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Javier Somalo

Quién se atreve a una moción

Por la ocultación del peligro del coronavirus, con resultado de muerte, de mucha muerte, habría que echar a Sánchez. Y juzgarlo.

Por la ocultación del peligro del coronavirus, con resultado de muerte, de mucha muerte, habría que echar a Sánchez. Y juzgarlo.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz durante un pleno celebrado esta semana | EFE

Hubo una semana de mil muertos diarios. La parca visitaba por doquier, sin distinciones: médicos y pacientes, fuertes y débiles. A destajo. Se habilitó como morgue el Palacio de Hielo de Madrid. El 31 de marzo de 2020 murieron en España 1.342 personas más que el mismo día del año anterior. Lo desconocido, el miedo con mayúsculas, entró en cada casa y favoreció el confinamiento, una medida sin precedentes para la inmensa mayoría de los españoles. Pero lo sabían, en el Gobierno lo sabían. Y lo callaron. Y además mintieron.

Confesión de Yolanda Díaz, hoy vicepresidenta segunda del Gobierno, en una entrevista en Radio Cable:

"Yo el 15 de febrero, como ya la pandemia azotaba fuertemente a Italia, convoqué a mi equipo porque tenía la convicción de que Italia es España y por tanto teníamos que desplegar un montón de medidas porque veíamos lo que iba a pasar. Tanto fue así que el 4 de marzo, si lo recordamos, presenté una guía que fue enormemente polémica en el Gobierno y también fuera se me acusó de ser una alarmista. En fin, esto fue en la antesala del 8 de marzo".

Como somos de memoria frágil, conviene recordar que por esas fechas el Gobierno andaba como mozo de equipajes ocultando las maletas de Delcy, la "gacela" de Zapatero, a su paso por España. También había fuego graneado entre Justicia (PSOE, Juan Carlos Campo) e Igualdad (Podemos, Irene Montero) a cuenta de la Ley del "Sólo sí es sí" por su "redacción farragosa y difícilmente comprensible", por sus "fallos formales" o por sus "duplicidades". Como dice eternamente Yolanda… "en la antesala del 8 de marzo".

Cinco días más tarde de ese 15 de febrero en el que Yolanda Díaz se convenció de que "Italia es España" no tenía la misma sensación de gravedad, por ejemplo, Lorenzo Milá. En conexión en directo con Los Desayunos de TVE desde Milán y gesticulando hasta el extremo su incredulidad, dijo:

(…) La mayor parte de los infectados se están recuperando normalmente en su casa, como si fuera una gripe común. Menos de la mitad están hospitalizados y apenas 25 personas en la UCI. Esta es un poco la fotografía médica real que los médicos no se cansan de repetir… ¡pero chico!… parece que se extiende más el alarmismo que los datos.

Otros llegaban a incluir al virus como elemento de entretenimiento. "¡Coronavirus, oé!", cantaba entre carcajadas David Broncano en La Resistencia para "celebrar" que sería el último programa con público porque al siguiente ya le tocaban las restricciones, es decir, que ya había muertos.

Y resulta que Yolanda Díaz "veía lo que iba a pasar" pero se arredró a la primera de cambio porque la tacharon de alarmista. Ya. Y ahora, llegado el maquiavélico momento, puede entonar el "yo avisé".

Por la sentencia burdamente manipulada del caso Gürtel se planteó como ineludible la moción de censura que nos trajo a Pedro Sánchez y sus mariachis. Por la ocultación del peligro del coronavirus, con resultado de muerte, de mucha muerte, habría que echar a Sánchez. Y juzgarlo. Y después a Yolanda Díaz, por usarlo ahora como arma contra su socio y contrincante sin haberlo denunciado lo suficiente cuando, según ella, estaba claro. Doble inmoralidad. Porque, como ha recordado Juanjo Alonso en Libertad Digital, la misma Yolanda del "yo avisé" también dijo esto, el 4 de marzo, ya después de su famosa y oportuna guía:

"Quiero mandar un mensaje de absoluta tranquilidad. El Gobierno de España con el ministro de Sanidad a la cabeza están actuando correctamente y por lo tanto no aceleremos riesgos que a día de hoy parece que no existen".

¿Yolanda se convierte de pronto en Lorenzo Milá? ¿En Broncano? ¿Italia ya no es España a cuatro días del infectódromo del 8-M?

No hacía falta que Yolanda Díaz abriera el pico. Ni antes ni ahora. Ya sabíamos que lo sabían y que, con todo, animaron a las mujeres a acudir al 8-M "porque les va la vida en ello". No era una manifestación contra algo, era la herramienta para parir una ley injusta, la que sustituye a la imposible lucha de clases: la de géneros o estados sexuales o lo que quede tras derogar la biología en otra ley. Era un acto de agenda irrenunciable, sí, pero después hubo que ocultar muchas más cosas para (dejar sin) explicar los coladeros de puertos y aeropuertos, las chapuzas made in PSOE de las mascarillas de bazar chino, los contratos a favor de propios para comprar equipamientos de protección personal destinado a los sanitarios que morían salvando menos vidas de las que habrían querido. Ya aplaudiríamos después… que hacerlo es como decir que la culpa no es de nadie.

Dice Rocío Monasterio en esRadio que "el Gobierno entero debería caer". Pero caer es más bien accidental a no ser que alguien piense en la remota posibilidad de que quede vergüenza bastante como para pensar en dimisiones. Habría que echarles en unas elecciones. Pero sin esperar a que toque.

Hemos llegado hasta donde estamos a partir de una moción de censura que ya echó a Mariano Rajoy, un personaje feliz, al que nunca preocupó de España más que una cosa: él. Ahora hace gracia a niños y mayores pero se encerró en una tasca mientras votaban su despido, mientras le quitaban lo bailao. ¡Cuántos culpables hay!

Pero la razón por la que se montó el circo contra Rajoy fue la sentencia de la Gürtel con guion del juez José Ricardo De Prada, que se inventó los pasajes que inspiraron la moción más indigna de la democracia. ¿No es la gran mentira del 8-M y las muchas y necesarias mentiras posteriores argumento suficiente para una moción de verdad? Yo creo que sí pero sé que no será así. Y llego a la segunda conclusión gracias a Pablo Casado, Teodoro mediante. Por lo que hizo el PP cuando Santiago Abascal presentó una moción de censura contra Sánchez —Vox llegó a cedérsela al PP— y porque este PP sabía que lo sabían y, sin embargo, hizo seguidismo de los estados de alarma del Gobierno.

Salvo que un calculista electoral aconseje a Casado adelantarse a sus problemas y poner definitivamente a prueba su liderazgo, no veo moción posible. Que la Fiscalía de Dolores Delgado abra diligencias ¡de oficio!, que se monte una comisión de investigación parlamentaria… ¿Y la moción?

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