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INFIDELIDAD E INTEGRIDAD PERSONAL

John Edwards como síntoma

¿Por qué se escandalizan los norteamericanos al enterarse que John Edwards cometió adulterio y mintió luego sobre ello? ¿No conocemos a nuestros vecinos, amigos, familia? La promiscuidad del adulterio es uno de los pasatiempos favoritos de Estados Unidos. Perritos calientes, béisbol y promiscuidad; ese es el modo de vida norteamericano.

¿Por qué se escandalizan los norteamericanos al enterarse que John Edwards cometió adulterio y mintió luego sobre ello? ¿No conocemos a nuestros vecinos, amigos, familia? La promiscuidad del adulterio es uno de los pasatiempos favoritos de Estados Unidos. Perritos calientes, béisbol y promiscuidad; ese es el modo de vida norteamericano.
John Edwards

El mercado responde como corresponde. Todas las noches a la hora de mayor audiencia, la televisión pinta el sexo extramarital como algo preferible a la belleza de un buen matrimonio. Según un nuevo informe del Parents Television Council "en todas las cadenas de televisión, las referencias verbales al sexo fuera del matrimonio superaban las referencias al sexo marital por 3 a 1 y las escenas de sexo o las que lo insinuaban entre parejas casadas se veían superadas en una proporción de 4 a 1".

¿Por qué los norteamericanos se quedan pegados a la televisión siempre que se presentan detalles más sabrosos? No podemos estar en misa y repicando. No podemos tolerar este tipo de entretenimiento que deshumaniza y recompensar a los patrocinadores de estos programas con nuestros dólares para luego fingir indignación cuando nuestros líderes exhiben ese comportamiento en la vida real.

Los ingresos publicitarios y los índices de audiencia muestran que el mercado celebra el sexo promiscuo e irresponsable fuera del matrimonio al apoyar programas que convierten en algo normal la infidelidad de John Edwards, Jesse Jackson, Bill Clinton, Newt Gingrich, Elliot Spitzer y muchos otros, nuestros amigos, familia y vecinos incluidos. Muchos norteamericanos parecen pensar que lo importante no es destruir nuestra humanidad con la inmoralidad sexual, destrozar un matrimonio o dejar emocionalmente marcados a los niños, sino que nos descubran con las manos en la masa.

Lo que los programas de televisión no muestran es que, en el mundo real, la promiscuidad y el adulterio producen a la larga un profundo dolor a todas las partes implicadas y es especialmente devastador con los niños cuyos padres no pueden autocontrolarse.

John Edwards lo describe perfectamente, diciendo que su creciente fama y poder "alimentaron en mí el engreimiento, el egocentrismo, el narcisismo, hasta el punto de creer que uno puede hacer lo que quiera, que uno es invisible y que no habría consecuencias... y nada podría estar más lejos de la realidad". Esto debería servir como una advertencia para todos nosotros.

John EdwardsLa tentadora combinación de sexo, dinero y poder es un cóctel mortífero que acarrea potenciales consecuencias de enorme calado. Hay un antiguo proverbio que nos recuerda que "los pecados que cometas te acabarán encontrando". Es un hecho escalofriante que al final la verdad expone el engaño. Es, simplemente, la manera en que funciona el mundo.

Cuando le preguntaron por qué negó las acusaciones al principio, Edwards comentó que "no quería que la opinión pública se enterara de lo que él había hecho". ¿Por qué los comentaristas se están escandalizando de que Edwards mintiera? Al fin y al cabo, si una persona comete adulterio –que es una inmensa traición de la confianza–, ¿por qué no iba a mentir sobre ello en público?

Lo que ha quedado expuesto nuevamente es que los norteamericanos no valoran la necesaria formación del carácter que acompaña al éxito profesional. No se lo exigimos a nuestros líderes porque no nos lo exigimos a nosotros mismos. Estamos más preocupados por tener la ideología correcta o unos logros profesionales que por cultivar el carácter y la virtud. Los líderes sin carácter al final abusan de las relaciones económicas, políticas y sociales en formas que en última instancia hacen daño a los ciudadanos.

En las décadas venideras, historias como ésta serán el día a día de la vida en Estados Unidos porque los norteamericanos no están inculcando la virtud en sus hijos. ¿Están los padres de hoy criando a sus hijos para que sean mujeres y hombres prudentes, valientes, justos y con autocontrol? ¿O estamos educando al mismo tipo de niños que serán personas inmersas en sí mismas, egocéntricas y narcisistas, que se creen invencibles y que no tienen que responder moralmente ante nadie? En otras palabras, gente "de éxito" pero sin integridad personal.

La familia norteamericana de hoy, con sus altos índices de divorcio, malos tratos, ruptura de las relaciones personales; con sus deficientes preferencias a la hora de escoger contenidos en los medios de comunicación; con su adoración al éxito y al materialismo, está preparando a los niños para convertirse en el tipo de adultos que un día irán a la televisión para admitir públicamente su indecencia. En Estados Unidos tenemos los líderes que nos merecemos porque representan lo que el pueblo realmente valora.

Acton InstituteAnthony B. Bradley es investigador del Instituto Acton.

*Traducido por Miryam Lindberg del original en inglés.

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