinte años después de la primera entrega de la serie.
Indiana Jones

Todos los medios de comunicación se han volcado en la premiere mundial en Cannes del pasado domingo, y ya se han vendido muchas entradas por anticipado para el estreno de este fin de semana. Todas las portadas de las revistas especializadas del mes de mayo han sido para el regreso de Indiana Jones. El poder del marketing es asombroso. Pero ¿están justificados este furor y esta expectación?

Por un lado están los treintañeros que crecieron con la saga de Steven Spielberg protagonizada por Harrison Ford, y que ven incentivada su nostalgia con la campaña publicitaria. Por otro lado están los jóvenes y adolescentes que quieren conocer de primera mano ese mito del cine contemporáneo. Y por último, están todos aquellos, que no estando incluidos en los anteriores grupos, tenemos interés en el cine de aventuras de formato clásico.

Pero aún así ¿es tan buena la película? En realidad la pregunta está mal planteada. Da igual que la película sea buena o no: va a arrastrar al público en cualquier caso. El cine todavía en ocasiones funciona así, como magia, como mito, como fuerza social gregaria y casi irracional. Pero también esto es expresión de algo muy verdadero: que la gente necesita saborear, aunque sea en la imaginación, una vida superadora del límite personal y de la miseria de horizontes en que vivimos insertos.

Indiana JonesLa película en cuestión no está mal. Da lo que promete: mucha aventura, peripecias y acción, humor, escenarios antiguos y amenazas naturales, trampas, carreras, y un largo etcétera por todos conocido. Sin duda es una película divertida. La mano de George Lucas y el talento de Spielberg son algo de cuya maestría ya hace décadas que no se discute. También es cierto que la película se dirige a un público que ya no sabe lo que son ni el Santo Grial ni el Arca de la Alianza. Por tanto ahora el film los sustituye por la superioridad de la cultura maya y por las peripecias protagonizadas por Francisco Orellana en tiempos de la conquista española. Pero también por la visita de los alienígenas hiperdesarrollados intelectualmente.

Esto último tiene que ver con que el argumento de la presente entrega se ambienta en los cincuenta, un periodo en que se vivió el boom de la ufología y de la literatura marciana. Así, Spielberg se puede hacer un homenaje con ecos de E.T. y de Encuentros en la tercera fase. Incluso el Alien de Ridley Scott puede verse reflejado en ciertos diseños de la película. Pero la gran cuestión es si se puede ser un héroe de aventuras con sesenta y cinco años. Y parece que sí. El abuelo Jones sabe mantener el tipo con elegancia, recibir palizas con prestancia y correr y saltar como un muchacho. Sus discusiones con la novieta son más prescindibles, pero tienen un halo de simpatía que nos invitan a la indulgencia.

Se agradece del film un uso moderado de los diseños por ordenador, que da prioridad a las escenas de acción real, con momentos que recuerdan incluso los orígenes del slapstic y las peleas del cine más clásico. Es memorable la persecución por el campus universitario, rodada espléndidamente y con un agudo sentido del humor. Menos verosímil es la secuencia de las cataratas, pero que también se debe leer en una clave de cierto humor. El nuevo y joven protagonista Mutt, compañero de aventura de Indy, está encarnado por el correcto Shia LaBeouf, que representa los tics del adolescente rebelde. Menos convincente está la gran actriz Cate Blanchett, que se encorseta en un papel con pocos matices y escaso desarrollo. Sin embargo su personaje es decisivo ya que encarna la ambición veterotestamentaria de "ser como dioses", una ambición de poder que le va a costar muy cara.

En fin, que se pueden divertir si les gusta Tarzán, los cómics de Tintín, y las divertidas películas de serie B de los cincuenta. Puro clasicismo sin sombra de rancio anacronismo. Eso es Steven Spielberg, uno de los maestros vivos más importantes de la historia del cine.
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